Sangrado libre: mujeres cuentan cómo vivir la menstruación desde el autoconocimiento
El sangrado libre es casi obligatorio para mujeres que no tienen acceso a productos de higiene femenina. Foto: Karolina Grabowska en Pexels.

Para algunas se trata de una manera de ahorrar dinero y disminuir la contaminación en el planeta. Para otras representa una forma de autoconocimiento y de sentirse poderosas, y para algunas más es una práctica casi obligada ante la falta de recursos.

El sangrado libre se trata de deshacerse de las toallas sanitarias, los tampones, las copas menstruales o las toallas de tela, para darle oportunidad a una práctica que consiste en dejar fluir el sangrado durante la menstruación sin utilizar ningún elemento externo para retenerlo, entendiendo al cuerpo para acudir al baño a expulsar la sangre justo en el momento en el que este lo pide.

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Gandhi en el maratón que corrió practicando sangrado libre en 2015.
Foto: Madame Gandhi Blog.

Una de las primeras mujeres en popularizar esta práctica fue Kiran Gandhi, quien en 2015 corrió un maratón aplicando el sangrado libre, causando gran revuelo en internet por sus fotos corriendo y posando con una mancha de sangre.

Pero esta práctica es cada vez más común, tomando en cuenta que existen regiones en el mundo en el que la falta de acceso a suministros básicos de salud imposibilitan que las mujeres utilicen productos menstruales.

Al respecto, la psicóloga y educadora menstrual Constanza Araujo, quien administra la cuenta de Instagram “rudaviva“, indica que el sangrado libre ayuda para “entrar en contacto con nuestra sangre y ver la calidad de nuestra menstruación”, así como identificar indicadores de salud, como podrían ser el color de la sangre o la cantidad de sangrado.

Nos han enseñado a no escuchar nuestro ciclo menstrual, por eso se nos hace muy difícil saber cuándo vamos a sangrar. No es que menstruemos todo el día todo el tiempo, sino que hay momentos donde se libera la sangre”, recalca Araujo.  

Al practicarlo, mujeres han reportado que han podido redescubrir su ciclo menstrual, conocer mejor las señales de su cuerpo, eliminar estereotipos arraigados a la menstruación y sentirse fuertes y dueñas de su cuerpo.

Esta tendencia de dejar en segundo plano las toallas sanitarias o los tampones inició hace unos años, cuando se popularizó el uso de la copa menstrual. Al respecto, un estudio publicado por la revista británica Lancet Public Health, que analizó otros 43 estudios realizados con una muestra de 3,300 mujeres, indicó que el 70% de las mujeres que comenzaron a usar la copa siguieron haciéndolo una vez que ya estaban familiarizadas con su funcionamiento.

La-Lista platicó con algunas mujeres que han puesto en práctica el sangrado libre, y esto fue lo que nos contaron:

Podemos ser superwoman y nadie nos lo había contado

Celia Cuenca, 29 años

Muchas mujeres han optado por practicar el sangrado libre durante el confinamiento, cuando las largas jornadas fuera de casa y la posibilidad de no encontrar un baño cerca se eliminaron. Pero en el caso de Celia no fue así. Ella empezó hace cuatro años, justo antes de cumplir los 25 años. Vive en España, en ese entonces, tenía un novio con el que decidió darse “una escapada rural”, pero tuvo el periodo justo antes de subirse al coche para su road trip. “Decidí no ponerme nada, pero ahora miro atrás y pienso que no fue una decisión realmente consciente, fue como ‘me acaba de venir, no pasa nada, me da pereza ir a buscar la copa menstrual, me la pondré luego’”, recuerda.

Durante el viaje notó algo extraño: se percató de que no había sangrado ni había manchado nada a pesar de llevar ya algo de tiempo en el viaje. Al llegar a su destino fue a un baño y ahí sangró de manera normal. Desde entonces, intentó lo mismo en otras ocasiones, mientras buscaba en internet información al respecto, que ahora califica como escasa en su momento.

“Cuando menstruaba en casa lo seguía practicando hasta que me sentí cómoda para salir a la calle e ir probando poco a poco. Una vez fui a un café al lado de casa y vi que todo bien, otra vez cogí el metro, lo hice súper, progresivamente en función de lo que me apetecía”, cuenta Cuenca, quien ahora administra una página de Instagram en la que comparte información sobre el tema.

Explica que una de las cosas que la ayudó en el proceso de acostumbrarse a esta práctica fue observar, por lo que fue útil “estar en el baño y realmente asomarte y mirar, tal cual de decir ‘ahora está cayendo y estoy sintiendo esto’, y cada vez que iba al baño miraba cómo caía e iba asociando las texturas”.

Los efectos del sangrado libre pronto se hicieron presentes en su cuerpo: la duración de su menstruación se redujo, pero también hubo cambios en la parte mental, en donde poco a poco se fue deshaciendo de los tabús que acompañan a la sangre menstrual.

