El IMSS, ese destino letal en la mayor crisis sanitaria de su historia
Foto: @IMSSmx.

Un paciente internado con Covid-19 en un hospital del IMSS tiene sólo 48% de posibilidades de salir vivo de su tratamiento en esta institución. Un volado, literal. Una apuesta binaria. 

El dato se vuelve más impactante en volumen, cuando según el propio director general del Instituto, Zoé Robledo, 1 de cada 2 mexicanos hospitalizados por Covid en el país ha estado en una de las camas del IMSS. 

Las probabilidades de salir con vida de uno de sus 5,000 hospitales es mucho más baja si el paciente agravó su estado hasta llegar a necesitar ser intubado: 86.6% % de los pacientes que pasan por esta práctica pierde la vida, según el último reporte de mortalidad de pacientes con Covid-19 de Data Cívica (con información de datos.gob.mx). 

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Del centro de salud al que llegue un mexicano con Covid-19 dependerá la supervivencia como refiere el triste ranking de los servicios de salud y el porcentaje de pacientes que fallecieron lo lideran:

  • El IMSS, 52%,
  • El ISSSTE, 29.1%.
  • Los servicios de la Secretaría de Salud como el Insabi, 28.4%,
  • Los hospitales privados, 18.8%. 

Mientras en el IMSS fallecen el 45.5% de las mujeres mayores de 60 años y 54% de los hombres de ese rango de edad (ver gráfica), en Estados Unidos (número uno en muertes por Covid-19 en el mundo, con 417,000 defunciones) en la red de hospitales Covid-NET la mortalidad de personas entre los 50 y 64 años es de 10%.

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De hecho, la cadena de hospitales privados Centro Médico ABC, hizo en noviembre pasado un anuncio que circuló por redes donde promocionaba sus servicios haciendo hincapié en que en sus instalaciones sólo 6.3% era el rango de fallecimiento de sus pacientes (ver anuncio). 

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Centro Médico ABC circuló en noviembre un anuncio donde uno de sus valores era la baja letalidad de sus servicios versus IMSS, ISSSTE y otros servicios de salud.

“Yo encontré que hay diferencias muy sustanciales en la letalidad entre quienes se atienden en el IMSS o el ISSSTE y quienes se atienden en otros hospitales. Esto no necesariamente tiene que deberse a la calidad de la atención, puede en parte deberse a que los pacientes llegan ya muy mal al hospital, varios doctores me han dicho que tiene que ver con eso”, me dice Georgina Jimenez Coordinadora de contenidos de Data Cívica

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Una senadora (que pidió no revelar su nombre) refirió a La-Lista que, tanto Nestora Salgado así como el presidente de la Comisión de Salud, el nayarita Ángel Navarro decidieron no atenderse en el ISSSTE (que como funcionarios públicos les correspondía) sino que se hospitalizaron en el Hospital de la Marina, en Acoxpa, al sur de Ciudad de México. “Este centro, así como el Instituto Nacional de Nutrición tienen los más altos estándares y una sabe que puede salvarse. Trabajan con los mismos resultados de un hospital privado” agrega la legisladora. 

Sin negar los datos de mortalidad, Zoé Robledo explica a La-Lista que está en contacto con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para analizar las causas de estos números, pero él mismo tiene su diagnóstico enumerado.

“Hay muchas lecciones que tenemos que agarrar de la pandemia y hay cinco elementos: México carga con otra pandemia como es la de obesidad, diabetes e hipertensión y en los derechohabientes del IMSS estos índices son más altos que el promedio (12% más); además del volumen que atendemos aquí versus los hospitales privados y la infraestructura. La pandemia desnudó de manera dramática las inversiones que se necesitaban en equipamiento en el Seguro. Otro factor es el personal donde teníamos déficit general y pocos especialistas a causa de la desinversión que se hizo por muchos años, al no abrir plazas nuevas”, dice el funcionario.

Más vale ‘aquí corrió que aquí quedó’

Cuando se declaró la pandemia había un déficit de 10 mil plazas por cubrir además de que otros 27 mil trabajadores pidieron su baja en resguardo domiciliario por algún padecimiento que los hiciera vulnerables. 

