8M | Misoginia digital
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Doctora en Comunicación y Pensamiento Estratégico. Dirige su empresa BrainGame Central. Consultoría en comunicación y mercadotecnia digital, especializada en tecnología y telecomunicaciones. Miembro del International Women’s Forum.

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8M | Misoginia digital
Foto: Pixabay

Internet, telefonía móvil, correo electrónico, redes sociales y aplicaciones de mensajería, entre otros, representan un escenario para el desarrollo económico, la democracia y el fortalecimiento de una globalización hiperconectada. Sin embargo, y desafortunadamente, también para el ataque personal, profesional, psicológico, social y el ciber odio.

Los canales digitales funcionan de manera muy similar al panóptico creado por el jurista, economista y escritor Jeremy Bentham –una estructura arquitectónica diseñada para cárceles y prisiones donde al centro se alza una torre de vigilancia en la que una sola persona puede observar y controlar el comportamiento de los reclusos– y que el psicólogo Michel Foucault utilizó en su obra Vigilar y castigar.

Foucault describió a la sociedad panóptica como un modelo de control social donde perdemos la libertad y la intimidad, aceptándolo voluntariamente. Hoy, en escenarios digitales y desde nuestros dispositivos, todos como reclusos no podemos saber cuándo somos vigilados: el poder y la gestión social están controlados por los algoritmos y las normas de uso de las diferentes plataformas. Nadie sabe a ciencia cierta cómo funcionan en realidad, pero aceptamos ser domesticados.

En estos panópticos digitales, las inseguridades y odios disfrazados de memes, imágenes sexistas o mensajes enviados desde el anonimato o la protección de canales digitales facilitan la impunidad, la cobardía y crean comunidades de personas en igualdad de inferioridad de pensamiento. Estos utilizan sus trincheras en cargos políticos, empresariales o como empleados de empresas que les sirven como “protección” para manifestar libremente su sociopatía y agredir sin ninguna represalia. Lo más triste del asunto es ver cómo se aplauden entre ellos mismos.

La tecnología no determina por sí sola la conducta de los individuos, pero refuerza los contextos sociales creando una tecnosociedad en la que la realidad deja de ser exclusivamente análoga para trasladarse a canales digitales como extensiones de la vida, dejando de lado la privacidad en una total visibilidad social. La violencia se atenúa con pornografía infantil y acoso a mujeres.

Es totalmente cobarde que tomen presas a mujeres que se han levantado para frenar esta situación, para acosarlas de manera sistemática, desacreditarlas y humillarlas.

Internet tiene la capacidad de ser un vehículo para amplificar cualquier hostilidad offline en contra de las “minorías sexuales y raciales”, lugares seguros para que agresores “bromistas” abusen y coexistan en un doble mensaje entre lo digital y lo analógico.

El machismo hace metástasis en todas y cada una de las redes sociales y canales digitales para la libre expresión de la misoginia y la violencia, como actos necios hacia la permanencia de una condición superior del hombre hacia la mujer.

Resulta preocupante que en estos días no solo se conserve una forma de ser y de pensar tan primate, sino que aún se multiplique, considerando a la mujer en una total indefensión.

Este 8 de marzo, y como todos los días, a pesar de todavía encontrar muchas barreras levantadas, las mujeres daremos un salto hacia la igualdad de participación social y económica entre hombres y mujeres. Así será hasta finalmente lograr un desarrollo íntegro de la sociedad y de la humanidad.

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