El atractivo del fascismo: ¿por qué las minorías se unen a la extrema derecha?
Miembros del grupo de extrema derecha Patriot Front marchan en Washington D.C. el 13 de mayo de 2023. Foto: Nathan Posner/Shutterstock

Mientras los investigadores buscan el motivo por el que un hombre de Texas cometió el asesinato masivo de ocho personas en un centro comercial de ofertas ubicado cerca de Dallas a principios de este mes, ellos y grupos como la Liga Antidifamación creen haber descubierto publicaciones en las redes sociales en las que profirió una retórica de supremacía blanca, misógina y antisemita.

Los expertos señalan que la aparente expresión de retórica llena de odio de Mauricio García coincide con un patrón modesto, pero cada vez más alarmante de hombres de ascendencia hispana que se acercan a las comunidades de extrema derecha. Desde la elección de Donald Trump, explican, un mayor número de hombres de ascendencia latina han asumido funciones de liderazgo en grupos de extrema derecha y milicias y han participado, y en algunos casos liderado, protestas violentas, notablemente durante la insurrección del 6 de enero en el Capitolio de Estados Unidos.

Para las personas de ascendencia latina como García, que se autoidentificó como hispano, el atractivo de la política protofascista de derecha proviene de una compleja y contradictoria mezcla de desinformación existente en las comunidades latinas, la presencia de influencias autoritarias de sus países de origen y una cercanía a la idea de la “raza blanca” en Estados Unidos que se basa más en el dominio sobre las personas que en el color de la piel. En este mundo, la violencia constituye una respuesta política adecuada a las amenazas dirigidas contra dicho dominio.

“Parte de lo que estamos observando –no solo en los grupos de milicias, sino en todas partes, incluido el evidente aumento de personas hispanas que votan por el Partido Republicano– es que no existe una conexión necesaria entre la identidad racial y las creencias de cada uno”, explica Daniel HoSang, profesor de identidad étnica, raza y migración y de estudios estadounidenses en la Universidad de Yale.

Y añadió: “Es complicado. Significa separar tus suposiciones respecto a la raza y la identidad política. Tuvimos todo un movimiento a favor de los derechos civiles que estaba basado en la lucha contra las leyes que segregaban por motivos raciales. Ahora, nos encontramos en un momento en el que es un poco más confuso y requiere más matices”.

García, que fue abatido por la policía, llevaba un parche en el pecho en el que se leía “RWDS”, que significa “Right Wing Death Squad” (Escuadrón de la Muerte de Derecha), una referencia a la glorificación de la violencia y una alusión popular entre los grupos de extrema derecha y extremistas a los actos de violencia perpetrados por grupos paramilitares centroamericanos y sudamericanos contra comunistas y lo que ellos consideraban enemigos de la izquierda política desde la década de 1970, informó la agencia de noticias Associated Press.

La Liga Antidifamación encontró en las redes sociales rusas varias publicaciones de García en las que aparecían tatuajes neonazis y un lenguaje misógino, incluido el que utilizan los “incels”, una subcultura de hombres que culpan a las mujeres y a la sociedad de su incapacidad para entablar relaciones sentimentales, un fenómeno que las fuerzas de seguridad federales consideran una amenaza creciente que podría desembocar en la violencia, con frecuencia contra las mujeres.

“La supremacía blanca en sí misma no es únicamente una cuestión de pertenencia, de quién es y quién no es blanco”, explica HoSang, coautor del libro de 2019 titulado Producers, Parasites, Patriots: Race and the New Right-Wing Politics of Precarity. “Está acompañada de una política y una ideología de división … También se trata de sus creencias sobre la nación y del papel de la violencia en la imposición de esa jerarquía”.

A diferencia de los supremacistas blancos que se amotinaron en la ciudad de Charlottesville en 2017, estos hombres de ascendencia latinoamericana atraídos por las ideologías supremacistas blancas creen en menor medida en un estado étnico blanco y más en que el Estado les falló en el pasado y será necesario recurrir a la violencia para suprimir las amenazas y restaurar su percepción del sentido del orden, explica HoSang. Los académicos describen su relación con estos extremistas como “extrema derecha multirracial”.

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Manifestantes de extrema derecha en el centro de la ciudad de Charlottesville, Virginia, con motivo de la manifestación Unite the Right en agosto de 2017. Foto: Pacific Press/LightRocket/Getty Images

Cecilia Márquez, profesora de historia en la Universidad Duke, se sorprendió menos que otras personas cuando se reveló que el autor del tiroteo masivo de Texas era latino y que había difundido opiniones de supremacía blanca. Márquez ha investigado la participación de personas latinas en la página web nacionalista blanca llamada Stormfront, en particular desde el asesinato de Trayvon Martin cometido por George Zimmerman, cuya madre era peruana.

Márquez había observado que un número pequeño, pero en aumento de hombres latinos, se sentían atraídos por los foros nacionalistas blancos en los que se radicalizaban. Márquez, cuya investigación reveló que la participación de latinos en grupos supremacistas blancos se remonta a la década de 1980, describió la forma en que los latinos se identificaban en la página web como herederos de la conquista española, de manera similar a la forma en que los supremacistas blancos se vinculaban a la mitología nórdica o vikinga.

