Los pacientes crónicos: ¿Cuándo les tocará su vacuna?
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Médico cirujano con más de 30 años en el medio y estudios en Farmacología Clínica, Mercadotecnia y Dirección de Empresas. Es experto en comunicación y analista en políticas de salud, consultor, conferencista, columnista y fuente de salud de diferentes medios en México y el mundo. Es autor del libro La Tragedia del Desabasto.

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Los pacientes crónicos: ¿Cuándo les tocará su vacuna?
Foto: Sharon McCutcheon/Unsplash.com

Desde el inicio de la pandemia se sabe que los pacientes con enfermedades crónicas son más propensos a desarrollar las formas graves y complicarse en caso de padecer covid-19.

Desde hace más de un año, México ha aprendido a entender cuáles son y de qué se tratan las multicitadas comorbilidades, de las cuales las más famosas son la hipertensión arterial, la diabetes y sobretodo el sobrepeso. Las autoridades no han escatimado un solo minuto en mencionar que la desproporcionada mortalidad en México debida a la pandemia, es directamente responsabilidad de los pacientes por ser obesos o padecer diabetes. 

Al momento de repartir culpas, la administración no ha mencionado exclusivamente a la población, sino que en el camino ha señalado con el dedo al “neoliberalismo”, a la industria alimentaria y a las transnacionales… pero esa es otra historia. Si bien se sabe que los pacientes con factores de riesgo tienden a complicarse más con las formas graves de la enfermedad o tener los peores desenlaces, sobre todo al requerir intubación, hoy sabemos que en México, la mayor mortalidad se ha relacionado a la falta de acceso unidades de cuidados intensivos debidamente equipadas y con personal calificado, más allá de las “camas con ventilador” que nos muestran diariamente en las estadísticas. 

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Es precisamente por eso que extraña tanto, qué en la llamada Política Nacional de Vacunación contra la covid-19, no exista un plan de acción específico para la inmunización de los pacientes con enfermedades crónicas, como en otros países.         

La decisión de haber vacunado al personal de salud ubicado en la llamada “primera línea” (luego nos daríamos cuenta que, en su intención primaria, esto sólo incluía a los profesionales contratados en los servicios de salud gubernamentales) y continuar inmediatamente con los adultos mayores de 60 años, suena lógica y aceptable. Lo que parece verdaderamente increíble, es que en ningún caso se haya considerado el acelerar o priorizar la inmunización a los pacientes con enfermedades crónicas. Si bien, en la página 26 de la Política se mencionan 10 patologías en tercer eje de priorización, no se menciona el plan para la implementación de un mecanismo mediante el cual vayan a ser vacunadas.

De este modo, quienes padecen enfermedades inmunológicas (y VIH), trasplantes, cáncer, padecimientos cardiovasculares o las famosas comorbilidades ya mencionadas, deben esperar pacientemente su turno por grupo de edad, como está establecido en las varias versiones de calendario que nos han ofrecido en sendas actualizaciones de la Política de Vacunación.  

Tomemos el ejemplo de los pacientes con diabetes. Según datos de la ENSANUT 2018, en México viven más de 8.6 millones de personas con diabetes que previamente sabían de su enfermedad. Se calcula que por cada persona que sabe que padece diabetes existe otra que no lo sabe, por lo que el número de personas con este padecimiento en México pudiera superar los 17 millones. Hay que aclarar que estas cifras se refieren a pacientes con diabetes mellitus tipo 2; inexplicablemente no existen datos sobre el número de personas con diabetes tipo 1 en México, ya que estas no son incluidas en la ENSANUT ni en alguna otra encuesta. De cualquier manera, todos estos pacientes deberían tener prioridad en la vacunación, cosa que no es así. 

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Hablando de VIH/SIDA, se estima que en México viven alrededor de 230,000 personas con este virus. Todos ellos deberían ser elegibles de manera primaria para vacunación. Inexplicablemente no se contemplan de manera específica en alguno de los planes.

En México se desconoce el número de pacientes que padecen alguna enfermedad oncológica. A esto debemos agregarle la moratoria que se ha puesto para la elaboración del Registro Nacional de Cáncer; una de las más ambiciosas y visionarias iniciativas para poder conocer el número de pacientes y la carga real de esta enfermedad. 

Las autoridades pueden esgrimir múltiples razones para no haber elaborado planes de acción específicos para la inmunización de estos grupos de personas; sin embargo, a este punto ya es claro que en la elaboración de la Política Nacional de Vacunación, se favorecieron dos criterios: el económico, tratando de realizar la mayor cantidad de ahorros posible y el de facilidad táctica, de donde se desprende lo extremadamente simplista del calendario primario de vacunación y sus iteraciones. 

En pocas palabras, si de por sí la campaña de vacunación ha sido complicada y ha sufrido retrasos, sería muy difícil para ellos, el incluir a poblaciones adicionales cómo son todos estos pacientes. Técnicamente hablando, habría que contabilizarlos, saber cuantas dosis son requeridas, realizar una planeación táctica y, de acuerdo a la miopía característica de las autoridades de salud, los pacientes deberían probar abiertamente que padecen una patología como el VIH, lo cual es una aberración desde el punto de vista de la confidencialidad y de los derechos básicos de los pacientes.

Para las autoridades de salud, es mejor dejar las cosas como están.

Durante más de un año se ha mencionado la importancia de las comorbilidades en la mortalidad de la pandemia. En el discurso oficial, estos padecimientos sobrepasan la responsabilidad del gobierno en los desenlaces fatales. Precisamente por eso, es doblemente absurdo el que no exista una planeación táctica específica ni una programación que dé prioridad a estos pacientes.

Quien padezca cáncer, diabetes, obesidad mórbida o VIH, deberá esperar pudorosamente su turno.

El autor es Médico Cirujano y Analista en Políticas de Salud.

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