Sale a la venta la carta original de Colón anunciando el ‘descubrimiento’ de América
“El primero de los explotadores más que el primero de los exploradores”: una representación del artista del siglo XVIII D. K. Bonatti de “Cristóbal Colón con los nativos americanos”. Foto: Heritage Images/Getty Images

En 1493, Cristóbal Colón escribió una carta que cambiaría el panorama del mundo moderno. “Navegué a las Indias con la flota que me dieron los ilustres Reyes, nuestros soberanos, donde descubrí un gran número de islas, habitadas por innumerables gentes”, escribió tras su regreso a Europa al tesorero real Luis de Santángel. “De todas he tomado posesión para sus Altezas”.

Los hechos relatados en la carta fueron “el primer informe de un viaje que realmente cambió el mundo”, afirma el biógrafo de Colón, el profesor Felipe Fernández-Armesto.

Ahora se espera que una rara traducción del latín de 1493 de esta carta, impresa en una primitiva imprenta para transmitir rápidamente las noticias de los “descubrimientos” de Colón a la élite europea, alcance un precio de hasta 1.2 millones de libras en una subasta de Christie’s este mes.

“(En la actualidad,) Colón ha perdido su antiguo estatus de héroe honorario y casi padre fundador de los Estados Unidos, pero la notoriedad rara vez perjudica el valor de mercado, especialmente en Estados Unidos. Como Donald Trump”, dice Fernández-Armesto.

Colón no tenía ni idea de que, en aquel momento, era el primer europeo desde los vikingos que se encontraba con Norteamérica; él pensaba que había viajado a unas islas cercanas a Japón. Pero su viaje creó, por primera vez, “una ruta viable y comercialmente explotable” a través del Atlántico y abrió las comunicaciones entre culturas largamente asoladas a ambos lados del océano, afirma Fernández-Armesto.

La carta elogia la riqueza natural de las islas que Colón encontró, y describe a los nativos “extraordinariamente tímidos” que conoció allí como “tan poco desconfiados y tan generosos” que son “como tontos”. Los historiadores lo consideran hoy una pieza de propaganda que anuncia el inicio de la colonización europea del Nuevo Mundo.

Al explotar los recursos de este aparentemente “nuevo” hemisferio, los países europeos empezarían por fin a alcanzar a China, las naciones islámicas y la India en poder y riqueza, al tiempo que esclavizaban y explotaban a los pueblos de todo el planeta. “Nos guste o no, no se puede negar la importancia de Colón”, afirma Fernández-Armesto.

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Un maestro de la “autopromoción y la propaganda”: Colón representado por el artista Emile Lassalle en 1839. Foto: Famoso/Alamy

El documento ha estado en una colección privada suiza durante casi un siglo y Christie’s lo describe como “la edición más antigua que se ha podido obtener de la carta de Colón”, cuya publicación internacional desencadenó uno de los primeros “frenesíes mediáticos” por la palabra impresa.

“La importancia de la carta radica en su amplia difusión, gracias a la imprenta”, afirma el profesor Geoffrey Symcox, de la Universidad de California en Los Ángeles. Utilizando una tecnología de vanguardia, la corona española envió copias a los tribunales europeos para hacer valer sus derechos, explica Symcox. “La noticia circuló rápidamente, no solo por canales diplomáticos sino también mercantiles”.

El impacto del texto demuestra lo bueno que era Colón en relaciones públicas, según el profesor cubano-americano de historia medieval Teo Ruiz: “Se aseguró de que todo el mundo supiera lo que había hecho: que había llegado a las islas de las Indias (término colectivo para designar la India y el Lejano Oriente) navegando hacia el oeste. Lo cual, por supuesto, no era cierto”.

Los exploradores anteriores no habían querido navegar hacia el oeste porque no se atrevían a arriesgarse a no poder regresar a casa. Pero Colón, hijo de un tejedor y autodidacta como explorador, había hecho una serie de cálculos descabellados sin estandarizar las medidas y llegó a la conclusión de que el mundo era un 25% más pequeño de lo que es. Entonces convenció a los monarcas españoles, los reyes Fernando II e Isabel I, de que le proporcionaran una flota de barcos para que pudiera navegar hacia el oeste y encontrar una nueva ruta marítima hacia Asia, lo que impediría a Portugal tener el monopolio del comercio de especias.

En un caso clásico de sesgo de confirmación, en cuanto tocó tierra, afirmó estar en el lejano oriente. En realidad, había llegado a las Indias Occidentales. Luego visitó Cuba, Haití y Santo Domingo. “Simplemente se topó con estas islas. No sabía ni podía imaginar que estaban allí”, dice Ruiz.

Colón, intrépido navegante, había sabido aprovechar los vientos dominantes de la Tierra para trazar un rumbo suroeste hacia el continente americano a través de las islas Canarias. Al hacerlo, demostró involuntariamente que el seguimiento de los vientos ofrecía nuevas oportunidades para la navegación y el comercio a larga distancia, iniciando lo que se conoció como “el intercambio colombino”: la transferencia irreversible de personas, flora, fauna, enfermedades, ideas y mercancías a través del Atlántico.

“Lo que consiguió, no lo reconoció”, afirma el profesor William Phillips, experto en Colón de la Universidad de Minnesota. En cuanto a la carta de Colón, “era autopromoción y propaganda”, un ejemplo de fake news del siglo XV.

También es una de las primeras apariciones del arquetipo del “noble salvaje”. Según Symcox, la carta de Colón presenta a los indígenas desnudos que conoce como “inocentes ingenuos que llevaban una vida sencilla en la selva y, por tanto, maduros para la misión civilizadora que los europeos asumieron en sus relaciones con los pueblos de América y África”.

Más tarde, como brutal gobernador y virrey colonial, Colón explotaría sistemáticamente a los taínos del Caribe, obligándoles a extraer oro y a entregar cuotas so pena de duros castigos. Cientos de ellos fueron esclavizados por Colón y enviados a España para ser vendidos, y otros fueron masacrados o sometidos a una violencia y crueldad extremas.

Algunos también contrajeron enfermedades mortales como la viruela y el sarampión, traídas por los españoles. Se calcula que, a las pocas décadas de la llegada de Colón, la mayoría de los taínos habían muerto esclavizados, masacrados o enfermos.

Ahora que se conoce mejor el lado oscuro de la intrusión europea en las Américas, afirma Phillips, Colón ha pasado a ser considerado por los historiadores “el primero de los explotadores más que el primero de los exploradores”.

En Estados Unidos, las estatuas y monumentos a Colón han sido derribados y objeto de actos vandálicos, y muchos estados ya no reconocen el Día de Colón, una fiesta federal, y optan en su lugar por celebrar el Día de los Pueblos Indígenas.

Traducción: Ligia M. Oliver

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