De manipulación y el Barbenheimer
HÍBRIDO

Como crítico de cine y música tiene más de 30 años en medios. Ha colaborado en Cine Premiere, Rolling Stone, Rock 101, Chilango, Time Out, Quién, Dónde Ir, El Heraldo de México, Reforma y Televisa. Titular del programa Lo Más por Imagen Radio. X: @carloscelis_

De manipulación y el Barbenheimer
Foto: Cinépolis

Cuando piensas en el color rosa, ¿en qué piensas? Lo más probable es que en las últimas semanas hayas pensado en la muñeca Barbie. Así funciona la psicología del color, pero también la psicología de la publicidad. Es neurociencia visual. El color es información que nos ayuda a distinguir unas cosas de otras, y así es como entendemos que las plantas son verdes y el cielo es azul.

Incluso, hay un debate científico sobre el color rosa. De acuerdo con el sitio de Scientific American, este color no es un color que exista como tal porque es la combinación de dos colores, y su rareza explica nuestra fascinación con él. La publicidad de la película de Barbie ha pintado todo de rosa, e incluso ha desatado la moda del Barbiecore. Nuestro cerebro está trabajando a toda marcha tratando de procesar la saturación de un color que -en teoría- no existe. ¿La solución más sencilla? Vamos a ver Barbie… o no.

¿Alcanza todo el rosa del mundo para pintar una película tan oscura como Oppenheimer? Sí, y ya quedó demostrado con la creación del Barbenheimer, un fenómeno viral que nadie tiene muy claro cómo surgió pero que ya cuenta con su propia página de Wikipedia, que cualquiera puede consultar para entender por qué la popularidad de la muñeca Barbie es tanta que benefició a su competencia.

En pocas palabras, es un reto que invita a ver las dos películas el mismo día. Y así, puesto tan simple, claramente se trata de una estrategia de publicidad, una bastante frontal y vulgar. ¿Pero diseñada por quién? Nadie sabe. Estas películas pertenecen a diferentes compañías: Barbie es de Warner y Oppenheimer de Universal. Incluso, se habla de la rivalidad entre el director de Oppenheimer (Christopher Nolan) y sus antiguos empleadores en Warner como la razón por la que estrenaron Barbie el mismo día que su nueva película.

Una situación que pudo resultar en una batalla campal entre grandes estudios de cine, terminó por convertirse en un noviazgo, como Brangelina y Aristemo. Al juntar el estreno de Barbie con el de Oppenheimer, todos salieron beneficiados, hasta películas que no tienen nada que ver como Misión imposible: Sentencia mortal. Medios internacionales, especializados en la industria del cine, explican que tal estrategia sirvió para generar interés en el público y devolverlo a las salas de exhibición en medio de una de sus peores crisis.

Todo eso está muy bien y muy bonito, pero lo que hoy nos ocupa es tratar de desenmarañar cómo funcionan estas estrategias de publicidad en la cabeza de los consumidores. ¿Somos borregos que sólo siguen a la manada, perros de Pavlov que babean con una campana o cerditos que van sin remedio al matadero? Cuando los vasos de Barbie son la lección más importante del mes, hay que cuestionar seriamente nuestros hábitos de consumo.

Y no, el escándalo de los vasos y la palomera de Barbie, no es ninguna tontería. Es quizá lo más valioso que nos va a quedar de toda esta experiencia, porque demuestra que aún nos respetamos como consumidores. Si empresas como Cinépolis y Cinemex diseñan su propia estrategia de marketing para atraer al público a un estreno y persuadirlo de gastar dinero extra, cuando todos sabemos que el verdadero negocio de los complejos cinematográficos está en sus dulcerías y que las golosinas tienen precios altísimos, lo menos que pueden hacer es respetar al consumidor, cumplir con sus promociones y tener suficiente producto.

Quizá empezó con un vaso que en reventa llegó a costar hasta 3 mil pesos, pero lo que sigue es hacernos respetar en todas las etapas de la experiencia de exhibición, incluso negándonos a ser manipulados para ver una película. Creímos que la falta de asistencia ya era una señal muy clara de nuestra parte, pero sorprende darnos cuenta de que, en medio de una crisis de asistencia, cuando se habla de la probable desaparición de la experiencia cinematográfica como la conocemos, todavía haya empresarios mexicanos que se atrevan a poner en riesgo esa delicada relación que mantienen con el consumidor.

El abuso de la nostalgia en las películas es manipulación emocional y utilizar la sensación de FOMO (Fear of Missing Out) también sirve como manipulación de masas. Usar ambas es lo que volvió un éxito a películas como Barbie, Super Mario Bros. y Top Gun: Maverick. Combinar estrategias está contemplado en el medio de la publicidad, aunque no es lo más deseado, por lo que le llaman -muy literalmente- Síndrome de Frankenstein. Personalmente, yo no caí en el juego del Barbenheimer -al menos no completamente- porque preferí ver Misión imposible: Sentencia mortal, y lo que descubrí al asistir al cine fue muy interesante.

En efecto, Tom Cruise es el gran perdedor de esta competencia. Hace un año lo nombraron el salvador del cine y hoy queda claro que no fue él quien llevó a la gente de regreso a las salas sino la nostalgia por la marca Top Gun. Las cifras de taquilla en el mundo ya demostraron que, para efectos prácticos, Misión imposible: Sentencia mortal no fue el éxito que se esperaba. La gente prefirió juntar su dinero para ser parte del Barbenheimer, y hasta Tom Cruise enseñó sus boletos para Barbie en redes sociales, en una maniobra que pretendía mostrar solidaridad con el gremio del cine pero que también le sirvió para atraer algunos cinéfilos hacia su propio estreno. Cría nostálgicos y te sacarán los ojos…

Otro factor que volvió el Barbenheimer muy pegadizo es nuestra memoria asociativa, aun si la utilizamos para mezclar ideas que contrastan, como en la cultura del mash-up. Piensen en quienes dicen que el disco The Dark Side of the Moon de Pink Floyd sirve para musicalizar la película El mago de Oz. Este es quizá el antecedente más directo del Barbenheimer. Sin embargo, la industria del entretenimiento ya contempla este tipo de casos y los llama “contraprogramación”, que es generar alternativas a lo que la competencia ofrece. Así, la gente que no estaba convencida con Barbie tuvo la opción de Oppenheimer.

Pero el Barbenheimer es muy real, y aunque probablemente se extinga en su segundo fin de semana, ya quedó como un fenómeno cultural para las páginas de la historia. Eso sí, la única manera de comprobar su existencia era asistiendo al cine. En redes sociales vimos a fans de todo el mundo haciendo filas, vestidos de rosa y otros atuendos exóticos. Pero, como un cinéfilo de corazón, lo verdaderamente conmovedor fue volver a estar en un cine lleno. Nosotros le dimos vida a este Frankenstein. El Barbenheimer somos nosotros.

BREVES

Aunque silenciosamente, a México siempre han llegado opciones para los que buscan contenidos basados en la fe. La revolución de Jesús es una película que en Estados Unidos rebasó la marca de los 50 millones en taquilla, antes del fenómeno de Sound of Freedom. Llega a cines el 27 de julio, aunque se anunció su estreno en Netflix para el 31.

Para los que no salen de Netflix, se acercan dos estrenos importantes para los fans. Por un lado, la segunda temporada del fenómeno Heartstopper, pero también más capítulos de The Lincoln Lawyer, con el mexicano Manuel García-Rulfo. Ambas desde el 3 de agosto.

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