Márquez añadió que el internet “hizo posible que los supremacistas blancos de todo el continente americano pudieran hablar entre sí” de una manera que antes no era posible, y señaló que la comunicación a través de aplicaciones de mensajería como WhatsApp “aceleró” no solo la difusión de desinformación, sino también de “información diseñada para radicalizar a las personas”.

“Daba mucho, mucho miedo”, comentó Márquez. El autor del tiroteo de Texas, añadió, “no era un actor solitario. No está solo. Forma parte de una comunidad cada vez mayor de personas comprometidas con este tipo de pensamiento y, con mayor frecuencia, con este tipo de violencia”.

Márquez hizo hincapié, sin embargo, en que las opiniones de García representaban una fracción de esta pequeña población y que el hecho de centrarse en él dejaba de lado la historia más amplia de la forma en que los latinos en Estados Unidos se han unido en gran medida en torno a las opiniones políticas demócratas. No obstante, señalan los expertos, García representa la paradoja que supone compaginar la identidad racial de una persona con su identidad política.

Al igual que otros, Cristina Beltrán, profesora asociada que estudia temas de raza y derecha en la Universidad de Nueva York, hizo hincapié en que las experiencias y opiniones de las comunidades latinas en Estados Unidos no son monolíticas, y que el hecho de ser latino constituye una parte de la identidad de una persona. “Sabemos que la experiencia por sí sola no genera una identidad. La identidad es cómo interpretas tus experiencias”, explica Beltrán.

Lo que también podría atraer a los jóvenes latinos a la extrema derecha trasciende la percepción de superioridad racial. Beltrán argumenta que también podrían sentirse atraídos por la práctica del “dominio” que está vinculada a la historia estadounidense y al sometimiento de otros grupos, como las mujeres, señalando que esto formaba parte de una “historia de poder sentirse libre porque hay algunos grupos que están debajo de ti”.

En un artículo de opinión publicado en el periódico Washington Post, Beltrán, autora del libro Cruelty as Citizenship: How Migrant Suffering Sustains White Democracy, también escribió que el ascenso de Donald Trump ofreció este tipo de lo que ella denominó “blancura multirracial” a hombres de color de extrema derecha como Enrique Tarrio, un afrocubano exlíder del grupo Proud Boys que recientemente fue declarado culpable de conspiración sediciosa en relación con la insurrección del 6 de enero. Márquez y Beltrán cuestionaron si estas opiniones permitían que las personas de origen latino accedieran a ideologías más extremistas.

Además, Beltrán argumenta que la expansión de los empleos dentro del aparato de seguridad y penitenciario de Estados Unidos en las últimas décadas ha inspirado movimientos destinados tanto a desmantelar dichos sistemas como a reforzar la percepción de una nación que se encuentra amenazada, ya que las personas procedentes de comunidades afro y latinas ocupan esos puestos de trabajo y se ven desproporcionadamente afectadas por el sistema penitenciario. Beltrán añadió que esas comunidades poseen ciertas opiniones sobre cómo resolver los problemas y tienen un sesgo conservador.

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El exlíder de los Proud Boys, Enrique Tarrio, vistiendo una playera en la que proclama su apoyo a Derek Chauvin, el agente de policía de Minneapolis condenado por el asesinato de George Floyd. Foto: Chandan Khanna/AFP/Getty Images

“En Texas, tenemos muchos migrantes que sufren el maltrato de nuestra terrible política de migración y fronteriza. Pero también está el hecho de que más de la mitad de la patrulla fronteriza es latina”, señala Beltrán. “Están empleados y los están incorporando a un régimen brutal que deshumaniza enormemente a los migrantes”.

Dentro de las historias de sus países de origen existen momentos de sentimientos antiafro y antiindígenas, así como políticas reaccionarias que condujeron a la supresión violenta de opiniones progresistas por parte de dictadores.

Beltrán señala que en el estado de Texas, donde ocurrió el tiroteo, los latinos, en particular los de ascendencia mexicana, tienen una historia complicada, tanto por su proximidad a la blancura como por ser objeto de linchamientos y el tratamiento cruel y salvaje por parte de los rangers de Texas.

“Los latinos siempre han existido como una población que al mismo tiempo ha sido agredida y también incluida en prácticas de dominio racial”, señala Beltrán.

Márquez percibió en García una situación de complicada tensión: Las opiniones llenas de odio de García se sitúan en el extremo de un espectro de conservadurismo que separa la conexión de una persona con su identidad racial y étnica, y sus opiniones políticas. Añadió que las opiniones de odio de García, que comparte una minoría de personas cada vez más visible, no eran representativas, pero que tampoco se debían descartar.

Los expertos destacan a los republicanos latinos que promocionaron sus propias identidades en los recorridos de campaña mientras apoyaban las políticas antiinmigración del expresidente Donald Trump.

“Quizás no todos tengan una esvástica en su cuerpo. Pero muchos de nosotros tenemos tíos y tías que dicen cosas inapropiadas en la mesa, o tenemos a alguien que votó por Trump o que no quiere vivir en comunidades con otras personas”, comenta Márquez.

“Considerar que (García) forma parte de este espectro es importante. Sí, es aberrante en muchos sentidos, en muchos aspectos. Pero apartar nuestra mirada de él y excluirlo de nuestra comunidad nos libra del problema, porque existe un gran racismo dentro de la comunidad y un sentimiento antiafro y antiindígena que tenemos que tomar en consideración”.

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