El caso Jineth Bedoya: una esperanza para supervivientes de violencia sexual en Colombia El caso Jineth Bedoya: una esperanza para supervivientes de violencia sexual en Colombia
Jineth Bedoya, centro, periodista colombiana y víctima de violencia sexual, hará que su caso sea escuchado en un tribunal internacional. Fotografía: Jose Huesca / EPA

La Corte Interamericana de Derechos Humanos escuchará el lunes el testimonio de una periodista colombiana que fue secuestrada, torturada y violada mientras reportaba sobre la guerra civil en su país, en un caso que podría sentar precedente para miles de supervivientes de la violencia sexual en el país andino.

Jineth Bedoya ha estado buscando desde hace más de 20 que se le haga justicia y ahora realiza campañas en contra de la violencia sexual. Hasta ahora sólo ha logrado que tres de sus atacantes reciban sentencia.

“Que mi caso llegue a la corte internacional no sólo reivindica lo que me sucedió, como mujer y como periodista”, dijo Bedoya en un video en Twitter. “Abre una ventana de esperanza para miles de mujeres y niñas, que al igual que yo, padecieron violencia sexual durante el conflicto armado en Colombia”.

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El acuerdo de paz de 2016 con los rebeldes de izquierda de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia terminó formalmente con cinco décadas de lucha amarga que tuvo un saldo de 260 mil personas muertas y de 7 millones de desplazados. Los grupos paramilitares aliados del estado y otros grupos de izquierda contribuyeron a la masacre.

La violencia sexual era algo común durante el conflicto, pero entre las masacres y los secuestros masivos tendía a ser ignorada o tratada con impunidad. Entre 1985 y 2016, 15,076 personas fueron víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado, según un reporte del Centro Nacional de Memoria Histórica, y el 91% eran mujeres.

El 25 de mayo de 2000, secuestraron a Bedoya fuera de una prisión de Bogotá en donde iba a realizar una entrevista con un líder paramilitar en la prisión Modelo. La drogaron y la llevaron a las afueras de la ciudad en donde la golpearon y la violaron entre varios.

“No era una entrevista, era una trampa”, dijo Bedoya a The Guardian en 2019. “En mi cabeza no había una línea de tiempo porque muchas cosas pasaban al mismo tiempo  y yo ni siquiera sabía en dónde estaba”.

Después del ataque la dejaron por muerta y Bedoya tuvo que llevar a cabo su propia investigación debido a que las investigaciones oficiales no llevaban a ningún lado. Ahora, con el apoyo de la Fundación para la  Libertad de Prensa, FLIP, de Colombia, y el Centro de Justicia y Derecho Internacional, CEJIL, el estado colombiano podría ser llamado a comparecer por no garantizar ni proteger los derechos humanos de Bedoya.

“Este caso es increíblemente importante porque proporciona la oportunidad de sentar un precedente para la región sobre la violencia sexual en contra las periodistas bajo el pretexto de un conflicto armado”, dijo Jonathan Bock, director de FLIP. “La violencia sexual en contra de las mujeres fue una de las atrocidades del conflicto y Jineth se ha convertido en la representante de miles de supervivientes”.

EL caso de Bedoya también pone en el centro de atención el número alarmante de casos de violencia de género que continúan sacudiendo a este país sudamericano. Este año, Colombia lleva registrados 55 casos de feminicidio, según la Fundación de Feminicidio de Colombia, una ONG que proporciona apoyo a mujeres y da seguimiento a casos de violencia de género, y 39 casos aún no se han verificado.

Olga Amparo Sánchez, directora de la Casa de la Mujer, una ONG para los derechos de la mujer, dice que el hecho de que el caso de Bedoya llegue a la corte internacional tiene gran importancia política y simbólica.

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“Políticamente es importante porque reconoce que la violencia sexual se utilizó como un arma en contra de las mujeres durante el conflicto, además de otras formas de violencia, y que era sistemática”, dijo Amparo Sánchez. “Simbólicamente es importante tener una corte de perfil tan alto que haga visible el pernicioso asunto de la violencia sexual.

“Y en todo América Latina, en situaciones de conflicto o no, la violencia sexual se utiliza para oprimir a las mujeres”, dijo.

“Si este caso ayuda a construir una Colombia más justa… tengo mis dudas de que el gobierno honre cualquier decisión”, dijo la activista. “Sólo se logrará con un instrumento para que otras mujeres puedan buscar justicia y reparación”.

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