Hacia el futuro de una sana cultura laboral
Gran Angular

Periodista interesado en medios, contenidos, periodismo y cultura. Colaborador, reportero y editor con experiencia en medios impresos, electrónicos y digitales. Maestro en Periodismo sobre Políticas Públicas por el CIDE. Beca Gabo en Periodismo Cultural y Cine 2014 y 2020. También habla mucho de cine. 

Hacia el futuro de una sana cultura laboral
Foto: Pixabay

Desde hace años es sabido que Mexico es uno de los países de la OCDE en los que más horas se trabaja al mes y al año. Que somos uno de los países con menos días de descanso oficiales (feriados) y menos días de vacaciones por ley al año. También han sido parte de la discusión, desde hace bastantes años, las precarias condiciones laborales que son ya parte de la dinámica general de muchas industrias y empresas: pocas o nulas prestaciones, la normalización del abuso disfrazado de compromiso y disponibilidad, la economía del freelance, entre otras. 

Uno de los fenómenos que la pandemia impulsó o fortaleció a nivel global fue una necesaria y profunda reflexión sobre nuestra relación con el trabajo y las oficinas. No pocos alrededor del mundo se comenzaron a cuestionar como nunca antes la función, relevancia y prioridad que debemos darle a nuestros trabajos. Por salud mental, por desempeño, por crecimiento, por valoración, por las situaciones contractuales. La productividad y el trabajo remoto, lo híbrido, los límites entre trabajo y vida privada cuando se trabaja en casa, el regreso a lo presencial y los gastos provocados por el trabajo a distancia son algunos de los puntos más destacados de la actual reflexión y discusión colectiva. 

Las últimas semanas mucho hemos leído y escuchado sobre la reforma que duplicará los días de vacaciones mínimos al año en México, pasando de seis a 12 días en el primer año de empleo. Sin duda, un paso en la dirección correcta para establecer una cultura laboral general mucho más sana. 

Hablamos de cultura en espacios o dinámicas laborales y profesionales. Y ‘cultura’ es la palabra clave. Esto va desde las vacaciones, los contratos, la situación de los trabajadores freelance, las prestaciones y hasta las llamadas y mensajes a deshoras. Por ejemplo, esa perversa lógica de que ponerse la camiseta se traduce como la aceptación de ciertos abusos. Estar disponible siempre, para lo que sea. 

Pareciera que nos encontramos en el umbral de un proceso y escenario de profundos ajustes a mediano plazo. De introspecciones y demandas personales y colectivas sobre lo que nuestro trabajo nos debe dar. Sobre la prioridad de sentirse satisfecho, motivado, interesado, valorado, reconocido y retribuido adecuadamente. Poder pensar más en familia, amistades y otras cuestiones y proyectos personales, retos o intereses, que en el trabajo como la absoluta prioridad (entendiendo que millones de personas no pueden darse este lujo por muchas otras razones y circunstancias).

Pero la conversación y la reflexión han comenzado a ser más amplias y abiertas y eso es una buena noticia. 

Para los interesados en el tema, les recomiendo este reporte que examina a nivel global muchas de las cuestiones relevantes para la retención de empleados y el trabajo en medio de la transformación en curso. El mismo destaca que “independientemente de su lugar de trabajo, la gente está buscando conexión, comunidad y satisfacción”.

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