Infancias encerradas ¿A dónde irá lo acumulado?
Historias del campo ciego
Infancias encerradas ¿A dónde irá lo acumulado?
Foto: Kelly Sikkema / Unsplash

“Mamá… No te mueras nunca”.

La frase de Natalia y su mano sobre el brazo de su madre al pasar, congela la premura de María, quien sólo atina a responder con un abrazo a su hija adolescente de 13 años.

Natalia está tensa, cuenta su madre. Lleva días entre el súbito mal humor o el llanto, duerme tarde y poco. Come de forma regular pero en menor cantidad. Por estas y otras razones ha decidido buscar ayuda de terapia en línea para ella. El trabajo de María es muy absorbente y en casa ellas dos han experimentado el encierro obligado por la situación de pandemia por SARS-CoV-2, entre escuela y trabajo en casa, así como el cuidado de la abuela.

“Es raro, yo he hablado incluso sobre el tema de la muerte con ella desde más pequeña por pérdidas familiares y porque lo creí necesario, y aunque no ha sido fácil, nunca la había visto tan alterada como ahora, no sólo por la muerte de alguien conocido o cercano, sino más bien, ahora, por el temor a perder a sus personas más queridas, yo entre ellas. Por el temor a la muerte.

No soy psicóloga, pero pienso que el encierro dominante desde hace casi un año, sin ir ni siquiera a la escuela –su dinámica en línea más bien la ha dado mucho estrés–, está pesando bastante en su estado de ánimo. Aunque yo estoy en casa también, creo que no siempre puedo prestarle la atención que debería, quizá eso también le afecta”, cuenta María.

Esta historia del campo ciego, trae a la memoria el reciente reproche al gobierno federal que hizo la Red por los Derechos por la Infancia en México (Redim) –al dar a conocer su Balance Anual 2020: El año de la sindemia y el abandono de la niñez en México–, en el sentido de que la idea equivocada de que esta situación no afectaba a la niñez y adolescencia o que lo hacía en menor medida, generó que éste fuera “omiso en la atención de la niñez y adolescencia”, cuya protección tendió a disminuir, incluso presupuestalmente.

De acuerdo con registros periodísticos como el de El Economista –del pasado 6 de enero–, la organización consideró que el gobierno federal decidió renunciar a sus obligaciones legales con la niñez, pues en medio de la pandemia se anunciaron nuevos recortes presupuestales que afectan la garantía del derecho a la salud de niñas, niños y adolescentes, en al menos 16 programas, uno de ellos el Programa de apoyo para el bienestar de niñas y niños hijos de madres trabajadoras con un recorte de casi el 50% en el Ejercicio Fiscal 2019, que sumado a las consecuencias por la situación sanitaria, “impactará en las políticas dirigidas al desarrollo del capital humano inclusivo y principalmente a la primera infancia y con discapacidades”.

¿Quién los escucha?

Uno de los pocos espacios que se han abierto para escuchar desde su propia voz lo que están enfrentando niños, niñas y adolescentes en México en este contexto de pandemia, ejerciendo su derecho a la participación, es el que creó la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDHCM) antes de concluir 2020: la Consulta Infancias Encerradas.

De acuerdo con ella, el 85% de más de 40 mil niñas, niños y adolescentes de la Ciudad de México, tienen como Natalia, entre sus mayores preocupaciones actuales el hecho de que un familiar se enferme o se muera por COVID-19.

El tiempo prolongado para el retorno a la escuela y la pérdida del trabajo de las personas adultas que les rodean, son otros dos elementos que marcan sus pensamientos constantes.

¿Quién está escuchando sus voces? ¿Quién está reparando en el impacto a largo plazo que tendrán en su vida estos temores que parecieran sin fecha de caducidad frente al panorama de contagios y muertes registradas en nuestro país por COVID-19?

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La Consulta #InfanciasEncerradas puede consultarse aquí. Pero te comparto también algunas de sus voces:

“Estando encerrada me aburro porque no tengo con quien jugar, y a la vez me preocupa que mis papás se queden sin trabajo”

Niña, 11 años

“Aburrido, solitario y no me gusta”

Niño, 7 años.

“Enojo, tristeza y aburrimiento”

Niña, 10 años.

“Está bien porque estoy con mi familia y jugamos y estamos juntos, y lo que no me gusta es que dejen tareas que mis papás no pueden ayudarme [hacer] porque no saben mucho”

No quiere contestar género, 10 años

“Estoy enojada y triste, y ya nunca voy a ver a mis amigos del 6to. grado por culpa del coronavirus; me enoja mucho”

Niña, 11 años.

“Pues me siento apachurrada por la falta de trabajo de mis papás y por las personas que son pobres como yo”

Niña, 11 años.

“Significa que tengo emociones encontradas, me siento triste, frustrado, quiero volver a la escuela, ver a mis amigos y graduarme”

Adolescente hombre, 12 años.

“Me siento muy nervioso, triste y aburrido por lo del coronavirus”

Adolescente hombre, 14 años.

“Encarcelada”

Adolescente mujer, 14 años, discapacidad intelectual.

Las preguntas se siguen multiplicando en medio de esta pesadilla de pandemia:

¿Qué harán, qué haremos, con el temor, el enojo, la tristeza y la confusión de los niños, niñas y adolescentes? ¿Cuándo habrá momento para voltear hacia ellos, desde la escuela, la familia, las instituciones? ¿Cuándo, si aún no sabemos qué hacer con tanto dolor cotidiano que se va acumulando?

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