Enrique Mandujano, hacedor de periodistas

Soplaban vientos fríos cuando un mensaje entró a mi celular: “¿Alguien tiene datos de dónde será el velorio de Enrique Mandujano?”. 

La noticia sacudió mi alma: había muerto el maestro que me enseñó lo que hoy sé sobre redacción y noticias. 

En el chat de exalumnos de la Carlos Septién García nos dijeron que había fallecido a causa de un infarto. 

La noticia tomó por sorpresa a toda la comunidad, pues Mandujano no era un hombre viejo; una amiga me dijo que había nacido en los 70. 

Lo último que supe del maestro es que un exalumno le ofreció dar clases en una escuela de Hidalgo. Entiendo que allá pasó sus últimos días.

En la ola de ‘metoo’, una acusación contra Mandujano llevó a que lo separaran de su cargo en la escuela. Y la Septién, a la que le dio su vida, le dio la espalda. 

Todavía conversé un par de ocasiones con él sobre la nueva directora que estaba por llegar, Analletzin Díaz, quien por cierto es su amiga. 

Enrique Mandujano fue un hacedor de periodistas. Si nos hizo a mil, somos pocos. ¿Y cómo se hace a un periodista? Se le instruye, se le motiva y se le hace entender que el periodismo es un oficio, un sello, un estilo de vida, un baluarte. 

Mandujano ironizaba en clase sobre noticias recientes, sobre personajes, sobre errores en los titulares. Era uno de esos hombres con quienes parecía que siempre se tendría tema de conversación de alguna noticia.

Lamento su partida como alumno, como periodista y como persona, porque sé que se va alguien insustituible. 

Lamento también que se le haya linchado en la arena pública. Pero hoy atestiguo que es más grande el cariño, el aprecio y las palabras que le han dedicado sus exalumnos a su profesor. 

Larga vida a sus enseñanzas, maestro.