Mi mamá, el talento y la tenacidad
Perístasis

Jefe de la División de Educación Continua de la Facultad de Derecho de la UNAM, socio de la firma Zeind & Zeind y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

X: @antoniozeind

Mi mamá, el talento y la tenacidad
Foto: Susanne Jutzeler, Schweiz/Pixabay

En la Facultad de Derecho de la Universidad de la Nación esta semana tuvo lugar un examen de grado muy especial, lo fue desde un punto de vista estrictamente personal debido a que la sustentante fue la Dra. María Guadalupe Chávez Villaseñor, mi mamá. Médica de profesión, es una mujer de 68 años con más de 45 de experiencia en la práctica de esta fundamental profesión. Todos esos años los ha dedicado, desde distintas responsabilidades, al servicio público en nuestro estado, Tabasco.

Esta es una de esas historias ejemplares de tenacidad y pasión por lo que emprendemos en la que confluyeron muchos elementos que lograron producir una historia en la que un sueño se hizo realidad. En este caso, hablamos de una profesional cuya vida ha estado marcada por retos que con mucha dignidad ha superado (como discriminación por género) y de una institución que siempre abierta a la diversidad (de formaciones, de opiniones) apuesta a la superación de sus integrantes. Igualmente, ello se da en una Facultad de Derecho que ha decidido explorar terrenos que no acostumbraba y que está comprobando hacerlo con muy buen éxito, en este caso promoviendo una novedosa y única en su tipo especialización en derecho sanitario, creada bajo la idea de formar ahí a profesionales de diversas áreas con un objetivo común para toda la sociedad: mejorar las condiciones para que paulatinamente se logre garantizar el derecho a la protección de la salud.

En este examen pudimos ser testigos de la actuación de un sínodo de altísimo nivel conformado por la Dra. María Guadalupe Fernández Ruiz, por el Dr. Ricardo Monreal Ávila y presidido por el Dr. Raúl Contreras Bustamante. Como puede verse, fue un espacio privilegiado para la discusión de las ideas en donde la academia y el Poder Legislativo demostraron lo fructífero que puede ser colaborar y elevar el nivel de debate que comúnmente presenciamos en la vida pública de nuestro país.

En este caso, el tema que reunió a todos fue uno del que se habla poco y que, sin embargo, se presenta con una frecuencia pasmosa: la violencia obstétrica. Si bien es cierto que la regulación de lo relacionado con la protección de la salud y con la eliminación de la violencia contra la mujer se ha robustecido a través de los años, la violencia cotidiana que viven las mujeres parece no disminuir y suele presentarse en la calle, en la escuela, en el trabajo e, incluso, al momento de dar vida. El hecho de que, de acuerdo con datos oficiales, tres de cada 10 mujeres sean víctimas de este tipo de violencia (dato que puede ser menor a la incidencia real, pues en ocasiones las mujeres ni siquiera tienen claro si sufrieron de este tipo de violencia) demuestra lo urgente que es su combate y la consecuente defensa de la dignidad de las mujeres.

Al ser este tipo de sucesos algunos de los que definitivamente marcan la vida de quienes integramos las comunidades universitarias, de nuestras familias y de la sociedad misma, es de aplaudir el esfuerzo que hace nuestra universidad por ser el espacio idóneo para que cada quien logre ser lo que desee ser y, sobre todo, es una razón de orgullo que una persona que ha logrado en el plano profesional lo que se ha propuesto decida hacer importantes sacrificios para, una vez más, demostrarse a ella misma y a quienes ama que el límite lo pone uno mismo, siendo su talento y tenacidad lo suficientemente grandes para enorgullecernos y seguir sirviendo de manera honesta a nuestra sociedad.

En tiempos en los que desde los más altos foros se demeritan este tipo de esfuerzos, nuestra universidad y nuestra sociedad demuestran con hechos que ese es el camino ideal para lograr que el nuestro sea un mejor país.

Gracias, mamá.

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