10 mil litros al día por cada cancha: el enorme impacto del Mundial de Qatar en las aguas del Golfo
Un miembro del personal trabaja en la cancha mientras los aspersores rocían agua en el Estadio 974, una de las sedes del Mundial de Futbol de Qatar 2022. Foto: Hamad I Mohammed/Reuters

A medida que se acerca el Mundial, Qatar va a necesitar al menos 10 mil litros de agua al día para cada una de las canchas de sus estadios. Al estar ubicado en una región que prácticamente no tiene acceso al agua dulce, va a recurrir a la desalinización, la práctica de extraer el agua salada para que sea potable.

Parece una solución elegante, sin embargo, el problema es que la desalinización, que se prevé que aumente un 37% en toda la región del Golfo en los próximos cinco años, tiene enormes costos ambientales, en términos de los combustibles fósiles utilizados para llevar a cabo el proceso, y el medio ambiente marino. Pero sin ella, ¿cómo puede la región árida saciar su sed?

El 43% de la capacidad mundial de desalinización procede de los países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). A pesar de la escasez de agua, el CCG es uno de los principales consumidores de agua del mundo y depende fuertemente de las plantas desalinizadoras.

Los Emiratos Árabes Unidos poseen uno de los índices de consumo de agua per cápita más altos del mundo, ya que sus habitantes consumen aproximadamente 500 litros al día, un 50% más que el promedio mundial.

Sin embargo, muchos países del CCG, como los Emiratos Árabes Unidos, siguen empeñados en promover estilos de vida ricos en agua mediante las iniciativas de desalinización. Los jardines cuidados y los parques acuáticos son comunes en todas las ciudades, y en el espectáculo de la fuente de Dubái, cada media hora durante todo el día, más de 83 mil litros de agua salen disparados a la altura de un edificio de 50 pisos.

No obstante, con el aumento de la población, la industria hídrica de la región se enfrenta a una presión cada vez mayor. “Estas plantas básicamente tienen ríos que corren a través de ellas. Si observamos la capacidad de desalinización del CCG en conjunto, el volumen de agua que circula a través de ellas es aproximadamente cuatro veces mayor que la cantidad de agua que fluye por el Támesis”, afirma Will Le Quesne, director del programa de Medio Oriente del Centro de Ciencias Ambientales, Pesqueras y Acuícolas del Reino Unido.

Maryam Rashed Al Shehhi, profesora auxiliar de infraestructuras civiles e ingeniería medioambiental en la Universidad de Khalifa en los Emiratos Árabes Unidos, comenta: “La desalinización es nuestra principal fuente de agua dulce. Es una región muy árida y han disminuido las precipitaciones anuales. Así que resulta muy aterrador pensar en otras fuentes de agua”.

Desde la década de 1950, el CCG ha estado a la vanguardia en materia de desalinización. Las costas del sur del Golfo cuentan con más de 300 plantas desalinizadoras, la mayoría ubicadas en Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Bahréin.

Hacer funcionar la mayor concentración de plantas desalinizadoras del mundo requiere una gran cantidad de energía. Arabia Saudita, el mayor productor, representa una quinta parte de la producción mundial, con aproximadamente 30 plantas desalinizadoras que queman 300 mil barriles de petróleo crudo al día.

De hecho, la mayoría de las plantas desalinizadoras funcionan con petróleo o gas, mediante la tecnología de procesamiento térmico, que capta el vapor del agua hirviendo y lo condensa, o la tecnología más moderna de ósmosis inversa, que depende en gran medida de la energía eléctrica producida con gas natural para hacer funcionar las bombas que hacen pasar el agua a través de unas membranas muy finas, filtrando básicamente las sales del agua.

“En cualquier caso, se necesita mucha energía. Esta energía puede proceder de muchas fuentes, entre ellas la quema de combustibles fósiles”, explica Le Quesne.

