Madres solidarias en busca de hijos desaparecidos: así es el documental de Las Rastreadoras
'Te nombré en el silencio', de José María Espinosa, muestra el trabajo y unión de Las Rastreadoras de El Fuerte, en Sinaloa.
'Te nombré en el silencio', de José María Espinosa, muestra el trabajo y unión de Las Rastreadoras de El Fuerte, en Sinaloa.
El sol inclemente de Sinaloa baja el ánimo de las personas, pero no de las madres que buscan a sus hijos desaparecidos por el crimen organizado. Entre ellas está Mirna Medina, cabeza de Las Rastreadoras de El Fuerte, quien pese a haber hallado a su Roberto acompaña a otras madres como ella, su nueva familia, sin importar las amenazas y el riesgo que pesa sobre ella.
Este colectivo de Los Mochis, ubicado a dos horas de Culiacán, atrajo la atención de José María Espinosa, quien quería hacer en 2016 un reportaje sobre la normalización de la violencia, pero fue tras ver la luz que emanan estas mujeres así como las adversidades que atravesaban, que decidió filmar el documental Te nombré en el silencio, que se estrena este domingo 15 de agosto como parte del ciclo Rastros y luces del festival Ambulante.
El director considera que ya a pocas personas le interesa la ola de violencia que tiene lugar en nuestro país, por lo que ahí radica la importancia de este largometraje y otros que tratan la temática de la desaparición forzada y muestran los matices al interior de esos grupos, las voces menos escuchadas.
“No (se trata de) darle voz a las víctimas porque Mirna y Las Rastreadoras ya tienen su propia voz, sino amplificarla para concientizar y empujar para adelante“, afirma José María Espinosa en entrevista para La-Lista.
El director relata también lo que presenció, vivió y aprendió del colectivo, así como la necesidad de que la sociedad se involucre en el apoyo y la garantía de la seguridad de estas personas que ponen en riesgo su propia vida.
La-Lista (L-L): ¿Cuál es la importancia de llevar la historia de Las Rastreadoras al festival Ambulante?
José María Espinosa (JME): La concientización de la sociedad. Tengo una sola razón por la que hice la película y es para concientizar, que la gente se dé cuenta del desamparo de parte del gobierno y de la situación precaria en que se realizan estas búsquedas.
Muchas personas saben de las búsquedas, pero no los grises que existen dentro de los grupos. El dolor y el apoyo; las dinámicas de las mujeres son de sanación, de consuelo, y consideré que era importantísimo mostrar todo eso para que en la sociedad, porque también tenemos una responsabilidad en esto, pudiéramos despertar un poquito y tratar de empujar hacia adelante, empezar a solucionar poco a poco esta situación y crear mejores mecanismos de defensa para Las Rastreadoras, porque de alguna manera cuando salen a rastrear, dos veces a la semana, miércoles y domingo, están en el desamparo total.
Las Rastreadoras incluso, al salir, deben decidir si quieren que las acompañe una patrulla, porque cuando entran a una ranchería con una patrulla atrás, calientas el terreno dejándote ver por las redes de información de los narcos.
Muchas veces están yendo solas y ya les ha tocado que cuando están sacando un cuerpo llegan los narcos a correrlas de ahí. Afortunadamente no ha pasado nada grave, pero corren un riesgo grandísimo, la gente debe saber eso.
L-L: ¿Cómo te acercaste a Las Rastreadoras y en especial a Mirna?
JME: Haciendo un reportaje sobre la normalización de la violencia tuve contacto con una persona que desde los 70 está buscando a su hijo, Alma Rosa, y ella curiosamente forma parte de Las Sabuesos Guerreras. No me dieron su número sino el de Mirna, quien está al norte de Sinaloa, como a dos horas, y dije está bien.
