El buzón
Mil preguntas
El buzón
Foto: @HGM.oficial

A la puerta del Hospital General de México hay un improvisado buzón de cartón con decoraciones navideñas. Hasta él, llegan cartas dirigidas a pacientes con Covid-19, escritas por amigos y familiares. Las cartas, son leídas a los pacientes por el personal de enfermería.

Todos los días en el mismo lugar, a medio día, los parientes avisan el cuarto de su paciente, entregan un papel y esperan el reporte de salud.

El personal de psicología que se dedicaba antes al departamento de adicciones, ahora atiende a pacientes con Covid-19 y sus familiares. Programan video llamadas, los lunes, miércoles y viernes, el familiar debe estar en las instalaciones del hospital y todos los pacientes tienen derecho a una video llamada por semana, tras haber llenado un cuestionario. En cuatro minutos, máximo cinco que sirven para preguntar qué hace falta. ¿Qué preguntas? ¿Qué platicas a tu ser querido en una conversación que de ambos lados es acompañada por personal del hospital? ¿Qué escribes en esas cartas que le den ánimos para seguir respirando? ¿Qué preocupa a los que están adentro de lo que sucede en el mundo exterior?

Lo trivial, una verificación retrasada; lo crudo, los gastos que han corrido a pesar de estar como paciente en un hospital público (medicamentos que el hospital no tiene, traslados de los parientes, oxígeno para cuando salga); y lo verdaderamente importante, la salud de quienes siguen afuera.  

El buzón de cartón ha sido remplazado, en su lugar, un bote de basura de plástico con una impresión que especifica se anoten los datos del paciente para poder entregar las cartas. Un familiar lo llevó, ese espacio de conexión entre esos dos mundos puede lucir mejor, y alguien encentró en su dolor y presupuesto un hueco para mejorarlo.

Día con día, los parientes de los enfermos acuden, a dejar sus cartas, surtir las recetas que les piden y los objetos que necesitan sus familiares: ropa interior, un libro, agua, unos lentes. Son advertidos, nada de lo que entra podrá volver a salir, pero eso es solo para las cosas, con en la esperanza de que sus parientes si lo hagan, acuden puntuales a la cita para escuchar las noticias del parte médico, algunos también con síntomas de la enfermedad, otros con preocupación por tener los recursos para conseguir todo lo necesario, y los más afortunados preocupados por cómo ayudar a sus compañeros de fila.

Así pasa, y pasan todos, mientras el buzón los observa.

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