Anhelé: La dura realidad de denunciar a tu agresor

Activista, luchadora social y promotora de los derechos humanos de las mujeres, niñas, niños, personas con discapacidad, comunidades indígenas y personas LGBTQ+. Presidenta de la Asociación Civil Rosa Mexicano. @catymonreal_

Anhelé: La dura realidad de denunciar a tu agresor
Foto: Facebook Edgar Oceransky

La realidad de la violencia contra las mujeres es algo que es difícil dimensionar como sociedad. INEGI revela que 7 de cada 10 mujeres reconocen haber experimentado violencia por ser mujeres al menos una vez en su vida. Es algo con lo que cargamos todas las mujeres de este país. Es la razón por la cual avisamos cuando llegamos a casa. La principal forma de violencia fue la psicológica (el 52%), seguida de la violencia sexual. Pero no hablamos de esto. La violencia sexual es minimizada en nuestro país. A las mujeres se nos enseña a callar, por miedo a la vergüenza que la violencia sexual trae en quienes la sufren. Simplemente buscar justicia se vuelve una encrucijada que hace que las mujeres terminen por no denunciar.

Por un lado, está la realidad de la impunidad. Según un comunicado del Senado, en 2021 se cometieron más de 88 mil violaciones de mujeres, lo que significaría que, en promedio, cada día habrían sido violadas 243 mujeres mayores de 18 años en todo el país.  De acuerdo al mismo estudio en 2021, se registraron 1.7 millones de delitos sexuales, pero solo fueron recluidas 10 mil 807 personas a las cárceles del país acusadas de delitos contra la libertad y seguridad sexual, lo que implica que, por cada 157 delitos sexuales cometidos en ese año, sólo una persona pisó la cárcel.

La vergüenza e impunidad son los grandes elementos por lo que no se denuncia este tipo de delitos. Retomo el caso de Anhelé Sánchez Delgado quien acuso por redes sociales a Edgar Oceransky por grooming, acoso y abuso sexual de menores. El caso ha vuelto a estar en la mira pública porque Oceransky ha demandado a Anhelé. Independientemente de la resolución del caso, quiero rescatar algunos detalles que nos revelan la complejidad de acceder a la justicia con perspectiva de género. El primero es que denunciar es romper con el pacto patriarcal. Un argumento que Oceranksy ha esgrimido para probar su inocencia ha sido que las declaraciones que presentó Sánchez Delgado en redes sociales “estaban fuera de contexto” y eran parte de un sketch o broma. 

¿Cuántas veces se tiene que repetir que el abuso sexual contra menores no es para reírse? Esta excusa rancia y misógina no fue suficiente para Dani Flow, y no debe ser suficiente para Oceransky ni para nadie. Eso tiene que quedar claro independientemente de que cómo desemboque el caso. Por otra parte, están las otras excusas machistas de siempre: que, si una presunta víctima se tarda en denunciar, entonces probablemente este mintiendo.

Los procesos de cada persona que ha sufrido violencia sexual son complejos. A veces es sólo después de muchos años que las personas que han sufrido este delito se sienten con la confianza o la fuerza suficiente para denuncias. A veces es hasta años después que tienen los medios económicos para hacerlo. Esta complejidad fue reconocida en nuestro país cuando se decretó que los delitos sexuales no prescriben cuando son contra menores de edad. 

De nuevo, independientemente del veredicto de la denuncia presentada por Oceransky, en este caso podemos ver aún la dificultad de denunciar a tu agresor. Esta dificultad está presente aún en victimas que se consideran privilegiadas. Taylor Swift, quizás una de las mujeres más famosas del mundo, fue demandada por difamación por David Mueller, cuando esta lo acusó de haberla agredido sexualmente. Le tomó 4 años de su vida lograr probar que Mueller no sólo era un agresor sino que había mentido. Si una mujer capaz de dejar una derrama económica de más de mil millones de pesos por tour tuvo que luchar contra capa y espada para probar que sufrió de violencia, ¿qué podemos esperar las demás?

La violencia contra las mujeres es real. La violencia sexual contra menores jamás será una broma. Tenemos que seguir trabajando para alcanzar un sistema de justicia que erradique la impunidad contra la violencia de género y una sociedad que no tolere estos abusos.

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