Hora marcada, hora perdida
HÍBRIDO

Como crítico de cine y música tiene más de 30 años en medios. Ha colaborado en Cine Premiere, Rolling Stone, Rock 101, Chilango, Time Out, Quién, Dónde Ir, El Heraldo de México, Reforma y Televisa. Titular del programa Lo Más por Imagen Radio. X: @carloscelis_

Hora marcada, hora perdida
Foto: Vix

Para poder hacer una crítica sensata de la nueva versión del programa La hora marcada que estrenó este 2023, habría que empezar por desmitificar la versión original de los años 80. ¿Cómo decirlo de manera amable y que no vaya a ofender a sus fans y a los directamente involucrados? No hay forma. La hora marcada era un programa bastante deficiente, que vive en la memoria y en los corazones de muchas personas como algo especial por lo novedoso que fue para su tiempo, pero que en realidad era casi malo.

Hoy se habla mucho de que esta antología de terror fue el semillero de talentos como Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, Emmanuel Lubezki y hasta Luis Estrada, dependiendo de la información que encuentren, porque ya se han creado demasiados mitos alrededor de esta serie y luego aparecen datos falsos o imprecisos. Televisa y la plataforma ViX debieron empezar por crear un sitio oficial que funcionara como museo virtual y que ayudara, no solamente a crecer el legado de la serie, pero también a aclarar muchas de estas dudas. Aunque claro, el secretismo siempre es el mejor aliado de los mitos.

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Partiendo del hecho de que las primeras temporadas de La hora marcada que se transmitieron entre 1988 y 1990 fueron producciones de bajo presupuesto, que destacaron más por la creatividad de sus realizadores que por los valores de producción, hoy podemos decir que la nueva versión de 2023 definitivamente cuenta con mayor presupuesto, pero que esto no es sinónimo de excelencia. Qué pena decirlo, pero en ese sentido, la versión original y la nueva son iguales, porque ambas se quedan a medio camino.

Televisa promueve esta nueva versión con el discurso de que, otra vez, se trata de un semillero de talentos que reúne a nuevos directores y escritores, mexicanos y latinos, para contar estas nueve historias de terror. Desde ahí, ya parece que le están hablando a un nicho de mercado muy reducido porque, ¿quién podría estar interesado en una estrategia de ventas que promueve a cineastas desconocidos?, más allá de los propios fans del cine, específicamente, el de terror. La otra manera en que Televisa pretende llegar a más público es a través de la nostalgia de aquellos que aún recuerdan la serie original, pero ese sería un nicho todavía más específico porque son gente que ya ronda los 50 años de edad.

Entonces, ¿para quién es la nueva hora marcada? Yo creo que ni ellos mismos lo saben y por eso el producto final es tan disparejo y tan poco satisfactorio. Si tú no eres fan del terror ni tienes 50 años, lo mínimo que esperas es que sea entretenida y te provoque algunos sustos, ¿cierto? Pues la serie es mayormente aburrida y de los sustos ya ni hablemos. Debería ser ley que si algo no asusta se le clasifique únicamente como fantasía. Sacrificaron el miedo por un exceso de atmósferas “terroríficas”, malentendiendo que el presupuesto sirve para que algo se vea caro, cuando tendría que servir para contar mejor la historia.

Y ese es el verdadero problema de La hora marcada en 2023, pero también es el problema con la ficción en México en general: faltan buenas historias y buenos guiones. Pero seamos justos, buenas historias sobran, lo que faltan son guionistas eficientes. De los nueve episodios que conforman esta nueva temporada, dos o tres se salvan, y de panzazo. Donde La hora marcada de los 80 fue una especie de taller para nuevos cineastas, que les dio la oportunidad de experimentar cuando muchos de ellos incluso seguían en la escuela de cine, se supone que esta nueva temporada reúne a directores ya profesionales y, sin embargo, el resultado todavía se siente con el desaseo de un trabajo escolar.

