Ucrania y México: una misma desgracia
Breve, pero a fondo

Periodista por convicción y formación. Con una trayectoria de 30 años, desarrolló su carrera en distintos medios, entre estos, Worldwide Television News, United Press International y Notimex. Fue corresponsal en Centroamérica, Colombia y EU. Ha realizado coberturas en México y el mundo. Colaboró por 20 años en El Universal. Coautor del libro Haití, Isla Pánico. Twitter: @jlruiz10 

Ucrania y México: una misma desgracia
Las tragedias mexicanas y ucranianas tienen muchas similitudes. Foto: Twitter @GN_Carreteras.

La tragedia que se vive en Ucrania tiene muchas similitudes con lo que ocurre en México, pero el punto de convergencia más relevante es uno: el dolor humano.

Las escenas que a diario vemos a través de los noticieros o en las redes sociales sobre los acontecimientos en Kiev, Járkiv, Chernihiv, Sumy, Lutsk, Kharkiv, Dnipro, Odessa y Mykolaiv nos evocan lo que ocurre en muchos estados del país, donde la violencia, el despojo y la inseguridad revelan el infortunio en el que se encuentran sumergidos miles de mexicanos cotidianamente.

Si bien en México no hay bombardeos, es casi normal ver enfrentamientos armados entre fuerzas con la misma capacidad de fuego; por un lado, el Ejército mexicano, la Guardia Nacional y cuerpos policiacos estatales; por el otro, células del crimen organizado, que aceleradamente ganan terreno operativo.

El Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel del Noreste prácticamente han invadido grandes territorios del país, eso sin contar la influencia que tiene el Cártel de Sinaloa en estados fronterizos con Estados Unidos.

Por eso no es extraño para nosotros ver escenas tan crueles y sangrientas como las que ahora el mundo atestigua con la invasión de Rusia a Ucrania. Aquí vemos a diario grotescas imágenes de enfrentamientos, asesinatos y ejecuciones. Poblaciones enteras huyendo de sus comunidades, padeciendo el terror que produce el tableteo de las armas de alto calibre que en cascada llegan a México en un tráfico descarado y sin control.

Apenas vimos dramáticas imágenes, que difundió la agencia de noticias Associated Press, de la barbarie con la que está actuando el ejército ruso en Mariupol, sometida a intensos bombardeos y sobretodo ataques a objetivos civiles, el resultado: decenas de habitantes de esa ciudad del sureste ucraniano; muertos, heridos y en el mejor de los casos, desplazados. Lo más trágico es la muerte de niños y de mujeres embarazadas, ejemplos de la vulnerabilidad humana o, en la otra cara, también resultado de la brutalidad del hombre.

Ver esas escenas donde los propios ucranianos arrojan los cuerpos de amigos, esposas, padres, abuelos y hasta hijos a fosas comunes rompen el alma. Aquí mismo, es desolador ver todos los días a madres y padres buscando a sus hijos o familias a uno de los suyos, que seguramente fue desaparecido o asesinado por algún grupo del crimen organizado, que ya tiene sometido a México en una vorágine de terror.

La reciente ejecución múltiple (se presume fueron 17 personas) ocurrida en San José de Gracia, Michoacán, es solo un ápice de la violencia que se vive en el país.

De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en México solo en el mes de febrero se cometieron 81 homicidios dolosos al día, que en el mes totalizaron 2 mil 268. En Michoacán, Guanajuato, Baja California, Estado de México, Jalisco y Chihuahua se concentraron el 50% de los casos. El dato resulta aún más escalofriante si lo comparamos con Ucrania, que padece una real invasión de uno de los ejércitos más poderosos del planeta: el ruso. Según la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, al menos 690 civiles han muerto en 22 días de conflicto, lo que significa que al día han muerto 31 personas, es decir, 50 menos que en México.

Pero eso no es todo, en el país hay miles de víctimas colaterales de esta guerra entre grupos del crimen organizado (desapariciones forzadas, despojos, desplazados, ejecutados y muchas otras vejaciones), lo mismo sucede en Ucrania, donde se calcula que más de 3 millones de personas han huido del país, sin soslayar que la incursión rusa ha ocasionado mil 143 heridos.

Por supuesto que la muerte de periodistas es otro de los efectos indirectos de cualquier conflicto. Mientras en el país eslavo han muerto ya cinco corresponsales en lo que va de esta invasión, aquí la violencia ha cobrado la vida de tres comunicadores en el mismo periodo, pero si contabilizamos los caídos por sus coberturas periodísticas en lo que va del año, suman ocho.

Por eso no es una exageración decir que lo que vivimos en México se parece mucho a la tragedia que enfrenta Ucrania, también aquí se ven episodios horrendos cotidianamente y lo normal son las noticias en las que se habla de pueblos fantasmas, por el éxodo de sus habitantes, producto de la violencia y la persecución, así como de la incapacidad de las autoridades por hacer valer el Estado de derecho.

Una prueba de la situación que se vive en el país es la treintena de masacres que han sacudido a estados como Zacatecas, Michoacán, Veracruz, Guanajuato, Hidalgo y Chihuahua en lo que va de este joven 2022.

México y Ucrania en muchos sentidos enfrentan los mismos fenómenos, pero no hay que olvidar que esa nación atraviesa por un estado de guerra y nosotros en teoría no; sin embargo, los hechos nos dicen otra cosa y no lo podemos ignorar.

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