Una vista rápida a la moda rápida
Foto de Rio Lecatompessy en Unsplash

Concretamente, la moda rápida (fast fashion) es el sistema-de-la-moda. No sirve de nada referirnos a esto como un fenómeno separado dentro de la industria, cuando es hoy en día, la fórmula de todo el negocio.

La industria de la moda abastece semanalmente los almacenes del mundo entero. Cambia de líneas con cada estación del año y afianza incentivos de consumo jamás vistos en la historia de la humanidad. La cantidad de ropa que existe, se ha cuadriplicado en una generación, 150 mil millones de piezas, con ganancias de 3 billones de dólares anuales.

Emplea a 1 de cada 6 habitantes en el mundo y el 80% de su fuerza laboral es femenina. El 98% de la industria produce en países cuya economía gira alrededor de los grandes centros de dinero. La manufactura de ropa se realiza en sweatshops, y no tendríamos porque llamarlos de otra forma. Se trata de la esclavitud moderna.

El sueldo promedio para estos trabajadores es 4 dólares al día sin condiciones de trabajo. La responsabilidad moral  de los gobiernos de estos países periféricos es superada por el consumismo.

La globalización de la industria fue la clave para mantener precios bajos: los tratados de libre comercio facilitan la relocalización de plantas sin consecuencia y “contratar” mano de obra extremadamente barata.

Te puede interesar: Los alegres 20s: el mundo de la moda predice un boom después del Covid-19

Esta información nos compromete. Las víctimas de esta situación trabajan para una industria que nos vende su intención de empoderar y liberar a la mujer constantemente. Como mujeres con privilegios es necesario evitar el consumo excesivo.

No compres tendencias, asegurarte de comprar prendas más longevas. Compra ropa de producción local y/o artesanal. Cuidar la manera en la que lavamos la ropa hace dure más; compra ropa de segunda mano. Lee las etiquetas y asegurarte de saber de donde vienen las prendas. Al creer que no tenemos poder como consumidores, nos absolvemos de nuestra responsabilidad personal hacia estos temas.

Los consumidores somos la fuerza impulsora del capitalismo. Nuestras demandas forman la dirección que siguen las empresas y tener preferencia por marcas éticas, locales y responsables, obligada a las demás a cumplir con las preferencias de los consumidores. Tenemos que reconocer el poder y la responsabilidad que tenemos en este sistema y utilizarlos para generar cambios.

Síguenos en

Google News
Flipboard