Ya sé que soy víctima de violencia, ¿ahora qué hago?

Periodista especializada en perspectiva de género, miembro de Frontline Freelance. Es titular de la Unidad de Investigaciones Especiales en Once Noticias Digital y hace consultoría en comunicación y gestión de crisis. Con ellas y por ellas.

Twitter: @anagupin

Ya sé que soy víctima de violencia, ¿ahora qué hago?
Ya sé que soy víctima de violencia, ¿ahora qué hago? Foto: Envato Elements

Como mujer heterosexual he tenido varias relaciones amorosas desde los 17 años. Ahora con 32, he hecho un recuento muy minucioso de circunstancias que pueden considerarse violencia de acuerdo con el violentómetro que realizaron investigadoras del Instituto Nacional Politécnico. Un exnovio “me recomendaba” no utilizar escotes para que otros hombres “no se aprovecharan de mí”, ¿qué hice? Eliminar por completo piezas que él podría considerar escotadas durante mi relación con él, hábito que, de hecho, permaneció inconsciente incluso algunos años después de terminar esa relación.

Otra expareja, en una reunión con sus compañeros de trabajo bebió tanto que cuando le dije que la cuenta había llegado y teníamos que saber qué pagaríamos me arrojó billetes en la cara. En otra ocasión, él mismo permitió que su jefe me dijera pendeja en una reunión informal, también, con sus compañeros de trabajo. 

Otra pareja, estando enojado, me llamó “culera” porque le dije que no cancelaría mis planes para reunirnos con sus amigos, incluso tampoco le cancelaría a él, sugerí en cambio llegar un poco después para incluirme a la cena. 

Y a la cuenta añado muchos muchos episodios más de gaslighting que ahora reconozco con muchísima claridad.

En todos los episodios el común denominador es que los tres esperaban que esos episodios no fueran más allá de una discusión más en la que, en el mejor de los casos se disculparían por “malacopas”, pero no por ejercer llanamente violencia en contra de mí. 

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Estoy segura de que ninguno de ellos se reconoce como un macho, y también estoy convencida de que ellos piensan que respetan a las mujeres. Y la verdad es que en su momento yo pensaba igual que ellos primero porque no conocía el violentómetro y ya después, conociéndolo, porque no supe qué hacer después de identificar esas violencias.

Hace semanas, a propósito de la red de refugios que existe en México y que opera con el apoyo de Marilú Rasso, directora ejecutiva de la asociación civil Espacio Mujeres para una Vida Digna Libre de Violencia, ella me explicó precisamente el problema de instrumentos como el violentómetro, el círculo de violencia, o el iceberg de violencia:

“Esos instrumentos te enseñan a identificar, pero no siempre ayuda a entender cómo escala y eso se debe al grado de la normalización de las violencias”, dijo Marilú. 

Pensando en mi caso, puedo entender que materialmente un feminicidio es más grave que cualquiera de los episodios que narré al inicio de esta columna, pero definitivamente no puedo entender de qué forma y en qué momento ese tipo de violencias pudieron haberse endurecido para mí como ha sucedido con cada una de las 11 mujeres que diariamente son víctimas de violencia feminicida en el país. Más, considerado que la violencia psicológica es el tipo de agresión que más suelen sufrir las mujeres a lo largo de su vida las mujeres (51.6%, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía).

En esta ocasión, como en muchas otras, no tengo una respuesta. Pero definitivamente un criterio recomendado por expertas en la atención de violencia de género que me ha servido es contarlo a alguien más. Si te da vergüenza hacerlo o sientes temor porque esas personas cambien su percepción sobre tu pareja, es la mayor señal de alerta que debes considerar para accionar otro tipo de protocolos. 

No estamos solas. 

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