‘Métete a la cama y ve lo que pasa’ y otros nueve consejos para revivir una relación cansada
Ilustración: Calum Heath/The Guardian

¿A partir de qué momento crees que una relación se convierte en una relación de largo plazo?”, le pregunto a mi novio, mientras estoy sentada en el baño haciendo pipí después de la cena. Él está frente al espejo, recortando el único y grueso pelo negro que le sale de un lunar en la mejilla. Nuestro hijo está en la regadera junto a nosotros, echando agua de un recipiente de acero inoxidable a otro con una jeringa de un medicamento.

“Más o menos a partir de aquí”, dice, señalando hacia la habitación, más allá de mis muslos desnudos, con un par de tijeras de uñas.

Después de casi dos años de confinamientos intermitentes, de trabajar desde casa, de menores oportunidades para viajar, socializar y, en muchos casos, ganar dinero, y de más enfermedades, muchas relaciones de larga duración parecen estar un poco cansadas, un poco desgastadas. La paciencia se agota y se desvanece el deseo. Especialmente en estos días tan “románticos”, muchos pensaremos que necesitamos abordar las cosas. Refrescarnos. Reparar. Esto requiere algo más que una caja de chocolates y un ramo de flores.

¿Pero por dónde empezamos? He estado recopilando consejos de aquellos que me precedieron, de amigos, terapeutas de relaciones, viejos colegas, escritores y filósofos, incluso de mi familia.

'Métete a la cama y ve lo que pasa' y otros nueve consejos para revivir una relación cansada - children
Los hijos cambiarán tu relación, y no siempre para mejor. Foto: 10’000 Hours/Getty Images

Disminuye tus expectativas

Tu pareja no es psíquica: no puede saber lo que piensas, sientes y quieres en cada momento. Tampoco es una extensión de ti: te contradecirá con frecuencia y de forma inconsciente. Por lo tanto, reduce tus expectativas e intenta, en la medida de lo posible, ser amable. Junto a la estufa, preparando otro plato de sopa (mi pareja y yo decidimos que tenemos que comer menos comidas basadas en la mantequilla y la harina), vuelvo a leer el famoso ensayo de Alain de Botton en el New Yorker titulado Por qué te casarás con la persona equivocada: “Tenemos que cambiar la visión romántica por un conocimiento trágico (y a veces cómico) de que todos los seres humanos nos frustrarán, nos enojarán, nos molestarán, nos harán enloquecer y nos decepcionarán, y nosotros (sin ninguna malicia) haremos lo mismo con ellos. Nuestra sensación de vacío e imperfección no tiene fin. Pero nada de esto es inusual ni motivo de divorcio. Elegir con quién nos vamos a comprometer es únicamente un caso de identificación de la variedad particular de sufrimiento por la que más nos gustaría sacrificarnos”. Le añado un poco de sal. Y un poco de mantequilla. Bueno, por favor…

Cuida tu lenguaje

El padre de mi hermana (que, para los genealogistas presentes, no es mi padre) me dijo en una ocasión que la gente no rompe por cosas importantes, rompe por cómo se hablan. Sí, al final, puede que tu pareja se acueste con otra persona o robe tu renta. Pero en la mayoría de los casos, el daño se produce cuando dejas de despedirte al final de las llamadas telefónicas, dejas de dar las gracias por la comida, dejas de preguntarle a la otra persona cómo le fue en el día.

Sin embargo, es poco probable que culpar al comportamiento de otra persona sirva para cambiarlo. “A la gente le ayudaría mucho decir lo que necesita, no lo que cree que debería hacer el otro miembro de la pareja”, dice el terapeuta de Relate Josh Smith, que lleva más de cinco años trabajando con parejas y familias. “También es importante establecer un tiempo y un espacio para hablar de las cosas, pero con un límite de tiempo. Es posible que una persona que se siente ansiosa quiera hablar de un tema, pero su pareja puede tener una mayor tendencia a evitar las conversaciones difíciles y le preocupe que se prolonguen eternamente. Así que podrías decir: ‘Vamos a hablar durante media hora y luego dejamos de hacerlo'”. Smith también recomienda darse un tiempo de descanso durante esas conversaciones agotadoras e imprescindibles. “Cuando nuestro sistema nervioso se excita mucho, es posible que digamos cosas que no queremos, o que no seamos capaces de decir mucho y que nos desconectemos emocionalmente. Ser capaz de tomarse un tiempo de descanso, con una hora prevista para regresar (a la conversación), nos ayudará a escuchar”.

