David Saavedra dice que un radical es un adulto inconcluso
Anónimos Interesantes

Periodista, catalana, emigrada a México hace tres años. Aquí inició su carrera como periodista. Ha trabajado de corresponsal para medios en Estados Unidos, España y Brasil, y medios nacionales. Le apasiona el mundo, entenderlo y explicarlo. Instagram: @annaportella__

David Saavedra dice que un radical es un adulto inconcluso
Foto: Cortesía.

No tengo una postura ante el debate de si la vacuna debe ser obligatoria. Por un lado, entiendo que es injusto que los que no se vacunan saldrán de la pandemia a costa de los que sí hicimos el esfuerzo. Pero por el otro, recuerdo que cuando hice el Anónimos con Roberto Cavazos, me hizo pensar sobre la verdad. Entonces, entiendo que si alguien está convencido de algo, forzarle a hacer lo contrario puede ser hasta contraproducente.

Lo digo porque no sabía cómo tratar con los negacionistas hasta que hablé con el español David Saavedra, un exnazi. Hace poco publicó sus “Memorias de un exnazi. Veinte años en le extrema derecha española” (Penguin Random House) y ahí, desgrana cómo funciona la mentalidad de una persona radicalizada. La lección, dice, sirve también para los plandemios. Lo que más me sorprendió de la plática fue darme cuenta de que esas ideologías se construyen a base de mucha intelectualidad, no ignorancia.

Siempre que te entrevistan corriges al entrevistador. Hacemos muchas cosas mal.

Llevamos como un siglo gastando millonadas en campañas (antifascistas) y estamos en lo mismo. Algo hacemos mal. 

¿Qué?

Lo más importante es la educación. Es inaudito que mis sobrinos, en el colegio, no hablen de Hitler. Se hacen charlas del temas de las drogas pero no hay nada que hable del radicalismo, del extremismo, a qué nos puede llevar y de cuáles son los procesos. En España, hasta hace unos años no había ningún partido de extrema derecha, y de repente, aparece Vox. En Alemania, el terrorismo supremacista ya ha superado al de tinte islámico. Y en EU, cada vez hay más atentados supremacistas. 

¿Es lo mismo?

Si, aunque ellos no lo aceptarán. 

Eres exnazi, ¿qué es ser nazi?

La pregunta no es qué es ser nazi sino cómo alguien se hace extremista.

La respuesta debe servir tanto para un nazi, un integrista islámico o un militante de ETA. Una característica fundamental de los radicalismos es partir de una forma de entender el mundo de forma extremadamente simple. En un radical, esto es la teoría de la conspiración. Si compras eso, no necesitas saber nada de geopolítica, de economía ni de sociología. Todo es una conspiración oculta de judíos, de masones, sea lo que sea que esté en la sombra para imponer determinada agenda política. Sostengo que un radical es un adulto inconcluso.

¿En qué momento concluyes que tú lo eres?

Cuando asumí que el Holocausto era mentira. En el colegio era como que el Holocausto formaba parte del sentido común, pero para alguien que no había leído sobre eso, era muy chocante. Y fue a raíz de un reportaje del periódico La Voz de Galicia, el más importante de la comunidad gallega. Publicó un artículo de cuatro páginas, a todo color, diciendo que éramos cientos de neonazis superpeligrosos, que nos financiábamos vendiendo armas, prostitución y trafico de drogas, ¡una cantidad de mentiras! Uno del grupo dijo: “Si inventan algo así de nosotros, que somos cinco, imagínate con las cosas importantes de verdad”.

Siempre pensé que quien cae en esto tiene algún problema emocional.

¿Ves? Como seres humanos intentamos simplificar. Esto es el comodín. No diré que no he encontrado gente así, pero ni de broma son los que más. Yo me crie en una familia normal y corriente, me radicalicé yo solo. Fue a través de los libros y, en mi caso, con un documental sobre los nazis.

Me llama la atención que un documental así te atrapara pero no te pasara lo mismo con uno de, por ejemplo, el imperio romano.

A Roma lo vemos muy lejano y los romanos no tenían televisión. Los nazis contaban con los mejores publicistas de la época, sabían cómo hacer que los espectadores se quedaran atrapados. Hitler era buen orador, un fenómeno en ese aspecto. Cuando me estaba dejando seducir por ese mundo, no me entraba en la cabeza que dijeran que era un loco. 

Hace un año di una charla en una escuela de Badalona. Les puse un video propagandístico hecho por nazis y tenía los pelos de punta. Me sigue emocionando. 

¿Cómo sales de este mundo?

Una característica de estos grupos es que tienen un sesgo de información brutal. Nunca lees nada que no confirme tus ideas asumidas. Hubo un momento en el que bajé la guardia. Un amigo me dio un libro de Marx, “El capital”. Lo que leí no coincidía en nada de lo que se decía en el nacionalsocialismo sobre Marx. Nos montamos un discurso antimarxista pero el marxismo que combatíamos, no existía. Al provocar ese sismo en mi mente, se hizo una brecha por donde empezó a entrar la realidad. Cuando empiezas a hacerte preguntas, se cae todo.

Tú lees mucho.

Eso de que el fascismo se cura leyendo es mentira. Cuando estaba dentro de ese mundo leía más o menos un libro al mes. Mi primer sueldo me lo gasté en libros Yo soy fiel defensor de que “Mein Kampf”, el libro de Hitler, hay que enseñarlo en los colegios. Eso haría mucho daño a esos grupos.

¿Cómo ha cambiado tu forma de ver la política?

Tan simple como no tener postura política. Es complicado explicarlo si no lo has vivido, pero no tienes ni idea de qué es mirar al espejo y no saber quién es esa persona. Tuve que crear una personalidad desde cero a los 35 años. Durísimo. 

Pero, eres más feliz…

No puedo decirte que era infeliz. Me sentía realizado porque luchaba por una causa, me sentía bendecido. Entonces, llegué a una encrucijada: o tirar mi vida a la basura o convertir mi experiencia en herramienta. Me perdí el crecimiento de sobrinos, me fui de casa y cuando regresé, mis papás eran 20 años mayores. Son ancianos ya y eso no se va a recuperar. Ahora soy una persona que se ha enfocado en su libro y en la divulgación. Si me quitas eso, me muero. Mira, estoy sudando.

¿Cómo nos recomiendas tratar con plandemios?

Los negacionistas, los de la extrema derecha, todo es lo mismo, son personas que tienen una identidad montada sobre eso. Entonces, no se puede tratar con ellos. Es imposible.

¿Y si un día me tomo un café con uno?

No hablen de la plandemia.

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