Algunos exempleados del IMSS afirman que entre esos trabajadores estaba un número elevado de especialistas que iban a tener que estar en la línea de fuego (como anestesiólogos, inmunólogos y radiólogos) que prefirieron aprovechar las laxas oportunidades que permite el convenio sindical para alejarse de un posible contagio

En marzo, el IMSS arrancó con una plantilla de 150 mil trabajadores y contrataron unos 50 mil nuevos para lograr cubrir 200 mil puestos que requería la reconversión por la pandemia.  

Cuando arrancó el 2020, Zoé Robledo llevaba sólo siete meses en el cargo. En mayo de 2019, Germán Martínez había renunciado a dirigir el Seguro por que había, según su carta de despedida, una injerencia perniciosa de Hacienda sobre el IMSS con:

... “ahorro y más ahorro, recortes de personal y más recortes de personal, 
y un rediseño institucional donde importa más el 'cargo' que el 'encargo'. 
Mientras se discute la remodelación del IMSS, muchos trabajadores 
siguen sin certeza laboral, otros sin contrato, algunas vacantes 
aumentan, el rezago en infraestructura es brutal, -en 2019 prácticamente 
está en 0% el avance de obras y el pago a proveedores-, los contratos y 
convenios de servicios se rezagan, y algunos están por vencerse sin 
horizontes de legalidad y eficiencia, las compras de equipamiento 
paradas, las reclamaciones y litigios aumentan; y si bien el abasto 
de medicamentos está garantizado, es precario y en algunos lugares 
pende de un hilo”.

Una de las últimas batallas de Martínez fue la de pelear porqué 5,000 residentes del IMSS lograran una plaza, algo que estaba fuera de los planes de austeridad. 

“No hemos aprendido nada”

“Puede haber muchas causas de la letalidad, incluso la desconfianza hacia esos hospitales y que por eso la gente llega cuando ya está muy grave. Pero, a casi un año de la pandemia las autoridades a cargo debieron hacer algo para remediar lo que esté sucediendo. No hemos aprendido nada a estas alturas sobre la letalidad en el IMSS”, dice Georgina Jimenez desde Data Cívica. 

Que la mitad de los pacientes hospitalizados en el IMSS fallezcan es altísimo para estándares internacionales y habla de que no se ha aprendido en la pandemia, versus otros sistemas de salud que sí han mejorado sus porcentajes”, agrega Mariano Sánchez Talanquer, miembro del Observatorio para la Contención de COVID-19 en América Latina de la Universidad de Miami y Academy Scholar de la Harvard Academy for International and Area Studies. Hace unos meses publicó en Nexos un análisis preliminar de estos datos donde revelaba que las diferencias entre la letalidad del IMSS y los otros sistemas de salud públicos y privados se mantenía incluso después de ajustar por edad, por comorbilidades, por estado y por municipio. 

Además, hay disparidades según los estados. Los peores índices de mortalidad en pacientes con Covid-19 los tienen los hospitales del IMSS de Tamaulipas, Yucatán, Chiapas, Sinaloa y Baja California.

Un gigante que no crece, sino engorda

El IMSS tuvo en los últimos 11 meses la mayor conversión hospitalaria de su historia. Según explica el propio director general, Zoé Robledo (ver entrevista completa aquí), “el Seguro Social contaba con 473 camas para atender enfermedades de infección respiratorias agudas y graves en sus 250 hospitales y en sus 25 Unidades Médicas de Alta Especialidad. Empezamos un proceso profundo de reconversión y hoy tenemos 18,890 camas para atender Covid-19. Para darnos una dimensión, el IMSS tiene un total de 36,700 camas en todo el país”, explica Robledo. 

Además sumaron infraestructura. Adelantaron todas las obras que tenían en proceso de inauguración a lo largo del año y junto con Cemex crearon un nuevo modelo de hospitales modulares que se levantan en 24 días y que permiten derivar pacientes menos comprometidos. En total se sumaron 13 de estas unidades con 40 camas hechas con un material innovador: concreto antibacterial. “A diferencia de otros espacios creados en carpas de campaña, estos son inmuebles que quedan como capital del Seguro”, agrega Robledo. 