Así pues, aunque Qatar sostiene que el Mundial será neutro en emisiones de carbono, las organizaciones climáticas ya están expresando sus dudas. Solo la demanda de agua es abrumadora. El torneo tendrá que gestionar 144 canchas en ocho estadios y más de 130 canchas de entrenamiento adicionales. El delicado y complicado proceso de creación del césped adecuado para el futbol en el clima de Qatar, justo cuando el clima comienza a ser frío, significa que los jardineros tienen que imitar el invierno, soplando aire frío sobre el césped y regando la cancha con al menos 10 mil litros de agua desalinizada.

Y para casos de emergencia, según informó la agencia de noticias Reuters, “una reserva de césped de 425 mil metros cuadrados –unas 40 canchas de futbol– está creciendo en una granja ubicada al norte de Doha”. El consumo de agua de este terreno no está registrado.

Y a pesar de los compromisos nacionales para reducir las emisiones de carbono y cumplir los objetivos de cero neto, la región espera llevar a cabo un mayor volumen de desalinización, en lugar de uno menor, con una capacidad prevista de incremento del 37% para el año 2027.

Esto podría ser devastador para el ecosistema marino del Golfo, señala Le Quesne. La desalinización es uno de los peores factores de contaminación marina en todo el mundo, ya que produce salmuera, un fluido de desecho altamente salino que suele ser vertido al mar como agua de mar más salada, tóxica y caliente. Puede contener sustancias químicas como cloro, metales pesados y agentes antiespumantes que se añaden durante el proceso de desalinización, lo cual puede dañar los arrecifes de coral y los organismos marinos más pequeños que viven en el fondo del mar.

Junto con el agua, los organismos más pequeños también corren el riesgo de que el sistema los absorba y puedan chocar, estrellándose contra las rejillas de las tuberías de entrada, o ser arrastrados, viajando con el agua que llega a la planta, lo que provoca lesiones graves y la muerte.

“Las plantas microscópicas del mar, elementos como las huevas de los peces, serán arrastradas al sistema y experimentarán niveles de mortalidad muy elevados. La mayoría de ellas quedan generalmente destruidas en su paso por el sistema”, explica Le Quesne.

Ante la creciente preocupación respecto al medio ambiente, los países del CCG, entre ellos los Emiratos Árabes Unidos y Omán, están investigando métodos relacionados con la energía solar.

El plan más ambicioso, con diferencia, es el domo solar de Arabia Saudita, la primera planta desalinizadora del mundo que no produce salmuera. Anunciado en 2020, el proyecto se encuentra en fase de prototipo como parte de NEOM, la extravagante megalópolis prevista de 500 mil millones de dólares.

En colaboración con una empresa con sede en Londres, Solar Water, se propone que el domo de 20 metros de altura, hecho de vidrio y acero, esté rodeado de espejos que captarán la luz solar para calentar el agua de mar, condensarla en una cámara separada y destilarla en agua dulce.

“El domo mismo estará iluminado por esta fuerte luz solar. Parecerá una joya brillante en el desierto”, comenta Christopher Sansom, profesor de energía termosolar de concentración en la Universidad de Derby y director de Solar Water.

Sin embargo, aunque el domo solar será, según los diseñadores, más económico de construir y operar en comparación con las plantas convencionales, también producirá una cantidad significativamente menor de agua.

Aunque a Arabia Saudita no le falta luz solar, la desalinización con energía solar puede tener sus limitaciones, señala Sansom. Cualquier interferencia con las nubes o el viento puede impedir que se genere la energía. El polvo es otro factor que puede dificultar la tecnología. En un entorno desértico como el de Arabia Saudita, es necesario limpiar los paneles solares.

Aunque resulta prometedor, Al Shehhi comenta que las plantas de desalinización que funcionan completamente con energía solar aún no son viables y que es necesario seguir investigando sobre la aplicación de más energías renovables en el proceso de desalinización.

“Es un reto. La cantidad de agua que se bombea diariamente desde el Golfo para ser desalinizada es enorme”, señala. Y esto ocurre incluso antes de añadir un Mundial de Futbol a la ecuación.

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