Las enfermedades tropicales sin atender son como campos de minas en la salud del planeta
Un niño juega en el barrio pobre de Povoado en la capital de Angola, Luanda. Las enfermedades tropicales desatendidas "matan, cegan, desfiguran y debilitan lentamente a sus víctimas". Fotografía: Luke Dray / Getty

En enero, la Organización Mundial de la Salud lanzó una nueva estrategia para erradicar las enfermedades tropicales que no se han atendido con el objetivo de erradicar 20 de ellas para 2030.

¿Qué son las enfermedades tropicales desatendidas, o NTD por sus siglas en inglés? No hay respuestas fáciles. El concepto se propuso por primera vez en los primeros años de la década de los 2000 para sacar a relucir un grupo de enfermedades que afectan de manera desproporcionada a los pobres. Sin embargo, a pesar del impacto colectivo, no atraen tanta atención como enfermedades como el VIH, el SIDA, la malaria o la tuberculosis.

El denominador común es la pobreza y la escasez de esfuerzos de prevención. Aunque sean padecimientos dispares en presentación y en formas de solucionar, como las mordidas de serpientes y la esquistosomiasis, por ejemplo. En la actualidad, la OMS tiene identificadas 20 NTD y las diferencias entre ellas complica el que se pueda hablar de ellas al mismo tiempo.

¿Cómo podemos describir de manera sucinta 20 condiciones diferentes que son provocadas por parásitos, bacterias, virus, hongos y toxinas? ¿Cómo podemos resumir ciclos complejos de transmisión que involucran vectores múltiples, mosquitos, jején o perros? Y rutas, por por piel o congénito. ¿Cómo podemos explicar de forma simple la diversidad de las estrategias de control incluyendo las campañas de administración masiva de medicamentos, herramientas de control de múltiples vectores, seguimiento activo de casos, vacunación de perros y facilitar el uso de calzado? Lo más vital es ¿cómo ilustrar el impacto devastador que las NTD tienen en individuos o en comunidades por todo África, América LatIna y Asia?

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¿Cómo podemos explicar a los fundadores, gobiernos, investigadores, organizaciones de ayuda y el público por qué tenemos que invertir dinero, tiempo y esfuerzo para controlarlas o eliminarlas?

He aquí una analogía que podría ser útil.

Las enfermedades tropicales desatendidas son los campos minados de la salud del planeta. Las minas se describen como “armas que no discriminan de destrucción masiva en cámara lenta” y son muy conocidas gracias a las películas y a las campañas internacionales de concientización.

Las minas están diseñadas para incapacitar, lastimar o matar a sus víctimas, y afectan específicamente a las comunidades rurales más pobres, en donde la gente está tratando de ganarse la vida mediante actividades que los colocan en contacto directo con la tierra, que los exponen a elementos y a los patógenos, a vectores y a reservas animales, como el pastoreo, el cultivo de la tierra o la recolección de agua.

Los supervivientes de las minas con frecuencia sufren discapacidad permanente, con consecuencias físicas, mentales, sociales y económicas. Las minas tienen un impacto extremo en los cuidadores, en las familias y en las comunidades de las víctimas. Los niños son con frecuencia víctimas de las minas y las mujeres y las niñas son las que suelen dejar la escuela y el trabajo para cuidar a los heridos. Michelle Bachelet, la comisionada de derechos humanos de la ONU dijo en la convención de 2019 para la prohibición de minas: “Las minas siguen matando, queman y dañan las extremidades y otras partes del cuerpo de formas terribles. Provocan lesiones permanentes, que incluyen la pérdida de la vista y el oído. Destruyen viviendas e incluso impiden la recuperación económica nacional”.

Un lenguaje similar se puede utilizar para describir el impacto de las NTD. Aunque son médicamente diversas, las NTD pueden matar lentamente, dejar ciegas, desfiguradas o debilitadas a las víctimas. Provocan sufrimiento indescriptible a las víctimas y a sus cuidadores en las comunidades más pobres y contribuyen a perpetuar el ciclo de la enfermedad, el estigma y la pobreza. 

De forma colectiva, las NTD mataron colectivamente a más de 80 mil personas y provocaron la pérdida de más de 18 millones de años vida por discapacidad, una medida de la carga de una enfermedad expresada en los años perdidos en salud, discapacidad o muerte temprana, tan sólo en 2019. Desafortunadamente estos números, en mayor parte subestimados, todavía no consiguen la atención  que merecen las NTD.

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El tratado de 1997 para prohibir las minas representa un compromiso internacional y la responsabilidad para eliminar las minas en todo el mundo. El camino para las NTD establece un objetivo similar para “controlar y eliminar las NTD para 2030”.

Sin embargo, los recursos que se tienen para ayudar a la gente que sufre de NTD son pocos. A pesar del éxito, como el de los 33 países que lograron eliminar al menos una NTD desde 2012, y los esfuerzos de comunicación, como el que el 30 de enero se convirtió en el día anual del NTD, no hemos hecho de la vista gorda con respecto a estas enfermedades.

Un mensaje claro y poderoso sobre el terrible impacto que las NTD tiene en los individuos y sus comunidades ayudaría a crear conciencia y a engendrar el compromiso internacional necesario para controlar y eliminar estas “armas de destrucción masiva en cámara lenta que no discriminan” para 2030.

Albert Picado es director científico de la Foundation for Innovative New Diagnostics en Suiza. John H Amuasi es director ejecutivo de la African Research Network For Neglected Tropical Diseases en Ghana.

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