8M: ¿Acaso no somos feministas?
Un cuarto público

Abogada y escritora de clóset. Dedica su vida a temas de género y feminismos. Fundadora de Gender Issues, organización dedicada a políticas públicas para la igualdad. Cuenta con un doctorado en Política Pública y una estancia postdoctoral en la Universidad de Edimburgo. Coordinó el Programa de Género de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey durante tres años y es profesora en temas de género. Actualmente es Directora de Género e Inclusión Social del proyecto SURGES en The Palladium Group.

X: @tatianarevilla

8M: ¿Acaso no somos feministas?
8 de marzo, 2022. Según el gobierno de la CDMX, alrededor de 75,000 personas participaron en la manifestación. Foto: Alexa Herrera / La-Lista

La no violencia carece de libertad sin igualdad 

Judith Butler

 

Desde hace algún tiempo, el 8 de marzo (8M) me ha causado más inquietud que emoción. El año pasado, alumnas expresaron su preocupación a ser juzgadas o “canceladas” por sus colectivos feministas si no acudían a la marcha; otros alumnes, que no se identifican como mujeres, pero se consideran parte del movimiento, no sabían si serían bien recibides o incluso, violentades. Y qué decir de personas y colectivas excluyendo a mujeres trans bajo argumentos biologicistas. 

Y así como existen ese tipo de violencias, también existen mujeres para las que el 8M no tiene ningún significado. Sus vidas y derechos nunca han tenido que ver con este día. Sus luchas son otras, están en otros días del calendario, en otros lugares y con otras personas. 

Esto no es nuevo en los movimiento sociales y políticos. En la historia de los feminismos siempre ha existido discriminación y exclusión. Por ejemplo, el reclamo de las mujeres negras en Estados Unidos posicionado por el discurso de Sojourner Truth, con su famosa pregunta: ¿Acaso no soy una mujer? (Ain’t I a woman?), con la que abrió su discurso en la Convención de Mujeres de Akron, Ohio, en 1851. En este discurso, Truth reivindicaba con su pregunta las experiencias específicas de las mujeres negras, en especial, de aquellas que se encontraban en una condición de esclavas, como respuesta al movimiento feminista que homologaba a todas las mujeres, sus cuerpos, sus subjetividades y sus necesidades y que no estaban representadas en esa convención ni el movimiento. 

Otras violencias que surgen en relación con el 8M es la presión de “comportarse como feminista”, o “defender los principios feministas”, para poder considerarse como parte del movimiento. ¿En qué momento los feminismos se volvieron cadenas del pensamiento? ¿Quién tiene el derecho de decirnos cómo vivir –o no– nuestros feminismos? ¿A quiénes pertenece el movimiento? ¿Acaso no somos feministas si no cumplimos ciertos estándares? ¿Acaso no somos feministas si no vamos a la marcha? ¿Acaso no somos feministas si no tenemos determinados cuerpos? 

bell hooks en su libro Feminismo para todo el mundo define al feminismo como “una lucha para acabar con la opresión sexista” y defiende al feminismo como un movimiento que debe romper las estructuras de dominación y violencias, cualesquiera que estas sean. 

Otra autora que nos llama a dejar atrás definiciones fijas y excluyentes de los feminismos es Sayak Valencia. Ella, además de dar cuenta de la importancia de integrar a los hombres al feminismo, lo define como: “Una aventura colectiva para las mujeres, pero también para los hombres y para todos los demás. Una revolución que ya ha comenzado. Una visión del mundo, una opción. No se trata de oponer las  pequeñas ventajas de las mujeres a los pequeños derechos adquiridos de los hombres, sino de dinamitarlo todo”.

No sé si iré a la marcha este 8M y no sé si pararé el 9M. No sé si soy siempre una “buena feminista”; estoy llena de contradicciones e incongruencias que trato de identificar y deconstruir a diario. Si algo he aprendido en este camino de los feminismos es que nada es fijo ni definitivo. Muchas de las ideas que antes defendía a capa y espada, incluso con pensamientos excluyentes y seguramente, hasta violentos, hoy las he transformado. Para mí, el feminismo es autocrítica, libertad e igualdad, y cualquier feminismo que se aleje de esto considero que reproduce aquellas opresiones y estructuras que, por tantos años, tantas mujeres hemos tratado de romper no solo cada 8M, sino cada día de nuestra vida que hemos trabajado en ello.     

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