En los trenes de la India regresan los jarros de barro para servir el té y acabar con el plástico
El alfarero Anilbhai Prajapati lleva una charola con jarros para el té de barro para su secado en un taller de su pueblo. Foto: AFP/Getty Images. Sam Panthaky

Amrit Dhillon/The Guardian

Una pequeña y humilde reliquia de la India está a punto de regresar con todo. En las 7 mil estaciones del tren del país, el té se servirá en los jarros de barro conocidos como kulhads.

Los kulhads, reminiscencia de un pasado pastoral, no tienen pintura, ni barniz, ni asas, pero son totalmente biodegradables y amigables con el medio ambiente, razón por la que el ministro de ferrocarriles del país, Piyush Goyal, dijo que reemplazarán a los vasos de plástico como parte del objetivo de acabar con el uso de plásticos en el país.

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“Los kulhads no sólo ayudarán a reducir el uso de plástico tóxico y a cuidar el medio ambiente, también darán trabajo e ingresos a cientos de miles de alfareros”, dijo Goyal al hacer el anuncio. Dijo que recuerda que el sabor del té es mejor en los kulhads.

Muchos indios recuerdan de la misma forma el estar parados en las plataformas del tren en invierno con un kulhad entre las manos lleno de té caliente, el cual, juran, sabe mucho mejor a causa del aroma de tierra que le da el barro.

En tiempos de consumismo interminable y de la cultura desechable, también son símbolo de una forma de vida basada en la tierra y  en las artesanías.

No se trata de la primera vez que se intenta regresar al uso de kulhads. Uno de los predecesores de Goyal, Lalu Prasad Yadav, conocido por sus antecedentes rurales y rústicos, trató de recuperar los kulhads hace 16 años, pero la idea no se implementó de la manera adecuada y las tazas de plástico siguieron siempre en uso. Aún así, en las estaciones de lugares como la ciudad sagrada de Varanasi, es posible encontrar kulhads.

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El plan esta vez es hacerlos universales para servir el té en trenes o en las plataformas. En tiempos de Covid se tiene la ventaja extra de que son naturalmente higiénicos, porque se hornean y pocas veces se reutilizan.

India tiene una rica tradición de alfarería. Cada pueblo tiene un alfarero. Aunque la demanda haya disminuido a causa del plástico, el acero o la melamina, las ollas de barro para el agua siempre están presentes en la vida de cualquier pueblo.

Incluso en los vecindarios más afluentes, siempre hay una olla de barro  llena de agua fuera de la casa como gesto de buena voluntad para las personas que pasen y tengan calor o sed.

Durante el festival hindú de la luz, el Diwali, se encienden pequeños recipientes de barro. En ocasiones especiales se sirven postres en recipientes similares decorados con una hoja de plata y pistaches.

Antes de la pandemia, 23 millones de personas viajaban en tren todos los días, por lo que se necesitaría un número astronómico de kulhads. Esta política, dice la experta en artesanías, Jaya Jaitly, podría generar un ingreso para dos millones de alfareros. Jaitly participó antes en esfuerzos para reintroducir el uso de kulhads en los ferrocarriles y dijo que lo primero que tienen que hacer los ferrocarriles es abandonar la idea de tener un estándar común de forma y tamaño.

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La alfarera Kanta Ram espera que el cambio al uso del barro incremente sus ingresos. Foto: Amrit Dhillon

Esta es la razón por la que falló una política similar a principios de los 90. Como el barro varía de región en región, y se trabaja a mano, los alfareros no pueden hacer tazas exactamente iguales como sucede con los procesos industriales.

El esquema también funcionará, agrega, si el gobierno asegura que está bien coordinado, y le da acceso a los alfareros al barro que se encuentra escaso porque hay construcciones en las zonas de los ríos, canales y cuerpos de agua que es donde se consigue.

También será un reto organizar a los alfareros que se encuentran regados por todo el país. “Tendrá que haber centros de proveedores cerca de las estaciones, con electricidad y otras facilidades para que los artesanos puedan trabajar. El transporte local puede usarse para transportar las tazas y también se crearán más fuentes de empleo”, dijo Jaitly.

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La Comisión de Industrias de Khadis y Pueblos ya empezó a proveer 20 mil tornos eléctricos de alfarería y equipo para más de 100 mil artesanos.

“Con estos tornos se podrán producir 2 millones de kulhads al día. Las máquinas aumentarán su producción por lo menos cuatro o cinco veces y vamos a poder abastecer muchos, muchos más. El ingreso promedio de un artesano pasaría de 2,500 rupias (675 pesos) rupias a 10,000 rupias mensuales”, dijo el presidente de la comisión Vinai Kumar Saxena.

En New Friends Colony, una zona residencial en Delhi, la alfarera Kanta Ram se sienta en un banco al lado del camino para esperar a sus clientes. Diwali es una buena época porque los indios alumbran sus casas con diyas. Puede llegar a vender cientos de ellas en un día. Sin embargo, a causa de la pandemia las celebraciones se están limitando y ella se las está viendo difícil. Las macetas son el artículo que más vende. Sus kulhads se venden en cinco rupias cada uno pero no las piden mucho.

“La gente prefiere el plástico. Si tuviera un pedido por mayoreo me sentiría más segura”, dice.

Traducido por Graciela González

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