Ser mamá
Archipiélago Reportera cultural egresada de la ENEP Aragón. Colaboradora en Canal Once desde 2001, así como de Horizonte 107.9, revista Mujeres/Publimetro, México.com, Ibero 90.9 y Cinegarage, entre otros. Durante este tiempo se ha dedicado a contar esas historias que encuentra a su andar. X: @campechita
Ser mamá
Escribo todo esto a razón de conocer madres que viven en ese tormento de no disfrutar su momento como cuentan en las revistas o películas y por eso se sienten culpables. Foto: Envato Elements

“Si quieres que tus hijos sean inteligentes, léeles cuentos de hadas. Si quieres que sean mucho más inteligentes, léeles más cuentos de hadas”, Albert Einstein

Al hablar de nuestras madres miles de anécdotas invaden nuestra mente, ya sea por las típicas frases que ahora son parte de memes como “Ni que 8 cuartos, ni que nada”, hasta “lo hago por tu bien” y “llévate suéter que va a llover”; hasta aquellos momentos llenos de gritos y regaños, maternidades diversas cargadas de situaciones diversas que, con el paso de los años, asimilamos y de manera más consciente valoramos o no.

Encontronazos de la vida que se han romantizado en las producciones audiovisuales, pero que en realidad están cargados de capas, porque, si bien puede ser un embarazo anhelado, el cambio del cuerpo, estado de ánimo y vinculación con el entorno puede verse trastocado de múltiples formas.

Cuántas mujeres en el proceso del embarazo desarrollan preeclampsia, presión arterial alta, diabetes gestacional, infecciones, depresión, serie de condiciones que se pueden convertir en compañeras de vida y, a su vez, volverse otro tipo de padecimientos crónicos, factores que inciden en la vida cotidiana y de la noche a la mañana tornan en otro tipo de emociones la maternidad. 

Escribo todo esto a razón de conocer madres que viven en ese tormento de no disfrutar su momento como cuentan en las revistas o películas y por eso se sienten culpables, sensaciones a las que a veces se suma una crianza en solitario o bien se torna conflictiva con sus parejas por no “aguantarse ni ellas mismas”, como diría mi mamá. Emociones que cien por ciento son válidas y en el caso de las madres es importante no juzgar y en el caso de quienes comparten con ellas sería importante dialogar, ya que cada percepción debe ser tomada en cuenta. 

Un proceso que significa un cambio de 180 grados, una experiencia de vida que no cancela las otras facetas, ya que como madres podemos liderar proyectos, irnos de fiesta, enamorarnos y decir sin miedo que no sabemos cómo afrontar el día a día, pero que sin duda buscaremos las rutas y lo único que requerimos es empatía y en la medida de los posible, complicidad.

En la medida que esos procesos sean atendidos, asimilados, las angustias se desdibujaran y la maternidad se vivirá mucho más gozosa, habrá más tiempo para los juegos, leer cuantos, disfrutar de películas, echar reta en los videojuegos, criar hijos felices.

Mientras tanto, vuelan estrujos solidarios para todas las madres, para las cuidadoras y compañeras, compañeros y compañeres que suman en el cuidado de nuestras infancias, adolescentes, adultos.

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