Desde la primera llamada me dice: “Oye, mañana vamos a Culiacán, vamos a la Fiscalía a ver ciertos menesteres que tienen que ver con nuestros hijos desaparecidos”. Creo que desde ese momento no hubo ese acercamiento de documentalista-sujeto, que es algo frío. He escuchado a cineastas hablando sobre cómo tuvieron que ganarse la confianza de sus sujetos, en este caso fue todo orgánico, tuvimos un clic instantáneo, también porque soy de Culiacán, soy sinaloense, hablamos de alguna manera el mismo idioma, somos muy parecidos como en esta apertura que tiene el norteño o sinaloense, de ser muy directos en lo que decimos y hacemos y fue una experiencia extraordinaria.
De verdad me cambió la vida conocer a Mirna, a Liz, a Liliana, a todo el grupo de Las rastreadoras.
L-L: ¿Qué descubriste del grupo y qué desconocías de ellas?
JME: Como una persona que es de Culiacán, estaba un poco seguro de lo que iba a encontrar, pero la verdad no. En estas temáticas siempre estamos inclinados a pensar mucho más en lo terrible, en lo malo de la situación, en el dolor, pero lo que encontré en ellas es muchísima luz, esperanza, ganas de vivir, de salir a escarbar con las manos para buscar y encontrar a sus seres queridos.
Encontré mucho dolor también, pero muchísimo anhelo de vida y algo que es importantísimo: hallé a una familia que se formó por un vacío que existe dentro de lo que debería estar haciendo la autoridad. De alguna manera, el salir a buscar bajo el sol inclemente de Sinaloa, las hizo unirse de una manera muy especial.
El único consuelo que tiene una rastreadora frente a esta situación es otra rastreadora que esté en la misma situación.
L-L: ¿Cómo te preparaste psicológicamente para presenciar esto?
JME: Ni siquiera pensé en qué efectos pudiera tener en mí esta historia. Si Las Rastreadoras de El Fuerte salen dos veces bajo el sol inclemente para buscar a sus seres queridos, y tienen que pasar por todo ese tipo de situaciones, ¿quién soy yo para quejarme y para decir ‘pobrecito de mí, que no hubiera visto en mi vida normal’? Al contrario, estas cosas que vi me enseñaron de alguna manera a entender cómo funciona este mundo, cómo funciona México, esta problemática en Sinaloa y de cómo debería vivir mi vida.
L-L: En una parte del documental, una de las asistentes dice que Mirna lo dice todo tan directo porque ella ya encontró a su hijo, pero ¿cómo logran ese consuelo? ¿Es ese acompañamiento del que hablábamos lo que hace que tengan fuerzas?
JME: Totalmente. Por ejemplo, pongamos a dos rastreadoras: una que ya encontró a su hijo y otra que no, la que ya lo hizo no deja el grupo, nadie de ninguna manera deja el grupo, porque hay otras mujeres que no han hallado a sus hijos.
Ya la apoyaron a ella y encontró un poco de paz, pero otra rastreadora no. No abandonan el grupo porque esa es su filosofía, debes estar ahí para la otra.
Usan playeras verdes o cafés quienes ya encontraron a sus hijos, y blancas quienes no. Cuando vas a los rastreos ves todos los colores. Están claramente quiénes ya encontraron y quiénes siguen ahí por su propia voluntad para apoyar a las otras.
Eso te habla de la antítesis del egoísmo, de este acompañamiento y consuelo que le da una rastreadora a otra mujer con una pala, haya encontrado a su hijo o no. Es un vínculo sagrado que hay entre ellas y que nunca se va a romper.
L-L: Si bien, estos temas empezaron con la Guerra contra el Narcotráfico, ¿cuál es el estado en que se encuentran Sinaloa y Las Rastreadoras?
JME: El grupo está en situaciones precarias, como lo ha manifestado Mirna en muchísimas ocasiones, en el sentido de que no hay suficientes recursos para buscar, no hay suficiente protección, hay amenazas por parte de los grupos armados, están en el desamparo total y el gobierno está como si no tuviera una responsabilidad de responder por los desaparecidos.
