Bicicletas: otra amenaza para el ‘rey’ peatón
Contratiempos

Reportera mexicana, especializada en periodismo social y de investigación. Ha colaborado en medios como Gatopardo, Animal Político, El País, Revista Nexos, CNN México, entre otros. Ha sido becaria y relatora de la Fundación Gabo. Originaria y habitante de Ciudad de México. Twitter: @claualtamirano

Bicicletas: otra amenaza para el ‘rey’ peatón
Foto: EFE/EPA/KIM LUDBROOK/Archivo

El pasado 17 de agosto se celebró el Día Internacional del Peatón, instituido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en memoria del primer atropellamiento fatal del que se tiene registro: Londres, 1897. En México ha habido lentos aunque visibles avances en el respeto a los derechos del actor más vulnerable de la movilidad, pero recientemente se ha multiplicado uno de los obstáculos que el peatón debe sortear en su andar: las bicicletas.

La presencia cada vez mayor de este noble medio de transporte en las grandes ciudades es indudablemente un buen síntoma, ya que hay cada vez más personas aprovechando sus múltiples beneficios: menos emisiones al ambiente, menos espacio público ocupado, mejora la salud del ciclista, practicidad, ahorro económico, entre otros.

Justo por su creciente uso, la bicicleta también debe estar bien regulada en el reglamento de tránsito, con sanciones y reglas explícitas, ya que actualmente son discrecionales y no tienen multas económicas, lo que ha derivado en un descontrol ciclista cuya principal víctima es, como siempre, el eslabón más débil de la cadena: el peatón.

El actual reglamento de Tránsito de la Ciudad de México prohíbe a los conductores de vehículos no motorizados (ciclistas y patinetas, básicamente) circular sobre las aceras y áreas reservadas al uso exclusivo de peatones, excepto cuando el conductor va a ingresar a un domicilio o un estacionamiento, en cuyo caso “debe desmontar y caminar”, dicta el artículo 19.

No obstante, los ciclistas ruedan sobre banquetas, camellones, cebras peatonales, explanadas –básicamente sobre cualquier lugar libre de vehículos automotores–; en sentido contrario, a velocidad alta y, en la mayoría de los casos, no desmontan al subir a la acera sino hasta que llegan a su destino. Frecuentemente, argumentan que van por la banqueta porque se dirigen a una estación de Ecobici donde dejarán el vehículo, aunque el reglamento indique que para hacerlo deben bajarse y llevarlo a pie.

Y es que esta falta cae en la categoría ‘no pasa nada’ –tan común en México–, no solo porque son pocos los incidentes que efectivamente ocurren en las aceras –debido principalmente a la precaución de los peatones– sino también porque no hay sanción contra quienes la cometen. “Los conductores de vehículos no motorizados que no cumplan con las obligaciones de este reglamento, serán amonestados verbalmente por los agentes autorizados para infraccionar, y orientados a conducirse de conformidad con lo establecido” en el reglamento. Amonestados verbalmente y orientados. Este chiste, en México, se cuenta solo.

Es verdad que esta invasión de los espacios exclusivos para peatones disminuye dramáticamente en las vialidades con ciclocarril o ciclovía, pues los conductores tienen un carril confinado por el cual circular libremente sin esquivar “obstáculos” (autos, personas, puestos ambulantes, bancas) y, por ende, donde pueden elevar la velocidad. Sin embargo, el problema no desaparece con las ciclovías: también en esas zonas hay quienes prefieren la banqueta. “Es que vas más seguro”, me han dicho varios ciclistas a los que he preguntado por qué invaden el espacio del peatón.

Bicicletas: otra amenaza para el 'rey' peatón - WhatsApp-Image-2022-08-18-at-9.54.03-PM-1280x846

Si bien es comprensible la búsqueda de seguridad ante los terriblemente numerosos atropellamientos de ciclistas, la solución a este problema de ninguna manera puede ser la violación sistemática de los espacios –y los derechos– del peatón, quien es aún más vulnerable que el ciclista.

Incluso, el espacio destinado para el paso de peatones (y niños menores de 12 años en bicicleta, a quienes el reglamento también considera peatones) también se ve invadido cuando los ciclistas tienen amplio espacio para circular libremente, como en el Paseo Dominical ‘Muévete en Bici’, durante el cual se cierra por completo la circulación vehicular en los carriles centrales de un tramo del Paseo de la Reforma, de las 08:00 a las 14:00 horas.

