Gente de cine
HÍBRIDO

Como crítico de cine y música tiene más de 30 años en medios. Ha colaborado en Cine Premiere, Rolling Stone, Rock 101, Chilango, Time Out, Quién, Dónde Ir, El Heraldo de México, Reforma y Televisa. Titular del programa Lo Más por Imagen Radio. X: @carloscelis_

Gente de cine
Película: 'MaXXXine'. Foto: Universal Pictures

Apenas hace unas semanas se armó un gran revuelo en redes sociales después de que el productor, crítico musical y personalidad de la televisión, Arturo López Gavito, se presentara en el canal de YouTube de la creadora de contenido Gaby Meza para hablar de cine mexicano, entre otras cosas. López Gavito manifestó su desdén hacia la cinematografía nacional, hizo declaraciones muy desafortunadas y así se ganó el desprecio de varios.

Como respuesta, algunos cinéfilos e influencers ayudaron a circular la carta de una blogger que funcionaba como réplica a los argumentos de López Gavito. Me parece que esta polémica pudo quedarse dentro de un nicho muy reducido pero se amplificó, precisamente, por el foro que el crítico escogió para hacer sus afirmaciones, el videopodcast de Meza, una de las influencers más populares en México en cuanto a temas de cine.

El problema de López Gavito no es que no tenga sus propias razones, sino que le faltaron argumentos y dijo muchas tonterías. Es el clásico boomer que, por haber gozado de cierto prestigio en una época importante del espectáculo en México, cree que ya puede decir cualquier barbaridad sin fundamento y siempre va a tener la razón. Pero la vida real no es como en La Academia, señor “juez de hierro”.

No obstante, los argumentos de la blogger tampoco fueron tan bien externados. Leer su carta es someterse a una “orgía de evidencias” y una verborrea insufrible. Y esto es lo que comúnmente sucede cuando te pones a hablar con ese tipo de cinéfilos, entusiastas de la industria del cine y, específicamente, defensores de la cinematografía nacional. Se apasionan como fans y se ponen beligerantes, emocionales y soberbios.

Casi todos los argumentos de aquellos que defienden el estado actual del cine mexicano fallan, para mi gusto, en dos cuestiones muy importantes. La primera, desde el punto de vista de la crítica y los medios de comunicación, es que apoyar al cine mexicano sólo por apoyarlo no cumple como servicio al consumidor. La segunda es que, aquellos que se jactan de ser conocedores asumen que es obligación del público ser igual que ellos.

Si alguien como López Gavito insinúa que sólo se producen comedias en México, enseguida salta un “conocedor” a restregarnos lo obvio, que tal argumento es falso y que se produce más cine. Lo que viene enseguida no termino de entenderlo porque todos hacen lo mismo, una larga lista de títulos de cine mexicano contemporáneo que parece un challenge entre “conocedores” para demostrar quién ha visto los títulos más exóticos del cine nacional, con películas que ni el propio Jorge Ayala Blanco ha tenido oportunidad de ver.

En lo personal, me parece un despropósito amontonar todos esos títulos. Nada tienen que hacer películas como No quiero ser polvo (2022) o Los días francos (2021) junto a Huesera (2022) y Noche de fuego (2021). Todas son películas mexicanas, sí, pero sus valores de producción son muy distintos y las separa un abismo en cuanto a distribución y exhibición. Si vamos a ser estrictos, busquemos un argumento que no descalifique al gran público por lo que no conoce, ya que es ajeno a problemas de productores, distribuidores, exhibidores e instancias culturales, los verdaderos responsables de que el cine nacional no se vea.

Yo puedo ser un entusiasta del cine y también apoyar a la producción nacional en la medida de mis posibilidades, pero sobre todo, soy miembro de los medios de comunicación y mi responsabilidad está con el consumidor. Lo siento, pero yo no puedo decirle a los lectores que todas las películas mexicanas son una gloria y que se gasten su dinero en ver puras óperas primas o cine independiente. La relación costo-beneficio me impide mentirles.

