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Es política y líder de opinión. Se ha desempeñado como diputada Federal en las Legislaturas LXI y LXIII. Cuenta con más de 20 años de experiencia en análisis político mexicano e internacional. Actualmente se desempeña como empresaria, líder de opinión y columnista en diversos medios de prensa y televisión. X: @asarur IG: @adrianasarur
La Administración Pública y sus malquerientes
Cuando las autoridades malquerientes desdeñan las enseñanzas de Simon, Aguilar, Wilson y Weber, los ciudadanos debemos recordar que la burocracia sigue siendo uno de los pocos contrapesos al poder económico y político.
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Cuando las autoridades malquerientes desdeñan las enseñanzas de Simon, Aguilar, Wilson y Weber, los ciudadanos debemos recordar que la burocracia sigue siendo uno de los pocos contrapesos al poder económico y político.
La narrativa implementada por varios gobiernos en la actualidad de acabar con las “castas” y con la burocracia “paquidérmica” (obvio, no weberiana), esa de la “simplificación” del Estado, suele ser un espejismo peligroso. Si bien es cierto que las instituciones deben modernizarse y volverse más eficientes, desmantelarlas es un error que paga la sociedad entera. Los vacíos que dejan no se llenan solos, se convierten en terrenos fértiles para la corrupción, la exclusión y el abuso de poder.
Esta óptica la tiene Trump, la tuvo López Obrador (desde que fue Jefe de Gobierno) y no se diga Milei quien desapareció de un plumazo ministerios a diestra y siniestra. La llegada de Elon Musk al gobierno estadounidense es colocar a un chivo dentro de una cristalería, pues para él -llevando a cabo la visión de Trump-, la burocracia solo es un lastre caro y pesado. Estos “brillantes” decisores no llegan a entender que la administración pública es la estructura que garantiza la continuidad y estabilidad de los servicios esenciales a la sociedad, que es un pilar fundamental en los Estados y en la democracia.
Musk, desde su flamante DOGE, ya hace sentir su mano dura en contra de la administración pública estadounidense, la desaparición de la presencia de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) en ciertas regiones es una decisión que debilita al gobierno de Estados Unidos, pero abre la puerta a “contratistas” muy cercanos a la Casa Blanca. Musk no comprende que durante décadas, USAID ha sido un actor clave en la promoción de desarrollo sostenible, ayudando a combatir la pobreza y fortaleciendo instituciones democráticas, o quizá lo entiende demasiado bien.
Estas decisiones no son meros ajustes administrativos, representan un golpe directo a la transparencia y a la rendición de cuentas. Los servicios públicos no pueden dejarse al vaivén de intereses de corto plazo ni a la lógica de eficiencia empresarial que tanto se promueve desde sectores privados en la actualidad. La administración pública no busca maximizar ganancias, sino garantizar derechos.
Así, cuando las autoridades malquerientes desdeñan las enseñanzas de Simon, Aguilar, Wilson y Weber, los ciudadanos debemos recordar que la burocracia -con todas sus fallas-, sigue siendo uno de los pocos contrapesos al poder económico y político. La desaparición de organismos de control como el INAI en México, el ministerio de educación en Argentina o agencias de cooperación internacional como USAID no es un signo de modernidad, sino de debilitamiento democrático. Y si no actuamos a tiempo para defender estas estructuras, el costo será mucho más alto de lo que imaginamos.