La “Anti-Mexico”

Activista, luchadora social y promotora de los derechos humanos de las mujeres, niñas, niños, personas con discapacidad, comunidades indígenas y personas LGBTQ+. Presidenta de la Asociación Civil Rosa Mexicano. @catymonreal_

 La “Anti-Mexico”

La migración humana es natural. ¿Qué más natural que querer salir adelante, buscar algo mejor, o incluso, querer salir de una situación de miedo y violencia? No podemos seguir viendo al fenómeno migratorio que pasa por nuestro país como una anomalía, como algo que podría acabarse con más muros, estaciones migratorias y retenes. Al contrario, la migración evoluciona, y ahora responde a diferentes factores.

El cambio climático ha hecho que miles de personas tengan que desplazarse, a veces dentro de sus propios países, a veces fuera de ellos, buscando no sólo sustento si no un hogar. Huracanes, inundaciones, sequías han destruido el patrimonio de miles de personas que no tienen otra opción más que migrar después de estos desastres naturales.

Por otra parte, la cara de la migración ha cambiado. Ya no se trata sólo de hombres, de dejar pueblos de puras mujeres, ancianos y niños. Ahora, las mujeres y los  y las niñas migran. Muchas veces en solitario.

Sí. Lamentablemente sabemos que cada vez más hay  niñas, adolescentes y mujeres queriendo cruzar la frontera entre Estados Unidos y México. Según datos del gobierno mexicano, se pasó de tener canalizaciones de 391 niñas, adolescentes y mujeres adultas en 2011, a tener 24 mil 006 en 2022. La gran mayoría migra a través de redes de tráfico.

El buscar un futuro para estas niñas y mujeres se paga con degradación y peligros. Según un reportaje de la BBC con datos de Amnistía Internacional, el 75% de las migrantes centroamericanas sufre algún tipo de abuso sexual en su intento por cruzar a Estados Unidos desde México.

El abuso se ha normalizado tanto, que los propios coyetes les sugieren prepararse para el trayecto tomando anticonceptivos de larga duración. A esto le llaman la inyección “Anti-México”.

Una realidad que se menciona poco en estos reportajes es que dentro de las mujeres hay un grupo todavía más vulnerable al peligro de la trata y violencia sexual: el de las niñas. No puede omitirse más el tema. La frontera devora niñas y adolescentes.

Más allá de la controversia sobre la existencia de la menor que fue violada por 63 hombres diferentes, sabemos que ni la frontera, ni los albergues migratorios son lugares para niñas, niños y adolescentes.

En Juárez, medios reportan incidentes en que hombres agreden y violentan niñas migrantes. De acuerdo a Expansión, el año pasado se detectaron 70,019 menores migrantes en nuestro país. El 61% tenían menos de 11 años. El mismo artículo de Expansión señala que ahora los apoyos a migrantes contienen “kits de dignidad y profilaxis”, es decir medicamentos para atender violencia sexual.

La violencia contra las mujeres es un lastre en nuestro país, y sus victimas más comunes son aquellas que menos pueden defenderse, alzar la voz, y acceder a la justicia.

¿Cómo buscar a la policía, a los servicios de salud, o estatales para buscar ayuda? Si cada paso que dan en nuestro país es con miedo a ser deportadas y extorsionadas. Si tan sólo tienen 8 años.  Una niña de 8 años jamás debería estar pensando que es su responsabilidad cuidarse de la violencia sexual. Estamos ante la tormenta perfecta para una situación de abuso.

La “Anti-México” nos muestra un fracaso en nuestro deber de protección de las personas y de sus derechos humanos. Como activista he tenido la oportunidad de recorrer todo el país.

Es innegable que la migración se ha desbordado, y ahora las caras de mujeres y niñas de Haiti, de Africa, de Centroamerica, desbordan nuestras plazas y calles. No podemos voltear la cara ni seguir ignorando las terribles realidades que enfrentan. Sobre todo no podemos seguir sin nombrar a las niñas que estan siendo violentadas.

Nuestros esfuerzos tienen que cambiar e integrar programas y capacitaciones especificas al trato con niñez y con perspectiva de género. Tenemos que parar la violencia.

A las niñas no se les toca.

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