¿Por qué son tan caros los huevos?
'Como advirtió un estudio publicado en 2018: 'La edad de oro de los antibióticos marcó el comienzo de la carrera armamentista entre humanos y bacterias.' Foto: Mark Henderson/Alamy

El aumento del precio de los huevos ha aparecido en las noticias, pero la causa ha estado prácticamente ausente en los principales medios de comunicación. Una pandemia mundial de influenza aviar de alta patogenicidad (IAAP), un tipo de influenza aviar (H5N1), ha provocado la muerte de más de 43 millones de gallinas en la industria del huevo, causando una caída en el suministro de huevos y precios más altos para los consumidores.

Mientras la industria y los funcionarios gubernamentales trabajan intensamente para controlar este brote, la cuestión más relevante es que el confinamiento de miles de millones de animales en condiciones crueles y estresantes exacerba la propagación de la enfermedad.

El problema está empeorando, y la agroindustria debe dejar de distraer a los consumidores con mensajes sobre los altos precios de los huevos y rendir cuentas por su conducta irresponsable. En las granjas industriales de Estados Unidos, los animales utilizados para producir carne, leche y huevos destinados al consumo humano viven hacinados por miles en condiciones insalubres, y se les alimenta con una dieta constante de fármacos para prevenir las enfermedades resultantes

Lo anterior, ayuda a mantener a los animales productivos y vivos el tiempo suficiente para que lleguen al mercado, lo cual beneficia a la agroindustria a corto plazo, pero está contribuyendo al desarrollo de formas más virulentas de patógenos resistentes que ponen en peligro el bienestar tanto de los animales humanos como de los animales no humanos.

Como advirtió un estudio publicado en 2018: “La edad de oro de los antibióticos (de la década de 1950 a la de 1970) marcó el comienzo de la carrera armamentista entre humanos y bacterias. La resistencia a los antimicrobianos se encuentra ahora entre las mayores amenazas para la salud humana”.

“El confinamiento de miles de millones de animales en condiciones crueles y estresantes exacerba la propagación de enfermedades, y el problema está empeorando”.

Y por si las bacterias resistentes a los antibióticos no fueran lo suficientemente aterradoras, los virus también mutan y evolucionan y pueden pasar de una especie a otra. La actual pandemia de influenza aviar cobró su primera víctima humana, una niña de 11 años en Camboya, y también se ha detectado su propagación entre mamíferos en granjas de visones.

No conocemos todos los riesgos que representan esta y otras zoonosis, especialmente con la continua evolución de nuevas variantes, pero lo que sabemos hasta el momento, según la Organización Mundial de la Salud, es lo siguiente:

“Los seres humanos pueden infectarse con los virus de la influenza aviar, porcina y otros virus de gripe zoonótica, como los subtipos A(H5N1), A(H7N9) y A(H9N2) del virus de la influenza aviar y los subtipos A(H1N1), A(H1N2) y A(H3N2) del virus de la influenza porcina”.

Nuestra reciente experiencia y los retos que planteó la pandemia mundial de Covid-19 deberían servirnos de importante recordatorio de que los seres humanos, al igual que otros animales, son susceptibles de contraer enfermedades transmisibles procedentes de otras especies.

Los mejores científicos y expertos del mundo han logrado un éxito limitado en el control del Covid-19 o incluso en la determinación de su origen con certeza, y es imposible predecir qué nuevas variantes de enfermedades zoonóticas se desarrollarán o la magnitud total de estos riesgos emergentes.

La ciencia es una herramienta valiosa para comprender nuestro mundo y a nosotros mismos, así como la forma en que interactúan los microbios y otros animales y organismos, pero es limitada. Puede reducir complejas multitudes de cuestiones interrelacionadas a un limitado conjunto de mediciones empíricas, y también puede tener sesgos.

Los investigadores que trabajan para industrias que tienen intereses particulares suelen centrarse en objetivos estrechos sin tomar en consideración los contextos e implicaciones más generales. Dentro de la ganadería, la ciencia se centra en aumentar la rentabilidad mediante la manipulación genética, el desarrollo de alimento para animales y otros insumos para maximizar la productividad, y la ingeniería de sistemas para aumentar la velocidad y la eficacia de la cría y el procesamiento de miles de millones de animales destinados a la alimentación.

Los pollos, cerdos, reses y otros individuos explotados en la agricultura son llevados al límite de su capacidad biológica, lo cual incrementa su susceptibilidad a las enfermedades cuando sus organismos y sistemas inmunitarios se deterioran.

“El sector de la ganadería industrial engendra miseria, enfermedad y destrucción. No es saludable ni sostenible. Esto tiene que cambiar”.

Cuando las enfermedades en los animales amenazan las ganancias de la industria, la agroindustria se ve motivada a actuar. No obstante, cuando los costos asociados a las enfermedades y muertes de animales son menores que las ganancias financieras generadas por el severo sistema que las crea, la industria considera que las enfermedades y muertes son pérdidas económicas aceptables.

Por ejemplo, cuando se obliga a los pollos a crecer seis veces más rápido que antes, el sistema es rentable, aunque muera un porcentaje significativo de ellos. Resulta sorprendente que, incluso sin enfermedades como la IAAP, se prevea que cientos de millones de animales de granja en Estados Unidos mueran cada año antes de llegar al matadero debido a las realidades de un sistema que antepone las ganancias a la salud o el bienestar de los animales.

El sector de la ganadería industrial engendra miseria, enfermedad y destrucción. No es saludable ni sostenible, y recibe miles de millones de dólares de subvenciones gubernamentales. Esto tiene que cambiar.

Podemos alimentar a las personas de forma más eficaz y favorecer la biodiversidad y unos ecosistemas más resistentes consumiendo directamente alimentos vegetales en lugar de cultivar piensos para los animales de granja. En Estados Unidos se utiliza 10 veces más tierra para alimentar a los animales de granja que a los seres humanos.

Podemos aligerar nuestra huella, reducir el estrés ecológico y disminuir el riesgo de que los seres humanos y otros animales contraigan enfermedades si ponemos fin a la ganadería industrial y adoptamos una agricultura vegetal. El hecho de evitar el sufrimiento intolerable y la muerte innecesaria de miles de millones de animales cada año también beneficiaría a la humanidad.

Gene Baur es presidente y cofundador de Farm Sanctuary, el primer santuario y organización de defensa de los animales de granja de Estados Unidos.

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