Vayan a terapia mientras todavía se gustan

Cuando escuchas a los terapeutas hablar de sus clientes, comenta Smith, lo que surge una y otra vez es que desearían haber acudido antes, antes de que la respuesta de luchar o huir estuviera tan arraigada y el conflicto tan avanzado que los miembros de la pareja ya no se podrían escuchar. Así que, por utilizar una analogía un tanto gastada, tal vez convenga tratar la terapia de pareja como si se tratara de ir al gimnasio: algo que se utiliza con regularidad para mantener las cosas sanas, para atajar los pequeños problemas desde la raíz, en lugar de recurrir a ella cuando la situación ya se deterioró gravemente. Es un privilegio inasequible para mucha gente, por supuesto, pero también podría ser un dinero bien gastado.

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La terapia de pareja no solo es para emergencias. Foto: Maskot/Getty Images

El sexo es una forma bastante básica (y gratuita) de cimentar la intimidad en una relación. También puede actuar como un microcosmos de la relación: cuando las personas se sienten estresadas, ansiosas, esquivas, con baja autoestima, aburridas o ignoradas, es casi inevitable que provoque un descenso en el rebote de los resortes de la cama. “Para la mayoría de las parejas que atiendo, el sexo es un problema“, comenta Smith. “No es raro que las personas que tienen relaciones de largo plazo tengan muy poco sexo”. Bueno, ¿quién lo hubiera imaginado? “Pero eso no representa un problema si no es un problema”, añade. “No dejes que las ideas reglamentarias sobre el sexo se interpongan en el camino”.

Eso no significa que tengas que rendirte todavía. Cuando le pregunté a mi grupo familiar de WhatsApp cómo reiniciar una relación a largo plazo, un primo respondió: “Escucha activamente, sean amables el uno con el otro y tengan sexo incluso en los momentos en que no les apetezca (y luego recuerden lo mucho que realmente les gusta)”.

Coquetea con otras personas

Si todavía necesitas un pequeño empujón, recuerda lo que dice la psicoterapeuta Esther Perel sobre el deseo en su conferencia Ted: “Si existe un verbo, para mí, que acompaña al amor, es ‘tener’. Y si hay un verbo que acompaña al deseo, es ‘querer'”. La periodista Katie Antoniou lo expresa así: “Ve a una fiesta y observa cómo tu pareja coquetea con otras personas y recuerda por qué te parece atractiva. Y coquetea con otras personas y recuerda que la gente te encuentra atractivo. Luego regresen a casa juntos”.

Hagan al menos una cosa por separado cada día

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Todavía se les permite tener amigos. Foto: Gary Yeowell/Getty Images

Uno de los grandes retos en una relación a largo plazo es juzgar cuánto tiempo pasan juntos.

“Durante la pandemia, me di cuenta de que las vidas de las personas se volvieron un poco enredadas”, dice Smith, en lo que posiblemente sea la mayor subestimación de 2022. “Tener experiencias diferentes y ser capaces de aportarlas a la relación puede resultar muy saludable”.

Como señala Perel: “Acudimos a una persona y básicamente le pedimos que nos dé lo que antes nos proporcionaba todo un pueblo”. Queremos seguridad, compañía, tal vez hijos, un mejor amigo, un confidente de confianza, un amante apasionado y alguien que nos ayude a cumplir nuestras labores domésticas diarias. Se trata, probablemente, de una expectativa injusta para cualquier persona soltera. Si pones demasiados huevos en la canasta de la pareja a largo plazo, aparecerán grietas, si no es que gotea la yema y la clara. Así que no tengas miedo de buscar otras conexiones fuera de tu relación. No es una crítica hacia tu relación romántica el ir de vacaciones, compartir el cuidado de los niños, el trabajo, ir a cenar, jugar futbol y ver películas con otras personas. Y, ya sea un pasatiempo, un refugio o una cama separada, no tengas miedo de crear una esfera privada dentro de tu relación. Mi mejor consejo –y posiblemente el único– para mantener una relación duradera es compartir la cama pero con dos edredones distintos. Los alemanes, como suele ocurrir, tienen la respuesta.

Siente el miedo

“Las relaciones de largo plazo no son como los baños calientes, son como agarrar a un toro por los cuernos”. Estoy hablando por teléfono con un amigo que ha estado en su relación actual –digo “actual” porque, sinceramente, ¿quién soy yo para decirlo?– desde hace apenas 43 años.

Cuando se trata de consejos sobre relaciones, como él mismo admite, sus conocimientos sobre citas, sexo casual, rupturas e invitar a salir a las personas son mínimos. “Ella se mudó conmigo cuando yo tenía 19 años y eso fue todo, de verdad”. Pero es bastante útil en el ámbito de las relaciones de largo plazo. “Existen dos enfoques principales, tal y como yo lo veo“, explica. “Está el estado pasivo, que a algunas personas les puede resultar muy sustentable, es decir, cuando básicamente sería tan fastidioso separarse que se quedan juntos”. Pienso en mi hipoteca y en nuestro hijo y en el hecho de que todavía no logro cambiar las pastillas de freno. “O está el enfoque activo, en el que siempre decides participar. Eso es lo que yo elegí”.