“El sangrado libre a lo que me ha ayudado (es) a que me sienta muy poderosa, como muy capaz, cuando siempre se nos transmite una imagen de que estos días somos menos físicamente, menos útiles (…)  yo hablaba con todas mis amigas de decir ‘es que esto es muy fuerte, podemos menstruar sin usar nada, como si fuéramos superwoman y nadie nos lo había contadoy me sentía como si tuviera todo el poder del mundo y como si todos los tabúes y la vergüenza construida alrededor no tenía sentido, porque todo lo que nos han dicho es mentira y puede ser de otro modo”, cuenta la española.

Mi mamá me decía: ‘tienes que doblar muy bien tu papel porque nadie se puede enterar de que te está bajando’ Regina Ramírez, 25 años

Regina Ramírez tiene 25 años y trabaja en la producción de espectáculos. Para ella, el sangrado libre llegó como algo natural y casi intuitivo, sin saber cómo se llamaba ni que existía. En su caso, después de un tiempo utilizando la copa menstrual y toallas de tela, por flojera al proceso de limpieza de estos dos métodos, optó por empezar a intentar sentir cuando el flujo iba hacia abajo, para contraer, dirigirse al baño y dejar que la sangre cayera directo en la taza. En un principio, no siempre lo conseguía y llegaba a mancharse, pero conforme pasó el tiempo adquirió experiencia y empezó a implementarlo en su rutina normal. Inició con el sangrado libre hace aproximadamente un año y medio, estando confinada en su casa por la pandemia de Covid-19, por lo que ahora que las medidas se han relajado un poco más, opta por llevar consigo una toalla de tela de respaldo cuando va a salir de su casa por mucho tiempo.

“Los primeros días yo si diría que es menos sencillo porque en lo personal en mi trabajo me tengo que estar moviendo mucho. Entonces eso de pronto puede generar accidentes. Pero si vas a estar fuera en una actividad que no te implique tanto movimiento, pienso que sería más fácil”, explica.

Recalca que pasó de ser de las mujeres que esperan al “3×2” en las ofertas del supermercado para comprar toallas sanitarias, a empezar a ahorrar dinero al optar por usar otras medidas, como la copa menstrual, y eventualmente, el sangrado libre. Además, desde que no utiliza ningún producto externo, los cólicos han disminuido en su cuerpo, y su suelo pélvico es mucho más fuerte, lo que también impacta en su vida sexual. “Eso te hace factible a que puedas tener incluso más orgasmos, y a la larga te ayuda para que no tengas incontinencia al momento de ir al baño”, relata.

Recuerda que cuando era menor, cuando era una niña, “mi mamá me decía ‘tienes que doblar muy bien tu papel porque nadie se puede enterar de que te está bajando porque qué asco’”. Por eso, ahora comparte que el sangrado libre la ha ayudado a entender que la menstruación no es motivo de pena, sino de autoconocimiento.

Soy más consciente de los cambios de mi cuerpo Laura Delgado, 24 años

En el caso de Laura, la información del sangrado libre llegó gracias a páginas de feminismo que sigue en Instagram. Lo intentó por primera vez en la primera cuarentena de la pandemia de Covid-19, cuando en el encierro encontró el pretexto perfecto para llevar a cabo una práctica que conocía ya desde hace años pero que no se había animado a hacer.

“Tengo flujo muy abundante, entonces utilizaba las (toallas sanitarias) más grandes y literalmente sentía que tenía un pañal ahí todo el tiempo, y además me irritaban y sentía que olía horrible”, enlista Delgado a La-Lista sobre las razones que la llevaron a empezar con la copa menstrual, que después de usar por cinco años, dejó de acomodarse a su cuerpo, hasta toparse con el sangrado libre.

“En la pandemia, como no salía de mi casa, y la copa (menstrual) me estaba lastimando, ya no me acomodaba como antes y no quería volver a las toallas, decidí intentarlo”, relata. El haber utilizado la copa menstrual indica que fue un facilitador para entender en qué horarios del día solía tener mayores descargas de sangre.

Ahora, práctica el sangrado libre de manera habitual, solo utiliza la copa cuando sabe que tendrá que salir de casa por mucho tiempo sin la seguridad de que habrá un baño cerca.

“Me siento más cómoda y sobre todo estoy más consciente de los cambios de mi cuerpo, no solo físicos sino de humor, hormonales, de cuándo me va a bajar.

“Cuando me bajaba y usaba la copa o las toallas, no ponía atención a todo mi ciclo. Ahorita llevo más exacto el calendario y también como que le pongo atención a todos los síntomas que tenga”, explica.

¿Cómo empezar con el sangrado libre?

Para empezar con esta práctica, la experta Constanza Araujo recomienda implementar los ejercicios de Kegel, que sirven para fortalecer los músculos del suelo pélvico, aunque también se puede practicar yoga.

Pero lo más importante, recalca, es permitirse internarlo y permitirse manchar. “ Si te manchas, no pasa nada, va más allá, el sangrado libre sirve para reconciliarnos y quitarnos estos estereotipos y tabús de que la menstruación es suciedad, de que es un fluido feo”, explica.

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