Rosa Furia
Futuros alternos

Es escritor, periodista, locutor, productor de radio y gestor cultural. Sus textos han aparecido en catálogos como Crafting our Digital Futures (Victoria & Albert Museum) y Do Flex Text (Buró Buró).

Ha escrito para Vogue, RollingStone, Revista 192, Esquire, Código, El Universal, entre otros, y colaborado en Imagen Radio, Ibero 909, Reactor, Milenio Televisión, Bullterrier FM y Aire Libre FM.

X: @mangelangeles

Rosa Furia
Rosa Furia está ahí porque cuando oye a una madre buscadora contar su historia, arde en dolor.

“La verdadera fuerza del cambio […] ha sido la movilización social y política, así como la capacidad de poner en marcha nuevas soluciones institucionales”, dice Thomas Piketty en Naturaleza, cultura y desigualdades. (Anagrama, 2023).

Pienso en ejemplos recientes de movilización y organización social y civil y vienen a mi mente las hordas furiosas de mujeres que en 2020 confirmaron en la Plaza de la República en la CDMX que los años previos de organización habían logrado algo. Esa marcha histórica vive aún en mi mente.

Pienso en la gente que junto a desconocidos pero coterráneos del dolor, salió a las calles a gritar “fue el Estado” cuando el caso Ayotzinapa salió a la luz. Pienso en cuánta de esa furia llevó a quienes hoy ostentan el poder al lugar en el que están.

Pienso en el enojo desatado tras cada asesinato /crimen de odio que se perpetra en este país. En cómo se llenan las calles con la gente que sale a poner el cuerpo haciendo que la bandera del arcoíris sea un sinónimo de fuerza y de una impronta que ya no detienen los prejuicios de nadie.

Mientras escribo estas líneas se habla de hasta 113 ciudades en México y en el mundo en las que se prevé que haya manifestaciones que con motivo de la llamada “marcha por nuestra democracia”. En redes sociales genera, como todo lo que sucede desde hace un sexenio, un encontronazo.

Para una parte: una estrategia de “los conservadores” que incluye en su teoría a los enemigos oficiales favoritos del sexenio, Claudio X González y Felipe Calderón. Del otro lado, mucho ruido en el que no dejan de sonar algunos lugares comunes como ese socorrido temor a la venezuelización del país o el odio superlativo a la figura presidencial. El ruido casi ensordece.

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Pero ese ruido es también cúmulo de otras disonancias. Pienso en el personaje que se adhiere al #YoSíMarcho. En la génesis de su razón para estar en el Zócalo o en alguna plaza pública un domingo por la mañana. Imagino su nombre: Rosa Furia.

Rosa Furia probablemente está ahí porque en estos años ha visto como el INE dejó de ser un instituto respetado y se convirtió en objetivo de ataques desde el oficialismo. El instituto producto de la lucha de décadas ahora convertido en blanco favorito, en depositario del encono.

Rosa Furia está ahí porque cuando oye a una madre buscadora contar su historia, arde en dolor. Arde con ella. Arde más cuando ve a quienes ostentan el poder voltear a otro lado y descalificar por omisión. Rosa Furia está ahí porque no puede con un censo que quiere desaparecer de nuevo a quienes ya desaparecieron.

Rosa Furia está ahí porque tras la pandemia la salud se volvió una variable en una ecuación que no entiende. Porque no somos Dinamarca, aunque nos lo prometieron durante años y porque los reclamos de padres de infancias con cáncer duelen en el corazón. Porque la Megafarmacia hasta ahora solo ha probado ser una “ocurrenciota” y porque los muertos por Covid solo son una cifra para quienes hoy quieren votos. Pero no para los demás.

Rosa Furia está ahí porque luego de ver cómo es que las acusaciones por presuntos vínculos con el narcotráfico suceden una tras otra, la única manera de abordar el tema por parte Andrés Manuel López Obrador es como siempre, la descalificación, nunca las pruebas. El narco nos está respirando en la nuca en estas elecciones, pero el presidente está más interesado en saber cuánto gana Carlos Loret de Mola.

Rosa Furia está ahí porque el enojo no entiende de razones cuando trastoca la paz que se vive de la puerta hacia dentro de casa. Está ahí porque no tiene otro lugar en un tablero que se empeñan en ver con apenas dos colores. Está ahí mientras busca.

Falta organización se ha dicho y también, ha quedado claro. Pero hacer oídos sordos o salir a decir que apenas fueron unos cientos quienes asisten son herramientas que ya solo funcionan para palomear listas de pendientes. Que el enojo se quiere vestir de rosa, está claro. Que sabemos qué pasará con esa furia, no. Que hay más de lo que quieren contarnos: sí.

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“La verdadera fuerza del cambio […] ha sido la movilización social y política, así como la capacidad de poner en marcha nuevas soluciones institucionales”, Thomas Piketty. Foto: Miguel Ángel Ángeles

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