La autoestima
Regresando al amor

Psicoterapeuta familiar sistémica, escritora, meditadora y activista por la equidad de genero. Su práctica está encaminada al reconocimiento de la herida emocional infantil para el desarrollo integral del adulto consciente. Instagram @rominalcantar

La autoestima
Foto: Pixabay

Dentro del proceso de autoconocimiento y relacionamiento con nuestro entorno es importante identificar patrones y condicionamientos que existen sepultados en el inconsciente y que no nos dejan ser libres.

El principal problema que tenemos para poder ser individuos íntegros y completos es la falta de autoconocimiento. Nuestro dolor radica principalmente en que no sabemos qué es, de dónde viene y como se sana.

Para poder amarnos conscientemente, debemos entender quiénes somos, cómo nos formamos y cómo, desde esa definición básica de nosotros mismos, podemos construir un nuevo YO consciente.

Lee también: Autoestima y éxito: las experiencias de las mujeres en el sector tecnológico

¿Qué es la autoestima?

La manera más sencilla de entender la autoestima es desde la autocompasión, es decir, el amor que sentimos por nosotros mismos.

La autoestima es el valor que nos atribuimos y el respeto que sentimos por nosotros mismos.

La autoestima no tiene que ver con las capacidades de cada individuo, mas bien depende de la autoevaluación que realizamos de nosotros mismos y como, en ese análisis, nosotros mismos asignamos una valoración determinada a lo que somos, a cuánto valemos con respecto a aquellos que nos rodean y que conforman nuestro entorno.

Lee también: Poner etiquetas a tus hijos es dañino, aunque sean positivas

En casos donde las personas tienen baja autoestima, estas llegan a colocar las necesidades de los demás por encima de las propias. Por el contrario, aquellas personas que tienen alta autoestima se perciben como personas íntegras. Su valor intrínseco no depende de su posicionamiento con respecto a los que los rodean. Ellos se reconocen como individuos independientes y reconocen tanto sus atributos como sus áreas de desarrollo, aceptándolas e integrándolas.

¿Como se forma la autoestima?

Todos los seres humanos tenemos la necesidad de ser vistos, escuchados y validados por nuestros padres o por la figura que ejercía como cuidadora en nuestros primeros años de vida.

La fuente de la autoestima se forma en la relación con nuestros padres o cuidadores y por las figuras de poder, como maestros en la etapa infantil. En esa etapa es donde se forma la personalidad, las creencias y creamos esa figura interna de lo que somos y las capacidades que tenemos. Todo eso basado en ese entorno que nos rodea.

Por ejemplo, aquellas personas que se caracterizan por tener una baja autoestima generalmente fueron rechazados o ignorados cuando eran pequeños. Ese rechazo no necesariamente provenía de padres con malas intenciones, simplemente se pudieron fundamentar en altas expectativas o en comentarios que, en su momento, parecían ingenuos pero que al final terminaron por grabar en el inconsciente de sus hijos creencias o condicionamientos que afectaron el valor de ellos mismos.

Frases como “Juan es torpe”, “Felipe no entiende” o “María no es buena para ello” en su momento pueden sonar ingenuas o inocentes, pero si el niño/a las escucha, estas quedan grabadas en su inconsciente como partes fundamentales que más adelante definirán su personalidad.

No solamente lo que se les decía, también fueron afectados por lo que veían y sentían de sus padres. Como ejemplo sería una niña que escuchó constantemente a su madre decir que “no servía para nada” o “que tenía un cuerpo horrible” y que sienta lo mismo en su etapa adulta.

De la misma manera, aquellas personas que tienen alta autoestima fueron valorados, vistos y validados por sus padres.

¿Cómo mejorar nuestra autoestima?

Primero debemos reconocerla. Debemos poder indagar dentro de nosotros y ver qué es lo sentimos por nosotros mismos. De ahí comienza entonces el verdadero trabajo de reprogramación, una reformulación de lo que somos y lo que sentimos por nosotros. Una integración de nosotros en nuestro entorno.

Esa reprogramación es un trabajo diario que merece y requiere dedicación y compromiso.

Pasos para mejorar tu autoestima

Lo primero es empezar a hacer comentarios positivos de nosotros mismos. Repetirlos e insistir en ellos. En ese proceso de repetición consiente se empezaran a crear las conexión neuronales que, al final, albergarán las nuevas creencias de nosotros mismos. Creencias que formarán el nuevo valor que asignaremos a nuestro nuevo YO.

El siguiente paso es dejar de pensar y decir en voz alta aspectos “negativos” de nosotros mismos. La fuerza y la energía de los pensamientos y las palabras son tan poderosas que resuenan y se impregnan en nuestro inconsciente. De esta forma es mejor eliminar todo lo negativo y procurar ser más neutros en las afirmaciones de nosotros mismos. La recreación de nuestro ser es un trabajo consciente, presente y constante.

Así pues, una vez dejemos la negatividad atrás y procuremos rescatar lo positivo que existe en nosotros mismos, es necesario que se lo comuniquemos a otros. Así ellos nos percibirán como una versión mejorada de lo que conocían o percibían de nosotros y, a la vez, nosotros mismos empezaremos a sentir la aceptación, el reconocimiento y el amor que nos faltó cuándo estábamos pequeños.

Formular una versión positiva pero realista del entorno también es clave. Ser positivo, y comunicativo de eso es más fácil si lo hacemos considerando un entorno donde nuestra versión de nosotros mismos juega un papel protagónico. Ese entorno se debe conformar por personas y situaciones en las que esa nueva versión de nosotros es comparable a los demás y juega un papel protagónico. Esto quiere decir que somos una parte integral de esa nueva película que estamos creando para este nuevo personaje, este nuevo YO que estamos redefiniendo y creando.

Para que este último paso surta un efecto importante, no debemos compararnos con los demás. Somos únicos y como tal tenemos un valor especial que estamos redefiniendo en este proceso de reprogramación. Somos independientes pero a la vez íntegros y aportamos tanto como aquellos que hacen parte de nuestra película de vida.

Debemos ser asertivos y nunca mostrarnos indecisos ante lo que se nos presenta en nuestra vida. Nosotros somos partícipes activos e independientes de nuestro entorno. Como tal, tenemos aportes valiosos para que ese entorno coexista presente y conscientemente. Ser indecisos de nuestro actuar nos debilita y nos pone en desventaja con nosotros mismos.

No debemos sobrecomprometernos, pues si lo hacemos generalmente es con el anhelo de ser aceptados por todos. El exceso de compromisos y nuestra incapacidad de decir que NO se prestan para qué fallemos en el intento y terminemos por autocriticarnos y regresarnos en el proceso de reprogramación, regresar al antiguo yo.

Y como punto final, debemos procurar repasar nuestros éxitos y no nuestros fracasos. Hacer reminiscencia en nuestros logros y experiencias positivas y construir escenas mentales que nos recuerden lo espectaculares que fuimos o todo lo que logramos. Este ejercicio nos hará fortalecer el nuevo valor que nos damos y la permanencia de la percepción positiva que habremos creado de nosotros mismos.

Recuerda que el autoestima forma parte de una creencia que tienes acerca de tu yo interno. El reconocer que tú eres parte de una totalidad te permitirá trascender las creencias instauradas en tu inconsciente y entender que eres un ser perfecto tal y como eres.

Síguenos en

Google News
Flipboard