‘La última generación’: los jóvenes chinos que juran no tener hijos
La población de China disminuyó por primera vez desde 1961, desencadenando el inicio de un largo periodo de descenso. Foto: Mark Schiefelbein/AP

Si hablamos con cualquier mujer joven de la China urbana sobre las perspectivas de tener hijos, lo más probable es que no le entusiasmen.

“Cuesta demasiado darles a los niños una vida decente. Lo que enseñan en la escuela es propaganda, por lo que me gustaría enviarlos a una escuela internacional o al extranjero. Pero no puedo permitírmelo”, explicó Kongkong, una investigadora de 26 años que jura que no tendrá hijos.

Esta semana, el gobierno chino anunció que el país entró en una “era de crecimiento demográfico negativo”, después de que las cifras mostraran un descenso histórico del número de habitantes por primera vez desde la gran hambruna ocurrida entre 1958 y 1961. La población se redujo en 850 mil personas hasta los 1.41 millones en 2022, según la Oficina Nacional de Estadísticas.

Sin embargo, a diferencia de la hambruna, cuyos efectos fueron temporales, los especialistas señalan que esto marca el inicio de un largo período de descenso de la población.

Alarmados por la tasa de fertilidad total cada vez más baja del país, los demógrafos chinos se movilizaron para eliminar la política de un solo hijo durante más de una década, antes de que el gobierno finalmente pusiera fin a la misma en 2015. Pero para ese entonces, ya era demasiado tarde para revertir la tendencia.

Desde la década de 1990, la tasa total de fertilidad de China –el número promedio de hijos nacidos de una mujer a lo largo de su vida– disminuyó por debajo del nivel de reemplazo de 2.1. La cifra se situó en 1.30 en 2020 y cayó a 1.15 en 2021.

Temiendo los efectos adversos del envejecimiento de la población y la escasez de personas en edad de trabajar, el gobierno chino permitió que las parejas tuvieran dos hijos en 2015 y flexibilizó el límite de natalidad a tres hijos en 2021.

Durante años, los estudios han señalado el aumento de los costes de crianza de los hijos y la falta de prestaciones sociales como las principales razones detrás de la baja tasa de fertilidad de China. En los últimos años, el gobierno comenzó a ofrecer incentivos como exenciones fiscales, subvenciones para guarderías y permisos parentales más largos, al tiempo que disuadía los abortos. Un académico incluso sugirió de forma polémica que las ayudas sociales y las pensiones deberían estar vinculadas al número de hijos que las personas tienen. No obstante, estas medidas no han logrado desencadenar un baby boom.

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Estimaciones de población para el 1 de enero de cada año hasta 2021 y proyecciones de variante media a partir de entonces.

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Gráfica de The Guardian. Fuente: ONU. Nota: los datos de China excluyen Hong Kong, Macao y Taiwán.

El sombrío panorama se ha visto agravado por el pesimismo generalizado provocado por la pandemia de coronavirus.
Frustrados por unas políticas gubernamentales cada vez más estrictas durante los confinamientos por Covid-19, los jóvenes chinos han adoptado una filosofía apática de “no hacer nada”, que fomenta el rechazo a los trabajos de alta presión. Entre sus 20 y 30 años, muchos se resisten a hacer lo que se espera de ellos y, en su lugar, se conforman con una vida poco exigente o se mudan al extranjero. Tener hijos es lo último en lo que piensan. Una encuesta en internet realizada el año pasado a más de 20 mil personas, en su mayoría mujeres que vivían en zonas urbanas y tenían entre 18 y 25 años, reveló que dos tercios de ellas tenían un “bajo deseo de tener hijos”.

“La última generación”

El año pasado se volvió viral en China un video en el que se veía a un joven que se negaba a ser trasladado a un campo de cuarentena y al que la policía advertía que su castigo afectaría a su familia durante tres generaciones. Él replicó con frialdad: “Nosotros somos la última generación, gracias”.

La frase se convirtió en un popular meme en internet y el hashtag #thelastgeneration generó millones de comentarios antes de ser censurado. Muchos señalaron que el abuso contra sus derechos bajo las drásticas políticas de Covid-19 los había disuadido de tener hijos.

“En este país, querer a tu hijo es nunca dejarlo nacer en primer lugar”, se leía en un comentario.

“Esto resonó profundamente en mí… Compré una playera con la frase ‘Nosotros somos la última generación’ escrita en ella. No puedo traer un niño a este mundo para que sufra”, comentó Kongkong.

Eunice, tutora de inglés de 34 años, explicó: “He escuchado que algunos hospitales se negaban a tratar a los niños que no daban negativo en las pruebas… La pandemia provocó un fuerte sentimiento de incertidumbre. Tener hijos no es algo que esté considerando en este momento”.

Wang Feng, profesor de sociología de la Universidad de California en Irvine, señaló que el descenso de la población comenzó casi una década antes de lo que habían previsto las Naciones Unidas. En una fecha tan reciente como 2019, la ONU preveía que la población de China alcanzaría su punto máximo en 2031-2032.

Wang comentó que se podía atribuir el descenso de la población a la política de un solo hijo que se empezó a aplicar hace tres décadas y media, lo cual provocó un menor número de mujeres en edad reproductiva, que la gente retrasara o renunciara a casarse y un menor número de nacimientos dentro de los matrimonios.

Sin embargo, la pandemia empeoró la situación.
“Los dos últimos podrían verse agravados por los tres años de pandemia de Covid-19, que provocaron mucha incertidumbre y pesimismo entre los jóvenes”, señaló.

Mayor descontento

Los expertos señalan que, aunque el descenso de la población no afectará de forma inmediata a la economía china –ya que la población activa total sigue siendo muy amplia, por encima de los 790 millones–, no obstante revela hasta qué punto es insostenible el modelo de crecimiento de China.

Wu Qiang, analista político de Beijing y exprofesor de la Universidad de Tsinghua, comentó que el creciente descontento de los jóvenes con el régimen autoritario y su renuencia a tener hijos habían puesto de manifiesto el “conflicto irreconciliable” existente con el objetivo de crecimiento económico del país. Estas cuestiones, junto con las protestas de los trabajadores y la escasez de mano de obra, están conduciendo a “la quiebra del modelo chino”, que se había basado en una mano de obra barata y vasta.
“Este modelo de crecimiento no es sostenible”, indicó.

Chien-Chung Wu, profesor adjunto de la Taipei University of Maritime Technology, señaló que el descenso de la población llegaría a tener un enorme impacto en la economía de China. Cree que la reducción de la mano de obra y del mercado de consumo haría que China perdiera su ventaja e incitaría a las empresas extranjeras a dirigirse a otros países asiáticos.

Aunque Wang no prevé que el impacto económico sea inminente, cree que el descenso de la población es una llamada de atención para reformar el inadecuado sistema de atención médica y el sistema de registro familiar hukou, que restringe la circulación de las personas, entre otras cosas impidiendo que los niños de las zonas rurales se reúnan con sus padres que trabajan lejos en las ciudades.

Robin Maynard, director ejecutivo de Population Matters, con sede en el Reino Unido, señaló sin embargo que se debería celebrar que una población china más reducida contribuya a frenar la crisis climática e instó a China a utilizar una mano de obra de mayor edad en lugar de depender de la natalidad.

Xiaoqian Zhu contribuyó a la investigación de este artículo.

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