10-M / La historia de Orializ Zarza: La maternidad me hizo ser más empática con mis padres

Orializ Zarza tiene 22 años y es mamá de Isabelle, de dos años. La noticia llegó en un momento en el que su relación sentimental era incierta y ella no sabía qué rumbo tomar. Estaba frente a la disyuntiva de continuar estudiando o trabajar.

Pese a su juventud, hoy tiene claro que quiere cambiar la educación tradicional de su familia. La maternidad le ha hecho comprender más a sus papás y saber que debe esforzarse y prepararse para ofrecerle una mejor calidad de vida a su hija.

La-Lista: ¿En qué momento de tu vida llega la noticia de tu embarazo?

Orializ Zarza: No sabía qué hacer de mi vida, si trabajar o estudiar. Pero en agosto y septiembre de 2018 comencé con malestares, náuseas y dolor de estómago. El doctor decía que la gastritis avanzaba mucho mientras aumentaba la dosis de medicina. Pero yo tenía un sentimiento raro que me decía que no era gastritis.

Me hice una prueba casera y dio positivo. Lloré muchísimo. Me sentía inmadura porque no tenía nada que ofrecer en ese momento, no sabía cómo cuidar a un bebé y no quería dejar a los abuelos el cuidado. Aunque al inicio la relación con el papá pasaba por una situación complicada, con la noticia del embarazo todo cambió para bien. 

En mi casa no iba a ser la noticia más esperada, mi mamá dijo: “agh, ay, no” y mi papá: “no puedes hacer otra cosa más que echarle ganas y aceptarlo porque si tú no lo haces, el bebé lo va a resentir”, mis hermanos me dejaron de hablar un tiempo. Fue doloroso. Me costaba trabajo asimilarlo y pensaba: si no podemos hacer otra cosa, lo único que puedo hacer es darte lo mejor de mí.

Tuve depresión y me costaba interactuar con mi bebé, no sabía cómo hacerlo. Después todo fue más tranquilo y mi familia comenzó a aceptarlo… ¿En qué momento cambia tanto un bebé la vida de las personas? No solo fue mi vida y la de mi novio, también la de nuestras propias familias.

Después de comenzar a asimilarlo, ¿cómo viviste el postparto?

Nació un mes antes y como no tuve atención durante cinco meses, me dijeron que había riesgo para ella, para mí o para las dos. Nunca fui tan católica como en ese momento. Nada me daba más pánico que el parto. Yo estaba tan mentalmente preparada que no me dolió y solo no tardamos cuatro horas.

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Pero nació muy chiquita, por lo que no pudieron dármela en el momento hasta dos días después. Nuestro primer contacto cambió todo. Ahí me dije: ponte las pilas. Su recuperación iba bien y evolucionaba muy rápido, tenía ganas de estar en el mundo. Pasé varios días yendo a cuneros cada dos horas para alimentarla, pero el estrés me provocó una descompensación y que la presión se me bajara.

¿Cuál ha sido el reto más grande al que te has enfrentado como mamá?

La crianza, ha sido un proceso muy cansado y había cosas que no entendía. Mi mamá me enseñaba cosas muy tradicionales que no me hacían sentido, así que decidí unirme a grupos de maternidad y lactancia en Facebook, ahí fue cuando me volví empática.

Afuera había una comunidad que te comprendía y te enseñaba cosas. Comencé a dejar de lado muchas de las cosas que mi mamá hacía como la papilla, yo decidí no darle a mi hija ni azúcar ni sal, y empezar a derrumbar prácticas tradicionales.

Recibí muchas críticas por eso. A mis papás les costó cambiar su perspectiva que nos llevó a varios enfrentamientos. Yo sabía que todo lo que hiciera con ella ahora de pequeña impactaría cuando creciera. Fue batallar pero lo comprendieron.

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¿La maternidad te ha transformado?

Antes de mi hija pensaba que no importaba lo que hiciera porque tenía más tiempo. Cuando nació me di cuenta de que sí tengo tiempo, pero debía apurarme con cosas positivas. Yo tenía autoestima baja y no podía proyectarle eso a ella, me tenía que empoderar, ser fuerte y valiente para defenderla, pienso que no me puedo quedar así.

No hay nada que me detenga, ya no dejo a medias las cosas. Entendí que no podía dejar la vida para después porque ella ha crecido tan rápido. Quiero ofrecerle algo mejor, una mejor calidad de vida, una mamá más estudiada e independiente, más de esas mamás increíbles que son un ejemplo de que hicieron muchas cosas para lograrlo.

Deseo comprarme una casa y un coche, estudiar, crecer todavía más, poner un negocio, hacer cosas para ofrecerle algo mejor a ella y a mí. No extraño nada de mi vida antes. Mis amigos se adecuaron a mi nueva vida y a los tiempos de mi hija. Mi vida se adaptó a ella.

Durante este tiempo, ¿te has sentido sola?

Muchas veces y me ha costado trabajo expresar lo que siento. Hay cosas de la maternidad que no entiendo y mis amigos tampoco me pueden decir nada porque son hombres y las mujeres no tienen hijos, es difícil que te entiendan. También tuve problemas con mi pareja y no sabía qué hacer. Esta ha sido la soledad más grande que he sentido.  

Después del embarazo, la crianza ha sido el segundo momento en que más sola me sentí. Me di cuenta que necesitaba ayuda profesional y la busqué para comprender muchas cosas. Ahora sé que no es así, que no estoy sola aunque crea que nadie me entienda y aunque mis estudios siguen detenidos he estado buscando opciones para retomarlos.

¿Cuál ha sido el mayor reto al que te has enfrentado?

La alimentación es uno de los retos que he enfrentado para criar, muchas veces no se respetaba lo que yo quería darle de comer. Dejarla que caminara descalza también, mis papás me obligaban a ponerle zapatos. Entre otras cosas. Poco a poco han entendido y respetado la forma en la que quiero criar a mi hija. Fue una batalla con mi familia y con la de él. No me gustaba que me compararan con otras formas de criar. 

También me he cuestionado cosas que yo ya sabía y que he vuelto a aprender con ella. He cambiado mis malos hábitos o de hablar mal para que ella no vea ese ejemplo. Tener una persona tan pequeña a la que le debas enseñar cómo vivir es un reto grandísimo. 

¿Qué le dirías a Orializ del pasado?

Me diría: no importa qué pase, puedes con eso, lo vas a lograr aunque te equivoques muchas veces, pero siempre tendrás una nueva oportunidad y aprenderás de los errores. Por más sola que te sientas está esa pequeñita incondicional sin importar si eres buena o mala.

¿Qué sientes cuando ves a tu hija?

Cuando la miro lloro mucho, me gana el sentimiento y la abrazo. A veces cuando termina el día estoy frustrada, no tengo mucha paciencia, pero pienso que al otro día tengo otra oportunidad de hacerlo mejor. Tal vez lo estoy haciendo bien y lo estoy logrando: criando una niña feliz. 

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