Hagamos la diferencia
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Es jefe de información en Imagen Noticias con Yuriria Sierra en Imagen Televisión. Ha colaborado en Nexos, Proyecto 40 y Dónde Ir.  IG y TW: @alanulisesniniz

Hagamos la diferencia
Foto: Alexa Herrera/La-Lista

Rojo, naranja, amarillo, verde o tornasol. ¿Hay alguna diferencia en el semáforo epidemiológico? En la Ciudad de México, desde hace unas semanas es indistinto el color que marca. No se implementan restricciones. En suma, ¿les ha tocado que van a algún establecimiento y, mientras en algunos el código QR para monitoreo ya solo es parte de carteles a punto de caerse, en otros la toma de temperatura es más bien un performance? En mi experiencia, me ha tocado ver a muy pocos cumpliendo con las medidas sanitarias mínimas, como el uso de gel antibacterial o la sanitización de las mesas; en otros he visto incluso que mantienen el uso de los tapetes sanitizantes a pesar de las evidencias de su inutilidad. 

Todos quienes hemos transitado por la ciudad, a pie o en transporte público, hemos visto de todo: desde personas que se cuidan rigurosamente, hasta aquellos que se abrazan o minimizan las señales de lo que al paso de los días se confirma como un caso positivo de Covid-19. Esta semana fue particularmente así, demasiados contagios, más de una docena, todos de personas con las que no tengo más de dos grados de separación. Y aunque en mi caso la he librado y ya cuento con mi esquema completo de vacuna, al leer noticias me encuentro con casos de enfermedad en personas que también cuentan con sus dos dosis o historias de aquellos que se han infectado de nuevo. No dejo de sentir miedo. Es inevitable, porque tampoco es que haya certeza de las autoridades sobre la ruta que debemos seguir y eso es lo más grave.

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Jóvenes y menores de edad ahora son los más afectados por la variante Delta, pero tenemos la insistencia de las autoridades para regresarlos a las aulas para el próximo ciclo escolar que inicia en unas semanas, pensando en que de esta forma aliviarán un poco las afectaciones en su proceso de crecimiento y socialización. Ya no podemos tener a los niños dependiendo del Nintendo…, dijo ayer el presidente. Pero ayer también esas mismas autoridades, al menos aquí en la Ciudad de México, dieron señales completamente encontradas sobre lo que nos espera en los próximos días: mientras al mediodía anunciaban que la Ciudad de México se mantenía el semáforo naranja, por la tarde el gobierno federal puso a la capital del país en semáforo rojo. ¿Sí o no? ¿En qué lugar estamos? ¿Qué es lo que tenemos que hacer? ¿Qué le dice esto a una población en donde hace apenas unos días vimos un baile masivo en Chimalhuacán, Estado de México?

Hemos visto playas llenas, restaurantes con mesas de hasta 15 comensales, todas compartiendo, bebiendo, fumando, riendo y abrazándose. Sin duda, la manera en cómo enfrentamos este momento también es responsabilidad personal, pero definitivamente la tarea de las autoridades es marcarnos directrices, trazar el camino del cómo tendrá que ser nuestro avance para recuperar su normalidad, no hacernos presas de un juego político. 

Nueve de cada 10 contagios en la Ciudad de México son ahora a causa de la variante Delta; hemos llegado a niveles de registro diarios que no veíamos desde ese oscurísimo invierno en el que acaso las restricciones nos hacían sentir un poco más seguros. Hoy, parece que estamos retando a la enfermedad o tal vez resignándonos a que eventualmente va a alcanzarnos. Yo espero que no: hago lo que puedo para no volverme loco si me encierro y para no poner en riesgo a otros si decido salir. La sensatez no es una de las cualidades de este gobierno, hagamos nosotros esa diferencia. Cuidémonos. 

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