Diseñar la vida
Futuros alternos

Es escritor, periodista, locutor, productor de radio y gestor cultural. Sus textos han aparecido en catálogos como Crafting our Digital Futures (Victoria & Albert Museum) y Do Flex Text (Buró Buró).

Ha escrito para Vogue, RollingStone, Revista 192, Esquire, Código, El Universal, entre otros, y colaborado en Imagen Radio, Ibero 909, Reactor, Milenio Televisión, Bullterrier FM y Aire Libre FM.

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Diseñar la vida
07 de junio 2021. Una maestra le cuenta a la prensa lo feliz que está de regresar a trabajar, y ella considera que después de los doctores, los maestros son esenciales y necesitaban regresar. Foto: Alexa Herrera / La-Lista

Con todo y los buenos deseos, nos duró poco el semáforo verde en la Ciudad de México. De alguna manera, muy parecido a esa vez en la que, ante la primera Jornada Nacional de Sana Distancia, nos creímos que era cosa de unos cuantos días. Y aunque acaba de ganar el Cruz Azul, no se nos hizo: la vida no se rige solo por corazonadas o buenas intenciones.

Desde aquel histórico 13 de marzo de 2020 han pasado muchas cosas. A nivel mundial y por supuesto nacional, pero también a nivel de piso: en tu cocina y en tu sala, a quien vive contigo, a tus plantas, a los animales con quienes cohabitamos el mundo: a ti mismo. Lo sabes y lo sé. Nadie como tú para entender y contar tu propia historia. Única.

Y desde ahí es desde donde pregunto: ¿qué tanto has hecho para imaginar lo que, a partir de ahora, podría ser eso que inferimos como vida? Ya es más de un año desde que no podemos entender el transporte público de la misma manera, la convivencia en los lugares que antes considerábamos comunes o, siquiera, la pertinencia de estar cerca de quienes antes entendíamos como eso: como cercanía en su máxima expresión. Los abrazos no son lo mismo.

Apenas unos días después del tan anunciado regreso a clases presenciales para muchas escuelas (en pleno junio, como si fuera un chiste del destino), los salones más seguros vuelven a ser las casas. También las oficinas. El aumento en los casos de contagio nos obliga a replantearnos la manera en que nos hemos comportado a partir de que comenzamos a bajar la guardia, porque no hay que engañarnos: lo colectivo importa pero está relacionado con lo oficial, lo que se dicta desde arriba, con las medidas que toma el gobierno.

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Hemos criticado mucho a quienes gobiernan por la manera en que se ha manejado el uso del semáforo epidemiológico y, sin embargo, también hemos hecho mucho para obviar cosas, como las mesas con más de cuatro personas en los restaurantes, las aglomeraciones sociales e, incluso, el relajamiento del uso del cubrebocas. Tan sencillo como eso: basta salir a la calle para notar que así como en su momento volvieron las aves a cantar desde los árboles, volvió también el tráfico y el ruido de los autos a llenar nuestras calles.

Este revés, del que podemos predecir poco, nos recuerda que así como en su momento volvimos a imaginar una cotidianeidad, podemos volver a hacerlo ahora. La diferencia en ese entonces es que no teníamos un margen de acción conocido, mismo que ahora sí tenemos. Ya sabemos que esto no se solucionó como dijeron que se haría y sabemos que no podemos esperar mucho de los cálculos, menos los oficiales. Toca repensarnos y, a partir de ello, crear algo nuevo.

Ya vimos que la tecnología ayudó mucho. También que con ella vinieron cambios que nos trajeron impactos buenos en cuestiones como el aumento en la calidad de vida que muchos de quienes pudimos quedarnos en casa tuvimos por la cuarentena: poder comer mejor o hacer más ejercicio. Aumentar las horas de sueño o, incluso, de ocio: muchos leímos y ahora leemos más o cocinamos mejor.

También aprendimos la dolorosa lección que un país con tanta desigualdad nos enseñó, y en ella tenemos una responsabilidad. Porque para quienes no pueden quedarse en casa tanto como nosotros, los riesgos son mayores y, por ellos, tenemos que pensar más nuestras acciones y nuestras exigencias personales y sociales. Porque el sistema de explotación en el que estamos no nos cobra la misma factura a todas las personas. Y eso no podemos obviarlo.  

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Nos toca imaginar cómo serán las oficinas ahora y también cómo serán nuestras interacciones sociales en los años venideros. Qué tenemos que cambiar en nuestras rutinas para crear entornos vivibles, saludables y seguros: nunca antes tuvo tanto sentido una idea así. Nos toca aprovechar todo lo que tenemos aprendido y lo que tenemos a la mano para entender que la mera idea de volver a la normalidad es una falacia si la comparamos con la gran posibilidad que tenemos en las manos de crear una nueva forma de vida más justa, igualitaria y humana.

Una cosa es clara: la vida no se detuvo ni lo hará. Tampoco la muerte. En cada una de las decisiones que tomamos día a día, desde lo que desayunamos hasta el viaje que hacemos, con todos los intersticios que conlleva –desde usar un cubrebocas o no, a saludar de abrazo, de beso o con una mera seña–, estamos decidiendo por todos y en función del todo.

Podemos más que nunca redefinir lo humano y en ello cabe todo un nuevo mundo.

Miguel Ángel Ángeles es escritor, periodista, locutor y productor en Aire Libre 105.3 FM y gestor cultural. Ha escrito para medios como Vogue, RollingStone, QUIÉN, Esquire, Código, El Universal entre otros, y colaborado en Imagen Radio, Ibero 909, Reactor, Bullterrier FM y Milenio Televisión, entre otros. Piensa que otro mundo es posible y que nunca antes tuvimos tantas oportunidades de crearlo en conjunto.

Mail: [email protected] / Twitter: @mangelangeles / IG: @miguelangelangeles

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