Esto otorga a los ciclistas y patinadores tres carriles (por sentido) para rodar libres del peligro que representan los autos; así como un carril para corredores, peatones, niños y cualquiera que vaya a paso lento: el de la extrema derecha, como indica la regla básica de vialidad. Pero este espacio tampoco es exclusivo en la realidad: los ciclistas se rebasan entre ellos a través de este carril, a veces a velocidad alta, pese a la presencia de grupos vulnerables.

El propio reglamento del paseo dominical lo indica, “recuerda que es un paseo en bicicleta, circula a una velocidad moderada, no es una carrera, fomentemos un ambiente familiar”, pero la libertad de circular sin vehículos provoca que muchos sí lo consideren una carrera; igual que en explanadas como la del Monumento a la Revolución, cuya amplitud y pendientes permiten descender en bicicleta a muy alta velocidad, poniendo en alto riesgo a los pedestres y a los propios ciclistas, por el paso circundante del Metrobús y los vehículos.

Otra de las reglas que quedan a discreción del ciclista es la contemplada en el artículo 16 del reglamento. “Los ciclistas que vayan a cruzar una vía secundaria en cuya intersección la luz del semáforo se encuentre en rojo o en la que exista un señalamiento restrictivo de ‘Alto’ o ‘Ceda el paso’, podrán seguir de frente siempre y cuando disminuyan su velocidad, volteen a ambos lados y se aseguren que no existen peatones o vehículos aproximándose a la intersección por la vía transversal. En caso de que existan peatones o vehículos aproximándose, o no existan las condiciones de visibilidad que les permita cerciorarse de que es seguro continuar su camino, los ciclistas deberán hacer alto total, dar el paso o verificar que no se aproxima ningún otro usuario de la vía y seguir de frente con la debida precaución”.

De nuevo: una regla sin sanciones que no siempre se cumple. Aunque muchos ciclistas aseguran que es algo excepcional, yo lo veo absolutamente todos los días: por la naturaleza de mi trabajo, soy peatón la mayor parte del tiempo que estoy en la calle. Cuando llego a una intersección, invariablemente espero a que ocurran tres cosas antes de avanzar: que se detengan los vehículos, que mi semáforo peatonal esté en verde (cuando hay) y que los ciclistas terminen de pasar aunque tengan la señal de alto.

Si emprendiera el paso en cuanto mi semáforo me lo permite, más de una vez habría chocado con los ciclistas –y a veces motociclistas– que se siguen sin cumplir con la precaución a que los obliga el reglamento, “hacer alto total en caso de que existan peatones aproximándose”. Si antes de cruzar una calle mirara solo en el sentido de los autos para asegurarme que no viene un vehículo, también habría chocado con los ciclistas o triciclos que circulan en sentido contrario. He atestiguado incluso cómo los ciclistas gritan violentamente a peatones que quedan parados en la ciclovía, por “invadir el espacio del ciclista”.

Finalmente, aunque ocurre en mucho menor proporción, las bicicletas también son utilizadas para robar y acosar a los peatones. Una de las formas de abuso sexual callejero es cuando un ciclista aprovecha la velocidad que le da su vehículo para tocar a un peatón –sea abajo o arriba de la acera– y huir sin que la persona abusada pueda alcanzarlo. Yo misma he sido víctima de estos ataques, igual que muchas mujeres en la Ciudad de México.

Si bien todos estos flagelos no son la norma, tampoco son la excepción. La bicicleta no debe ser satanizada como vehículo, todo lo contrario: las ciudades necesitan incentivar su uso por sus múltiples ventajas, que superan por mucho a los inconvenientes mencionados. No es la bicicleta: es la insuficiente regulación y cultura vial que aún deja al peatón a su suerte, amparado solo por sus propias precauciones. Y no se trata de un sector minoritario y vulnerable de la población, en algún momento todos somos peatones: automovilistas, ciclistas, usuarios del transporte, todos se bajan del vehículo y caminan en algún punto. Justamente por eso y por su nivel de vulnerabilidad es que se decidió denominar al peatón “el rey”, aunque esto en las grandes ciudades sigue siendo solo una graciosa concesión.

Síguenos en

Google News
Flipboard