Yo, como consumidor, no estoy para eso. Cada episodio ronda los 40 minutos de duración y me encontré, la mayoría de las veces, lamentando perder mi tiempo con un capítulo de estos, en vez de dedicarlo a otra de las muchas cosas que podría ver. En mi caso, yo soy un periodista de entretenimiento, mi lista de pendientes es muy larga pero es mi trabajo, y también es mi deber, conocer los productos de los que escribo. Aunque, en este caso, también me ganó la curiosidad porque yo sí vi La hora marcada original cuando era niño.

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Sin embargo, la época actual es una de sobreoferta de contenidos, donde no solamente el periodista tiene que valorar su tiempo, es sobre todo el público quien tiene que hacerlo, y nuestro trabajo es ayudarle. Si le damos una hora a La hora marcada, le quitamos una hora a cualquier otro producto de mejor factura, pero aún más importante, le quitamos una hora a nuestras vidas, que podríamos dedicar a realizar cualquier otra actividad que no sea estar sentados frente a una pantalla.

Ya lo he dicho antes, que el nicho que abarca a los fans del terror, y en concreto a los aplaudidores de lo mexicano, es demasiado entusiasta y poco objetivo cuando se trata de producciones como ésta. Los que van de críticos y conocedores, de pronto se convierten en “dadores de chance”, que minimizan las muchas deficiencias y exaltan las pocas virtudes. Esta versión de La hora marcada da prioridad a la forma sobre el fondo.

He conversado con personas que me hablan de la “calidad” lograda en las imágenes y en el diseño de producción, o de los muchos actores -jóvenes y consagrados- que conforman el reparto. Pero yo lo que veo es un exceso, como pastel de quinceañera o vestido de novia. Algo que puede lucir fabuloso, pero no nos vamos a casar con un maniquí. No olvidemos que una de las películas más terroríficas de los últimos tiempos fue Funny Games (1997) de Michael Haneke, y sucede en una casa perfectamente iluminada con decoración austera.

Reitero que nos vendría bien dejar de romantizar tiempos pasados y no caer víctimas de la nostalgia. En efecto, La hora marcada fue un producto que perteneció a una época de mayor inocencia, cuando las familias mexicanas nos reuníamos frente a la televisión para ver el Canal 2 y lo que Televisa nos aventara. Hoy ya no es así, hoy tenemos más opciones y ya somos más críticos… o se supone. Algunas historias de La hora marcada de 2023 pretenden tocar temas actuales, pero se sienten ancladas en el pasado porque todavía abordan conflictos morales, sociales y religiosos desde una perspectiva infantilizante. Dice un colega que ver La hora marcada es como ver La rosa de Guadalupe, pero de terror.

¿Hay algo que rescatar? Claro, no estaría haciendo mi trabajo si sólo les dijera que no la vieran. Yo destacaría La mano, el episodio dirigido por Michelle Garza Cervera, directora de la película Huesera que este año ganó el Ariel a la Mejor Ópera Prima. En este episodio, ella sigue explorando universos femeninos y logra una divertida historia sobre soledad, crueldad y locura, que se distingue del resto de los capítulos por su gran dirección de actores y el talento de Mercedes Hernández y Martha Claudia Moreno.

Esta sería mi recomendación, pero ustedes pueden darle otra oportunidad a La hora marcada si así lo desean. Para gustos, colores, y los mejores críticos siempre serán ustedes. A mí sólo me queda esperar que a Televisa y ViX no se les ocurra revivir también la serie La telaraña, de Carlos Enrique Taboada. Esa, por favor, déjenla como está.

BREVES

A partir del 17 de noviembre Cine Tonalá y otras salas del circuito independiente mostrarán la película juvenil How to Have Sex (Cómo tener sexo), una de las sorpresas del festival de cine de Morelia. Más adelante llegará a la plataforma de Mubi.

Ya están disponibles en HBO Max los primeros episodios de la segunda temporada de The Gilded Age. Cada domingo aparece un nuevo capítulo de este delicioso drama de época.

Pregunta seria: ¿Es posible que Sound of Freedom abriera un pozo que dejó salir estrenos que solamente atraen a un público conservador porque atienden sus miedos y fobias? La llegada de una película como Simón a la cartelera nacional parece enfocada a aquellos que piensan en Venezuela como una pesadilla.

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