The Pillowman
Archipiélago Reportera cultural egresada de la ENEP Aragón. Colaboradora en Canal Once desde 2001, así como de Horizonte 107.9, revista Mujeres/Publimetro, México.com, Ibero 90.9 y Cinegarage, entre otros. Durante este tiempo se ha dedicado a contar esas historias que encuentra a su andar. X: @campechita
The Pillowman

El mundo es un lugar hostil en el que pocas cosas nos ayudan a escapar del horror. Martin McDonagh

En un cuartel lúgubre de la autoridad local miramos una mesa, dos sillas, un anaquel y un archivero, se abre la puerta y entra una mujer con los ojos cubiertos, exhala miedo, sus mejillas rojas también, se sienta, comienza a explorar su alrededor y entonces se abre la puerta otra vez, se dibujan las siluetas de sus inquisidores…

Así el primer acto de The Pillowman, obra del dramaturgo inglés Martin McDonagh, quien también ha hecho cine y es conocido por un estilo descarnado y cargado de brutalidad. En las artes escénicas le llaman In yer face, ya que destaca la violencia y lo grotesco, quizá le viene de eso que vio a muy temprana edad: dejó la escuela a los 16 años y se quedó solo con su hermano mayor en el convulsivo Londres de los 80. Con apenas 24 años comenzó a escribir teatro, dos años después –en 1996– estrenó La reina de belleza, puesta en escena que le valió el premio del Circulo de la crítica teatral británica, en 1997 escribió obras para la Royal Court Theatre. Llegó al Royal National Theatre y al Royal Shakespeare Company, pero su nombre saltó a la fama internacional con The Pillowman, obra de 2003 que cimbró el Royal National Theatre, para el 2005 ocuparía las marquesinas de Broadway, ganó los premios Laurence Olivier, el del Círculo de la Crítica de Nueva York y un Tony. 

Volvamos a la obra. Es una pieza con diálogos que se entrelazan como ráfagas, al cabo de unos minutos descubrimos que la chica con la venda en los ojos se llama Katurian, trabaja limpiando la sangre y vísceras de los animales sacrificados, labor que le da para comer, ya que su verdadera pasión es escribir cuentos y eso es precisamente lo que la tiene ahí, como tonta con los ojos vendados, al menos eso le dice el oficial Tupolski al entrar a la habitación. La versión en México es dirigida por Miguel Septién, giro que quizá inspiro a David Serrano en su montaje en España, un cambio de género a Katurian, quien en el libreto original era hombre y ahora es interpretada por Regina Blandón, actriz que se apropia del personaje y en cada gesto y breve reflexión nos intriga y conmueve. Al oficial Tupolski le da vida Pablo Perroni, su compañera es la oficial Ariel, a cargo de Monserrat Marañón, ambos juegan al bueno y al malo con Katurian, quien hecha un manojo de nervios trata de indagar el porqué de su situación.

Se preguntarán: ¿cuál es el conflicto? Resulta que Katurian escribe cuentos macabros, pequeñas historias que revelan infancias rotas, tocadas por la violencia, relatos cargados de brutalidad que entre líneas resguardan cierta poética y referencias literarias. En algún momento de la obra la propia Katurian defiende su obra al decir: “no hay finales felices en la vida real”.

Conforme avanza la obra nos cuentan esas historias que incriminan a Katurian, descubrimos su infancia, cómo fue que adquirió el gusto por la escritura, la existencia de su hermano Michal, interpretado por Alfonso Borbolla, quien presenta –con dejos de inocencia y maldad– pistas sobre eso que acusa a su hermana y que de alguna manera ella le debe a él. 

Estamos frente a una obra que provoca empatía, pero también rechazo, conflicto sobre el valor de una obra, sobre qué tanto el artista o creador debe defender su propuesta y va más allá, puesto que nos enfrenta al dilema de la familia, porque al final no la elegimos pero si hay una carga que a veces queremos echar por la borda, aunque nos gana ese lazo. La sangre llama, como dirían las abuelas, entonces viene el sacrificio y en el caso de la puesta en escena de Martin McDonagh, en la versión de Miguel Septién, nos trastoca y cuestiona.

Nos encontramos frente al acto escénico en su más pura expresión y es de celebrarse que suceda en 2022, en una época en que las certezas se desdibujan y surge la oportunidad de repensarse. Al final, eso provoca el teatro: un acto vivo que nos refleja, ya que se dice que la ficción duele, pero la vida real duele más.

The Pillowman tendrá temporada hasta el 3 de abril en el Foro Lucerna, en Lucerna 64, colonia Juárez. Las funciones son de viernes a domingo.

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