Las personas tenemos que concientizarnos para empujar hacia adelante y ayudar a estos grupos. Que ya en cada estado hay al menos un grupo de madres buscando a sus hijos. Si esto ya está en todo el país, ¿por qué no hemos reaccionado como sociedad para exigir? ¿Por qué el gobierno no ha reaccionado para hacer su chamba, lo que les corresponde? No sé si es idílico, pero al menos para proveerles los mecanismos de protección, para que cada que salgan, no arriesguen su vida. Están operando con sus propios recursos y hay que apoyarlas y amplificar sus voces para entretejer redes o mecanismos para que esto ya no pase.
L-L: En el documental, ellas mencionan que solían cambiar para evitar ser seguidas, pero ¿no han considerado qué tanto vale seguir pese al riesgo de ser asesinadas?
JME: Lo saben y están conscientes. Mirna dice que de alguna manera está a merced de los grupos delictivos porque si quieren, van a llegar y no va a haber nadie que los pueda parar, ni la policía municipal, ni la policía estatal, ni el gobierno, ni el gobernador, ni el alcalde.
El valor que tienen es increíble y por eso hice el documental, para que la gente sepa el valor que tienen porque ellas están plenamente conscientes de que cada que salen, es arriesgar la vida, pero a pesar de eso no van a parar hasta encontrar a sus seres queridos.
L-L: ¿Cuál es el momento que compartiste con ellas y con el que te quedas?
JME: Cuando Mirna encontró a su hijo, no lo encontró completo, y cada año va a ese mismo sitio a buscar lo que queda de él. El día más significativo que tuvimos fue cuando otra vez subimos al cerro donde encontró a Roberto, se realizó una ceremonia, se pusieron flores en la tumba, se hizo un rezo y ella habló sobre su hijo. Mientras hablaba todavía no se había empezado a buscar, pero Angelito, el chofer que nos ayudó en todo el documental, encontró dos dedos de Roberto y se los entregó a Mirna ahí. Fue un momento muy fuerte y significativo para ella.
Después de eso fuimos al panteón, donde están los restos de Roberto, y otra vez a levantar una oración y a nombrar a Roberto. Por eso el documental se llama Te nombré en el silencio, porque en este silencio de la sociedad y la autoridad, ellas son las únicas que nombran a sus hijos. De alguna manera, la tardenoche fue evolucionando, llegaron los chirrines (músicos), empezaron a cantar, a bailar, y de estar en este estado anímico un poco cabizbajo y recordando, Mirna muy afectada por el dolor, se convirtió como en una fiesta de vida que se extendió toda la noche.
En un punto dejamos de grabar porque nos pareció apropiado y nos integramos. Nosotros ya no éramos un equipo de filmación, sino éramos parte de ellas, compartiendo las risas y el dolor, pero también esa alegría y luz que emanan al buscar. Fue uno de los días más extraordinarios de mi vida.
L-L: ¿En la visibilización radica la importancia del ciclo Rastros y luces de Ambulante?
JME: Sí, los grupos agradecen este esfuerzo que hacen Ambulante y las fundaciones involucradas para poner estas temáticas sobre la mesa. Las diferentes cintas tocan matices para tratar de dar luz o un norte ante esta situación y que puedan trabajar sociedad, gobiernos y grupos.
Esta debe ser una tarea de todos, no solo los grupos de búsqueda o de las autoridades. Nosotros como sociedad tenemos que involucrarnos en estas temáticas, pasa frente a nuestras narices. Esta idea de la burbuja en la que pensamos que no nos va a pasar porque está lejano es muy repetitiva, pero esto cada vez está creciendo más.
Es involucrarte no a través del miedo, sino tener conciencia, es una labor cívica con lo que pasa a tu alrededor y esta es una problemática de los mexicanos, no de los grupos, es de todos.