La razón por la que él y su pareja no se casaron durante los primeros 42 años de su relación, comenta, se debe a que siempre quisieron saber que estaban juntos porque así lo decidían. “Me gustaba bastante el riesgo”, dice. “Es un diálogo constante entre la euforia y el agotamiento. En cualquier momento pude haberme ido. No hicimos ninguna promesa, no había ningún contrato. Lo que significaba que, cada día, sabía que estaba ahí porque quería estar ahí”.

Pero qué pasa con los días en los que no quieres estar ahí, pregunto, recogiendo una bolsita de té usada de la tapa del bote de abono y poniéndola dentro del bote de abono. “Bueno, ahí es cuando llega el cansancio”, dice. “Y tienes que tener esas conversaciones sobre dónde estás y qué quieres”.

… pero no le tengas miedo a todo cambio

Un sacerdote me dijo en una ocasión que, a lo largo de la vida, te casarás varias veces y, si tienes suerte, será con la misma persona. Los hijos, el trabajo, el lugar donde vives, el dinero, la salud: las cosas que cambian tu vida también cambiarán tu relación. Así que trabaja para que esos cambios ocurran con tu pareja y en paralelo a ella. Hablen entre ustedes sobre las formas en que están evolucionando y cómo pueden adaptar las dimensiones y la textura de su relación para que se ajusten a ello. A pocos de nosotros nos gustaría volver a ser la persona que éramos hace 10 años (en mi caso: soltera, recién despedida y viviendo en la habitación de mi madre), así que tampoco esperes que tu pareja o tu relación se mantengan inmóviles.

También vale la pena señalar que las cosas que te causan estrés fuera de tu relación –preocupaciones de dinero, enfermedades, desempleo, inseguridad de vivienda, las exigencias de la crianza de los hijos, el dolor y la mudanza– crearán estrés dentro de tu relación. Así que comprueba si existen cosas que puedes hacer para mejorar tu propia situación antes de culpar a tu pareja.

Reserva tiempo para pasar tiempo de calidad (aunque odies la frase)

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Pasen tiempo juntos lejos de su habitual entorno doméstico. Foto: Oliver Rossi/Getty Images

Las noches de cita funcionaron para los Obama, que en una ocasión conocida volaron a Nueva York, tomaron una limosina para cenar, vieron un espectáculo de Broadway y después volaron a casa, todo en una sola noche, durante su presidencia. Y a mí me llamó la atención que la primera vez que mi pareja y yo pasamos una noche juntos fuera de casa desde que nació nuestro hijo hace cuatro años, no solo terminamos durmiendo en un cuarto cubierto de fotografías de whippets ajenos, sino que nos comprometimos. No tiene que implicar dinero, viajes o Instagram. El tiempo que pasan juntos lejos de su habitual convivencia doméstica –aunque solo sea ir a nadar, o un viaje en tren o una excursión a una nueva lavandería– puede suponer una gran diferencia en la forma en que ves a tu pareja.

Recuerda las pequeñas alegrías

Finalmente, después de recoger los calcetines de mi pareja del piso, hacer la cama, volver a colgar la toalla húmeda y con olor a cebolla que él arrojó en un montón sobre la puerta y limpiar la mantequilla de maní de mi frente, le pedí consejo a mi viejo profesor de inglés. Al fin y al cabo, este es el hombre que me enseñó An Arundel Tomb, de Philip Larkin, con su descripción del conde de piedra y su condesa, que se mantuvieron rígidamente “unidos, a través de largos periodos de tiempo”. Más aún, ha estado con su pareja desde que se conocieron en una fiesta a los 20 años, hace más de 40 años. Supongo que debe tener algunas ideas sobre lo que mantiene y reaviva una relación duradera.

La respuesta llega unos minutos después: “Amnesia, optimismo tenaz, un sentido sólido y compartido del desprecio a las figuras públicas, fases alternas de lealtad sincera y deslealtad descarada con respecto a los amigos y las familias biológicas, cobertizos solitarios que albergan herramientas, niveles compatibles de angustia existencial, puestas de sol, estimulantes recreativos, proyectos totalmente egoístas, obsesiones completamente no compartidas, un mal sentido del olfato, dormir con frecuencia en camas separadas, dormir con frecuencia juntos, los niños, considerar al otro ridículo, la vida vegetal, los lagos, los océanos, los estanques rocosos, los libros, la solvencia, saber quién es mejor en qué, soñar con otro lugar, evitar todos los juegos de mesa y ejercer una autoridad dictatorial sobre los territorios en diferentes ámbitos de las rutinas diarias”. Su esposa, me dice después, probablemente tenía una lista mejor. Yo me casaría felizmente con cualquiera de ellas.

Ah, y una nota final: en toda mi investigación, nadie mencionó lo de cerrar la puerta cuando estás en el baño. Pero yo diría que debemos intentarlo.

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