Un termómetro albiceleste
La terca memoria

Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas

Un termómetro albiceleste
Un termómetro albiceleste. Foto: Especial.

El chico se llamaba Antonio, pero todos le decían el “Che”. Rubio, flaco y pelilargo, a sus 10 años decía que era fanático de los Rolling Stones. Vivía en el edificio D-7 y al igual que su primo Daniel, que fue mi compañero durante varios años en la primaria, era hijos de exiliados argentinos, llegados a México a mediados de los años 70, huyendo de la dictadura.

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Después de aquel breve vínculo, mi primer acercamiento con la Argentina fue (cómo iba a ser de otra manera), por el futbol. Mi papá compraba el diario Ovaciones y cuando revisaba los lunes la pobrísima sección de futbol internacional, a veces aparecía una tabla con los resultados de la liga argentina y me fascinaban los nombres de los equipos: Talleres de Córdoba, Ferrocarril Oeste, Huracán, Estudiantes de La Plata, Rosario Central y Nueva Chicago, no se diga River Plate o Boca Juniors.

Ya después vinieron otros recuerdos: que si la expulsión de Mario Rubio a Maradona; que si la vuelta olímpica en el Azteca; que si el subcampeonato en Italia y la primera de tantas derrotas de México, en partidos oficiales, ante la Albiceleste, en la final de la Copa América del 93… Todos esos hechos me fueron acercando a un país que miro muy de cerca desde el año 2000, cuando hice mi primer viaje a Buenos Aires.

Cuatro pares de ojos, un sentimiento

A Hernán lo conocí en el 94 en la Ciudad de México, cuando él estudiaba arquitectura en la Universidad Iberoamericana. A Juan Pablo, por teléfono, en el 98 (personalmente dos años después), cuando llamaba desde el diario deportivo Olé a la redacción de Reforma, para preguntar cómo había sido el desempeño de tal o cual futbolista en la liga mexicana.

Mi primer encuentro con Natalio fue en noviembre de 2002, cuando le llevé un paquete que le mandaba Simón, un amigo en común y nos encontramos una noche en una esquina del barrio llamado Parque Patricios. Pablo, al que ya había leído en la revista El Gráfico, fue mi maestro en un curso de periodismo deportivo al que me inscribí a principios de 2003 y nos conocimos personalmente un año después, en uno de esos viajes locos que me armaba para ver todo el futbol posible durante 12 días.

Ellos cuatro, tan diferentes, física e ideológicamente hablando, son mis ojos en un país al que quiero demasiado y al que trato de entender desde su cotidianidad. Porque, ellos no lo saben, pero a los cuatro les hago la misma pregunta por Whatsapp cuando sucede un hecho relevante en la vida de ese país, como la reciente victoria de Javier Milei en las elecciones presidenciales; el campeonato del mundo de su selección de futbol en el Mundial de Qatar 2022; el estreno de la extraordinaria película 1985 o la muerte de Diego Armando Maradona.

Con excepción de Hernán, hablé con los otros tres la mañana del 25 de noviembre del 2020, cuando el Diez dejó este mundo. La alerta de JP me dejó helado, el llanto de Pablo y Natalio confirmaron la noticia.

Pero tengo una queja: a pesar de nuestras charlas, ninguno de los cuatro me ha hecho entender qué es el “peronismo”, que para mí aún es tan inentendible como los ascensos y descensos de todas las categorías de su balompié.

Desde la redacción del diario donde trabajo y como encargado de la sección internacional desde hace un par de meses, sigo el día a día de la asunción de Milei y las polémicas medidas que ha comenzado a tomar para tratar de salvar a la Argentina del pozo en donde está metido.

Las respuestas de mis amigos me ayudan a darme una idea de lo que piensa el ciudadano promedio. Porque dos son periodistas deportivos, uno de ellos con varios libros publicados; otro es empleado del Congreso, músico, documentalista y se acaba de estrenar como escritor, y el último un arquitecto que tiene que hacer trabajos de diseño gráfico “para llegar a fin de mes”, como dicen por allá. Uno es un nostálgico kirchnerista; otro un quejoso profesional al que no le importa la ideología, sino putear al gobierno en turno; uno más es un furibundo partidario de Milei y el último la sensatez. El equilibrio entre las opiniones de los demás. Los cuatro son mis amigos, son mis ojos en la Argentina, porque el sentimiento que tengo hacia ese país sólo lo conozco yo.

¡Feliz cumpleaños, La-Lista News!

Hace dos años recibí la invitación para publicar esta columna, que tantas satisfacciones me ha dado, en este gran portal que acaba de cumplir tres años. Estaré eternamente agradecido por el espacio. ¡Que sean muchos años más!

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