Una jugada de manual
Tácticas Parlamentarias

Analista y consultor político. Licenciado en Ciencia Política por el ITAM y maestro en Estudios Legislativos por la Universidad de Hull en Reino Unido. Es coordinador del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa en el ITAM. Twitter: @FernandoDworak

Una jugada de manual
Por mayoría de 9 votos de sus 11 integrantes, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) determinó la invalidez del primer decreto de las reformas político-electorales aprobadas por el Congreso de la Unión en diciembre de 2022. FOTO: SCJN/CUARTOSCURO.COM

Hay pocos textos sobre coyuntura política más predecibles que los que tratan sobre el populismo. Cierto: se muestran las tácticas de desgaste institucional, el personalismo de sus liderazgos y la forma que gobiernan. Sin embargo, la gran mayoría adolecen de un elemento esencial: la explicación de por qué este tipo de formas de gobernar ganan ante la “democracia tradicional” y por qué en algunos casos se mantienen por décadas.

La razón es entendible: la autocrítica es un bien raro, y más en textos orientados a la divulgación que al análisis académico. Pero si se lee uno, los demás terminan siendo repetitivos a tal grado que se podrían sustituir palabras como “populismo” por “mal” y “democracia” por “bien” y se estaría leyendo una nueva versión del Catecismo del Padre Ripalda.

Una de las soluciones de manual que sugieren es contrarrestar los desplantes y decisiones del liderazgo populista, con acciones de inconstitucionalidad presentados ante las cortes supremas o, en su caso, tribunales constitucionales. Indiscutiblemente se trata de acciones indispensables, aunque podrían ser ineficaces en el mediano plazo si la oposición solo es reactiva, o si el gobierno cuenta con un elevado grado de apoyo. Pero, como dije, para pensar eso se requiere de cabeza fría y capacidad de autocrítica.

A propósito de lo anterior, el domingo pasado la Consejería Jurídica del Ejecutivo Federal publicó un comunicado donde afirmó que de invalidarse el proceso legislativo del “plan b” (según el proyecto que se aprobó ayer), la Suprema Corte de Justicia de la Nación estaría sustituyendo al Congreso de la Unión.

La razón de semejante afirmación en pocas palabras: para la Consejería Jurídica hay dos parámetros distintos para resolver problemas de constitucionalidad: aquellos usados para revisar las leyes del régimen neoliberal y otro para las normas que, cito textual, “legítimamente expide la soberanía popular en busca de la transformación que exige el pueblo de México”. Por lo tanto, el proyecto privilegiaba los formalismos por encima de la verdadera justicia de fondo, con lo que se violaba el artículo 17 constitucional.

Visto fríamente, el texto corresponde a los cánones discursivos del populismo: la polarización basada en términos peyorativos como “neoliberalismo”, el “pueblo” como elemento de legitimidad, la narrativa épica de la transformación que ha emprendido un liderazgo providencial y cómo un poder se interpone, tal vez ilegítimamente, ante ese impulso renovador. También la táctica opositora es de manual, como se leyó arriba.

Sin embargo, proseguir con esta táctica puede llevar a graves problemas, si la oposición sigue abandonando el imaginario sobre lo que es bueno o malo en términos de ejercicio de poder y, sobre todo, representando una alternativa atractiva y creíble para quienes se desencantaron del presidente.

En primer lugar, el recurrir a la Corte, sin una discusión previa sobre las iniciativas del Ejecutivo, una defensa adecuada y, sobre todo, un discurso claro sobre por qué nos afectarían esas decisiones, simpaticemos o no con quien sea, puede terminar banalizando mecanismos de control político indispensables para nuestra democracia como son las acciones de inconstitucionalidad y las controversias constitucionales.

Una consecuencia de lo anterior sería la percepción de que hay personas ministras confiables o no para determinados extremos, lo cual haría que cada presentación de controversia se vea acompañada casi hasta de quinielas por la persona a quienes se le turnaría para su proyección, y qué tanta posibilidad tendría de prosperar o no en el pleno. Esto abonaría a la retórica del gobierno, donde solo hay personas aliadas y oponentes.

Finalmente, si el gobierno se alimenta de narrativas épicas, una derrota en el Poder Judicial sin un proceso de discusión y divulgación termina abonando a la idea que se le está boicoteando. Así, la victimización abona a su legitimidad y puede incrementar el ambiente de linchamiento contra las instituciones.

A eso puede llevar la inercia de seguirse con tácticas de manual. Desafortunadamente la oposición parece tener otras prioridades, en vez de reconquistar el imaginario.

Síguenos en

Google News
Flipboard