EU registra los seis meses más letales de asesinatos masivos desde al menos 2006
Un grupo de personas se abraza durante una vigilia de oración organizada el 16 de abril de 2023 afuera de la Primera Iglesia Bautista de Dadeville, Alabama, un día después de un tiroteo masivo perpetrado durante la fiesta de cumpleaños de un adolescente. Foto: Jeff Amy/AP

Asesinados a manos de desconocidos o abatidos por sus seres queridos. Masacrados en pueblos pequeños, en grandes ciudades, dentro de sus propias casas o al aire libre a plena luz del día. La constante matanza de este año en Estados Unidos dio lugar al más sombrío de los récords: los seis meses más letales de asesinatos masivos registrados desde, al menos, 2006.

Del 1 de enero al 30 de junio, el país sufrió 28 asesinatos masivos, todos ellos, excepto uno, perpetrados con armas de fuego. El número de víctimas mortales aumentó prácticamente cada semana, un ciclo constante de violencia y dolor.

Seis meses, 181 días, 28 asesinatos masivos, 140 víctimas, un país.

“Qué hito tan espantoso”, comentó Brent Leatherwood, cuyos tres hijos estaban en clase en una escuela cristiana privada en Nashville el 27 de marzo cuando un exalumno mató a tres niños y tres adultos. “Nunca piensas que tu familia formará parte de una estadística así”.

Leatherwood, un destacado republicano de un estado que no ha reforzado las leyes relativas a las armas, cree que se debe hacer algo para apartar las armas de las manos de las personas que podrían volverse violentas. La conmoción de presenciar la matanza tan cerca de casa lo ha impulsado a pronunciarse.

Un asesinato masivo se define como un suceso en el que cuatro o más personas son asesinadas, sin incluir al agresor, en un lapso de 24 horas. Una base de datos gestionada por la agencia de noticias Associated Press y USA Today, en colaboración con la Northeastern University, realiza un seguimiento de esta violencia a gran escala desde 2006.

El hito de 2023 superó el récord anterior de 27 asesinatos masivos, que se estableció solo durante la segunda mitad de 2022. James Alan Fox, profesor de criminología de Northeastern University, nunca imaginó registros como este cuando empezó a supervisar la base de datos hace unos cinco años.

“Solíamos decir que había entre dos y tres decenas al año”, explicó Fox. “El hecho de que haya 28 a mitad de año constituye una estadística impactante”.

Sin embargo, el caos de los primeros seis meses de 2023 no condena automáticamente a los últimos seis meses. El resto del año podría ser más tranquilo, a pesar del aumento de la violencia registrado durante el fin de semana festivo del 4 de julio, que incluso llevó al presidente estadounidense, Joe Biden, a condenar el derramamiento de sangre.

El presidente estadounidense emitió un comunicado desde la Casa Blanca con motivo del 4 de julio en el que lamentó la “serie de tiroteos trágicos y sin sentido ocurridos en comunidades de todo Estados Unidos”. El presidente señaló que tanto él como la primera dama, Jill Biden, “sentimos pesar por aquellos que han perdido la vida y, mientras nuestra nación celebra el Día de la Independencia, rezamos para que llegue el día en que nuestras comunidades queden libres de la violencia armada”.

Biden reiteró su petición de introducir reformas “significativas y de sentido común” para el control de las armas, incluida una renovada prohibición de las armas de asalto y los cargadores de gran capacidad, así como el fin de la inmunidad de los fabricantes de armas a la asunción de responsabilidades.

“Esperemos que haya sido solo un bache”, comentó Amy Barnhorst, una psiquiatra que es directora asociada del programa de investigación de prevención de la violencia de la Universidad de California en Davis.

“Podrían ocurrir menos asesinatos más adelante en 2023, o esto podría formar parte de una tendencia. Pero no lo sabremos hasta dentro de algún tiempo”, añadió.

Expertos como Barnhorst y Fox atribuyen la creciente matanza a una población cada vez más numerosa que dispone de un mayor número de armas en Estados Unidos. No obstante, a pesar de todos los titulares, los asesinatos masivos son estadísticamente poco frecuentes y representan una fracción de la violencia armada total que se registra en el país.

“Tenemos que mantenerlo en perspectiva”, indicó Fox.

Sin embargo, la violencia masiva suele incentivar los intentos de reformar las leyes relativas a las armas, aunque estos esfuerzos no siempre sean exitosos.

El gobernador de Tennessee, el republicano Bill Lee, instó a la asamblea general del estado, a raíz del tiroteo ocurrido en la escuela de Nashville, a que aprobara una ley que mantuviera las armas de fuego fuera del alcance de las personas que pudieran hacerse daño a sí mismas o a otros, las denominadas “leyes de bandera roja“, aunque Lee asegura que el término es políticamente tóxico. La aprobación de una ley de este tipo será una tarea difícil.

Leatherwood, exdirector ejecutivo del Partido Republicano de Tennessee y ahora director de la influyente rama de política pública de la Convención Bautista del Sur, envió una carta a los legisladores pidiéndoles que aprobaran la propuesta del gobernador.

Comentó que uno de sus hijos, que se preparaba para un reciente campamento, preguntó si estarían seguros en el lugar.

“Nuestro hijo preguntaba: ‘¿Creen que habrá un hombre armado que venga a este campamento? ¿Debo preocuparme por eso?'”. señaló Leatherwood.

En casi todos los asesinatos masivos ocurridos en el primer semestre de este año, 27 de 28, estuvieron implicadas las armas de fuego. El otro fue un incendio que mató a cuatro personas en una vivienda situada en la ciudad de Monroe, Luisiana.

A pesar de la matanza sin precedentes, la Asociación Nacional del Rifle mantiene su firme oposición a la regulación de las armas de fuego, incluidos los fusiles de asalto AR-15 y armas similares.

El hermano de Tito Anchondo, Andre Anchondo, fue una de las 23 personas asesinadas en el tiroteo masivo de 2019 perpetrado en un Walmart de El Paso, Texas. El hombre armado fue condenado la semana pasada a 90 cadenas perpetuas consecutivas, pero podría enfrentarse a más condenas, incluida la pena de muerte. El enjuiciamiento del ataque racista contra los clientes hispanos en la ciudad fronteriza constituyó uno de los mayores casos de crímenes de odio del gobierno estadounidense.

Andre Anchondo y su esposa, Jordan, murieron protegiendo a su hijo de dos meses de las balas. Paul, que escapó solo con los huesos rotos, ahora tiene cuatro años.

Tito Anchondo señaló que tiene la impresión de que el país ha olvidado a las víctimas de El Paso.

“Espero que las cosas puedan cambiar drásticamente porque este país va cuesta abajo por una pendiente muy, muy resbaladiza, una espiral descendente”, comentó.

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