A esta red se sumaron y atiende el IMSS, a las 300 camas que hoy están ocupadas en el Autódromo Hermanos Rodríguez. 

Además de los derechohabientes del Instituto, a partir de abril abrieron la atención a todos los que la requirieran y atendieron a más de 40 mil personas que no cotizan en el Seguro. 

Hasta antes de la pandemia, un mes de presupuesto de egresos del IMSS sumaba 33,000 mdp (1,670 mdd), lo que equivale al presupuesto de un año de la UNAM. 

En 2019 tuvo su primer gran recorte de 5,000 mdp y luego la crisis de las proveedoras de medicinas e insumos (que terminó con el modelo de compra consolidada) y pasó a manos de Hacienda. El gran foco en aquel momento fueron contratos con la firma Fármacos Especializados que llevó a un desabasto generalizado de medicinas, situación que se hizo visible en el caso de las manifestaciones de los padres de niños con cáncer, tanto bloqueando calles como protestando en el Aeropuerto Internacional de CDMX.

La crisis y la demanda de productos hizo que hoy sigan comprando a Fármacos Especializados entre otras empresas denunciadas públicamente por el presidente Andrés López Obrador por corrupción. 

En esta situación, hay voces que sugieren que el IMSS, como el sistema de salud más grande de Latinoamérica con 6,000 puntos de contacto con la población, debió haber sido el puntual nacional para combatir la pandemia.

“Todo el sistema de manejo de la pandemia debió de haber quedado en manos del IMSS, la institución más grande del país y con mayor experiencia. Incluso ahora el plan de vacunación”, dice un exfuncionario del IMSS que conoce a fondo la operación del Seguro Social y que durante años trabajó en la organización.

Según él, la tormenta perfecta que generó los resultados que vemos hoy tiene que ver con la desorganización interna del IMSS: “No hay un protocolo único de atención como en Semar o en los Institutos Nacionales. Aquí, el médico que le toca ese día el turno hace lo que cree adecuado y así se cambian protocolos cada 48 horas”.

Al poco apoyo del sindicato en cuanto a la flexibilidad que requiere una situación de emergencia, a la falta de especialistas (tal y como señala Zoé Robledo) que se desbarató en años de corrupción primero y austeridad después, y a la falta de insumos para pacientes y para proteger al personal. “Ojalá el mismo interés por salvar a Pemex lo aplicaran para salvar al IMSS, estaríamos a tiempo de cambiar estas estadísticas tan tristes”, dice el exfuncionario. 

El problema es.. estructural

“Estas cifras nos muestran, con toda crudeza, las enormes desigualdades en el acceso a la salud en México. Las cifras de mortalidad del IMSS son especialmente preocupantes. Estos datos no se deben a los médicos, desde luego, sino a problemas estructurales de desinversión, antigüedad de las instalaciones, escasez de personal y fallas administrativas. La austeridad, más las reformas atropelladas, han tenido un efecto muy nocivo en el sistema de salud. Aunque se han hecho esfuerzos por ampliar el número de camas en la pandemia, eso no basta si no vienen con el personal médico suficiente y los insumos”, agrega Mariano Sánchez Talanquer desde Harvard.

Le pregunté directo a Zoé Robledo:

-¿Por qué tienen más probabilidad de vida los que van a un hospital privado? 

-“Una clave que hay, comparativa, es que nosotros tenemos criterios, algoritmos y protocolos muy estrictos a la hora de hospitalizar y a veces un hospital privado interna a una persona que podría monitorear por teléfono. Tienen a una persona más tiempo internada porque el criterio es más de carácter económico, y esos son elementos que impactan en la letalidad”. 

-¿Bajará la letalidad del IMSS? 

-”Algo ha bajado pero desde luego uno nunca está satisfecho con los números si se compara con el resto del planeta”. 

Y no hay cambios en la estrategia del gigante de la salud. Se mantiene el statu quo y la solución hasta ahora sigue siendo la ampliación en la capacidad de camas y con ello se espera bajar las estadísticas de esta pandemia que ahora está en su punto más alto esta semana (y subiendo).

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