El gobierno, patrón de los médicos pobres
Diagnóstico Reservado

Médico cirujano con más de 30 años en el medio y estudios en Farmacología Clínica, Mercadotecnia y Dirección de Empresas. Es experto en comunicación y analista en políticas de salud, consultor, conferencista, columnista y fuente de salud de diferentes medios en México y el mundo.

Es autor del libro La Tragedia del Desabasto.

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El gobierno, patrón de los médicos pobres El gobierno, patrón de los médicos pobres
Foto: fernandozhiminaicela/Pixabay.

En las pasadas semanas, el infame tema de los médicos cubanos dejó al descubierto algo que ya había yo adelantado: la precariedad de los médicos mexicanos, particularmente de los empleados por el sector salud.

La discusión, como era de esperarse, transparentó finalmente el nivel de compensación de los médicos en un sistema de salud que se ha convertido claramente en un monopsonio. Dejaré a los expertos en economía explicar los efectos negativos que un monopsonio tiene sobre el mercado laboral; para fines prácticos, que el gobierno (a través de sus instituciones) sea el empleador mayoritario y el que impone los salarios tiene a los médicos mexicanos en una situación bastante indigna como profesionistas y especialistas.

Al publicarse la famosa convocatoria para ocupar las más de 13 mil plazas para médicos especialistas, que después ascendieron a poco más de 14 mil al sumarse el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), aprendimos que el salario máximo de estos médicos era de alrededor de los 38 mil pesos brutos en el IMSS. Sin embargo, algunas diapositivas mostradas por el mismo Zoé Robledo nos dejaron ver ofertas en el Insabi que rondaban los 29 mil.

Después de impuestos y descuentos, lo que un médico con más de 10 años de estudio y que tiene la responsabilidad de la salud o la vida de seres humanos lleva a casa es verdaderamente indignante.

Por supuesto, no quiero decir que todos los médicos pobres trabajen para el gobierno, pero todos, absolutamente todos los médicos que laboran en las instituciones gubernamentales ganan salarios verdaderamente indignantes, sobre todo si los comparamos con el resto del mundo.

En agosto del año pasado, Medscape publicó su International Physician Compensation Report 2021, basado en encuestas realizadas a médicos en varios países de Europa, Estados Unidos y México. A los médicos mexicanos les va bastante mal.

Dejando a un lado a los médicos en Estados Unidos, el salario promedio para un médico mexicano registrado en la encuesta fue de 12 mil dólares al año. En contraste, los médicos de España ganan 57 mil dólares, lo cual es bajo. Los franceses ganan 98 mil dólares, mientras que los ingleses y los alemanes superan los 130 mil y 180 mil dólares anuales, respectivamente.

Los médicos mexicanos ganan muy mal y la razón es que la gran mayoría trabaja como asalariado para un único patrón: el gobierno mexicano.

La razón de este fenómeno es histórica. Los más de 70 años de medicina institucional en México han hecho que la inmensa mayoría de los recursos en salud esté en manos del Estado o los estados.

Los grandes centros médicos, los hospitales generales y prácticamente todos los centros de salud y clínicas de primero y segundo nivel pertenecen al gobierno. Así, si un joven se gradúa de Medicina, más del 90% de las plazas disponibles para llevar a cabo una residencia son en hospitales del gobierno.

Cuando un médico se gradúa como especialista, al día siguiente de su cuarto año de residencia se encuentra prácticamente desempleado. Su única alternativa es… trabajar para el gobierno, en las condiciones que le ofrezcan y con el salario que le impongan.

La excepción, y es un decir, son las Fuerzas Armadas. Los médicos militares, sobre todo los especialistas, ganan alrededor de 35 o 75% más que sus colegas civiles, de acuerdo con la tabla de haberes del Ejército mexicano y si consideramos que la mayor parte de los especialistas ostentan el grado de Mayor o Teniente Coronel. Sin embargo, aunque gozan de tiempo libre para extenderse a la medicina privada, los médicos militares se encuentran siempre a disponibilidad para misiones, maniobras o simplemente ser trasladados temporal o permanentemente a otra región del país.

En contraste, en Europa y, obviamente, Estados Unidos, el mayor empleador de médicos no es el Estado. La mayor parte de la medicina de calidad se lleva a cabo en hospitales universitarios o subvencionados por fundaciones. Los médicos al graduarse tienen además muchas opciones de trabajo como empleados (o socios) en hospitales privados, universitarios y sí, algunos gubernamentales que pagan cifras que quintuplican lo que un médico mexicano obtiene. En México, solo un puñado de universidades cuenta con clínicas y hospitales para entrenar y contratar médicos.

Hay que decirlo: para vivir de forma relativamente decorosa, los médicos mexicanos necesitan dos trabajos. Algunos logran combinar el ejercicio privado con la práctica institucional. Un médico está pasando visita en el IMSS a las 07:00 horas y sale de su consulta privada a las 22:00 horas. No hay tiempo para la familia.

Los menos afortunados, sobre todo fuera de las grandes ciudades, deben trabajar en dos instituciones. Salen del turno matutino en el ISSSTE y se van a cubrir un turno vespertino o nocturno a otra institución.

Como en la mayoría de los casos no les está permitido tener dos contratos de base, uno de ellos debe ser “eventual”, con un salario inferior, sin prestaciones y sin la capacidad de generar antigüedad.

Al analizar estos hechos, se entiende el número de plazas ofrecidas por las que los especialistas no mostraron interés. Plazas situadas en poblaciones donde no es posible combinar la práctica institucional con una privada, o que no hay otra institución para incrementar sus ingresos. Si a eso le sumamos la inseguridad y la precariedad de algunas instalaciones médicas y el desabasto de medicamentos, es entendible que estos médicos prefieran dedicarse a otra cosa.

Estamos a poco más de dos años de que termine esta administración. Cada martes nos recordarán los grandes avances que llevamos en la construcción de un sistema de salud “como el de los países nórdicos”.

Si en esos planes está que el Estado y sus instituciones siga siendo un monosponio laboral, será mejor que comiencen a presupuestarse niveles de compensación para los médicos, que sean verdaderamente atractivos. De lo contrario, los nuevos hospitales en las localidades menores o más apartadas se quedarán vacíos.

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