El juguete que nunca me atreví a pedir
Contextos

Reportero egresado de la UNAM, formó parte de los equipos de Forbes México y La-Lista. Con experiencia en cobertura de derechos humanos, cultura y perspectiva de género. Actualmente está al frente de la Revista Danzoneros. X: @arturoordaz_

El juguete que nunca me atreví a pedir
Foto: Pexels / Pavel Danyliuk

Cuando era niño mis papás me preguntaban qué juguetes le iba a los Reyes Magos, y aunque nunca me pusieron restricciones, nunca me atreví a pedirles uno en especial: el microhornito. La mayoría de las veces me limité a pedir muñecos de acción y en mis últimos años de ilusión dejé la carta abierta: lo que sea su voluntad. ¿Ustedes también se limitaron a jugar por un tema de género?

Conforme fui creciendo, hice público mi interés por cocinar. Aunque mi papá no estuvo cómodo con que no haya desarrollado habilidades para el futbol y prefería estar detrás de la estufa, no me reclamó. Cuando era niño, incluso dije: “quiero ser chef”. A pesar de contar con esa pasión infantil de jugar con utensilios de cocina reales, nunca me atreví a pedir un horno de juguete por ser hombre.

En 2008, María del Carmen Martínez Reina y Manuel Vélez Cea publicaron un estudio sobre los estereotipos de los juguetes en los niños y cómo esto impacta en la vida de adultos. Para este trabajo, publicado por la Universidad Autónoma del Estado de México, se encuestó a más de 400 menores de entre tres y siete años de edad.

En la investigación, Martínez Reina y Vélez Cea coincidieron que los juguetes son símbolos de estereotipos sexistas en la sociedad. Sin embargo, el significado no lo cargan los objetos por sí solos, es el uso que se le da a través de los adultos, los medios de comunicación y la publicidad lo que le da ese componente.

“En términos generales, los datos muestran que los estereotipos de género, directa o indirectamente, forman parte de nuestra educación y están presentes en nuestro entorno.

Asimismo, influyen profundamente en la educación que recibimos y, por lo tanto, están vigentes en nuestra forma de ser y de interactuar desde la más tierna infancia”, escribieron en el estudio llamado Actitud en niños y adultos sobre los estereotipos de género en juguetes infantiles.

También insistieron en que es necesario fomentar el juego didáctico y seguro para potenciar la creatividad en los niños, ya que esto les podría ayudar a reconocer y expresar sus emociones más íntimas.

Ahora, como adultos, el tema está en nosotros: en las actitudes que ven los menores y cómo es que esto se convierte en un ejemplo. Sin embargo, también estamos a tiempo de reeducar a ese niño o niña interior que se quedó con una única visión sobre cómo se mueve el mundo. Hay que tomar el valor, como si fuéramos infantes, para probar cosas que nunca nos atrevimos por pena a que no correspondiera con nuestro género. Hay que comprarse el microhornito.

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