En los últimos años hemos sido testigos de cómo los grandes directores, ante la crisis que enfrenta su industria, se han volcado en realizar cine que trata sobre el cine mismo. Desde Quentin Tarantino con Once Upon a Time… in Hollywood (2019), pasando por David Fincher y Mank (2020), Sam Mendes y Empire of Light (2022), Damien Chazelle y Babylon (2022), hasta Steven Spielberg con The Fabelmans (2022), la intención es clara: que el público vuelva a empatizar con los miembros de esta industria y regrese a las salas de cine.

Tal tendencia no ha parado y es así como hoy tenemos películas que tratan sobre la “gente de cine” y todos sus oficios. Historias sobre directores (Dolor y gloria de Pedro Almodóvar, Bardo de Alejandro González Iñárritu), productores (Il sol dell’avvenire de Nanni Moretti, Le Livre des solutions de Michel Gondry), actores (Blonde de Andrew Dominik, May December de Todd Haynes), editores (Cerrar los ojos de Víctor Erice, Las cosas indefinidas de María Aparicio), compositores (Maestro de Bradley Cooper, tick BOOM! de Lin Manuel Miranda), asistentes de producción, casting y scouting (Do Not Expect Too Much from the End of the World de Radu Jude), managers (Conversaciones sobre el odio de Vera Fogwill), apoyo sicológico (Sibyl de Justine Triet), hasta pornógrafos (MaXXXine de Ti West, A Spoiling Rain de Haruhiko Arai). También hay mexicanas, como El mirador de Diego Hernández, El guardián del faro de Rafael Martínez García o Un actor malo de Jorge Cuchi.

Se entiende que existen intereses entre los miembros de la industria cinematográfica en México, patrocinadores, agencias de relaciones públicas y medios de comunicación, y que a veces trabajamos mano con mano para impulsar a esta y otras industrias. Pero también hay amiguismo e influyentismo que generan presión, y este gremio termina por asumir que los medios sólo estamos para convencer a la sociedad de andar correteando sus películas por festivales de cine y exhibición limitada, y empatizar con cualquier persona que necesita al menos 2 millones de pesos cada vez que se quiere expresar con imágenes.

No es que López Gavito estuviera 100% equivocado en lo que trató de decir, simplemente llegó sin argumentos para defender su postura, eso sí, bastante necia. Y es que en el mundillo de los autonombrados cinéfilos, que hoy se extiende a varios medios de comunicación, sobran aplaudidores del cine mexicano y vaya que faltan auténticos críticos de cine que le digan unas cuantas verdades a los responsables de esta adolorida industria.

Personalmente, yo no tolero películas como Un actor malo o Señora influencer, y así lo expreso cuando lo creo pertinente. Tampoco me van a convencer de que Isaac Ezban e Issa López son grandes directores, aunque lo digan Guillermo Del Toro o Stephen King. Pero sus películas han logrado encontrar un público y, si vamos a hablar de ética profesional, esto es algo que hay que aprender a respetar si lo que pretendemos es poner al consumidor primero.

BREVES

Con el estreno de MaXXXine, el 4 de julio, se completa la trilogía de terror del director Ti West (X, Pearl). No es que las anteriores películas tuvieran grandes audiencias en México, pero la tercera ha causado expectación. También en cines, el estreno de La favorita del Rey (Jeanne Du Barry) con Johnny Depp, y continúa El libro de las soluciones (Le Livre des solutions), para mi gusto una de las mejores comedias del año pasado.

En Netflix, sus próximos estrenos incluyen una película argentina y otra italiana. La primera es Goyo, una comedia del director Marcos Carnevale, desde el 5 de julio. La segunda es Desaparecidos en la noche (Septimo), una historia de suspenso, desde el 11 de julio.

Para más información sobre las películas y series comentadas cada semana, visita mi perfil en Letterboxd.

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