Día del Padre ausente
Contextos

Reportero egresado de la UNAM, formó parte de los equipos de Forbes México y La-Lista. Con experiencia en cobertura de derechos humanos, cultura y perspectiva de género. Actualmente está al frente de la Revista Danzoneros. X: @arturoordaz_

Día del Padre ausente
El tercer domingo de junio se dedica a festejar al padre, esa figura básica dentro de la estructura clásica de la sociedad que guía, provee y protege. Foto: Envato Elements

El tercer domingo de junio se dedica a festejar al padre, esa figura básica dentro de la estructura clásica de la sociedad que guía, provee y protege. Aunque la publicidad, la idiosincrasia y los medios de comunicación masivos han sostenido este arquetipo, las familias mexicanas están constituidas de manera muy diversa, fuera de los cánones clásicos de la moral estricta.

Por ejemplo, hay moradas formadas por un padre con sus hijos, abuelos con sus nietos, tías con sus sobrino, hombres o mujeres que adoptan a un menor y así corre la infinidad de opciones. Después del tipo de familia conformado por la pareja y sus hijos, la más regular en México es la de la madre con sus descendientes.

Según el Censo del INEGI de 2020, el 17.9% de los hogares están compuestos por la madre con hijas o hijos sin pareja o cónyuge, aunque pueden o no vivir parientes de ella en la casa. Dicha realidad representa a 5.5 millones de casas en el país.

La ausencia del padre puede ser por diversos motivos: abandono, muerte, realizar otra familia, divorcio, etc. Aunque hay otro tipo de ausencias: puede ser que él viva ahí pero no esté presente económica o emocionalmente, ya sea por enfermedad, invalidez, adicciones u otra razón.

En mi caso, perdí a mi padre a los 17 años, falleció cuando yo estaba en el último año de la preparatoria. Y aunque siempre estuvo presente económicamente y como figura de apoyo, no siempre se cubrieron todas las necesidades que yo hubiera querido. De niño le reprochaba el por qué no era más cariñoso y de “puberto” no entendía la razón de su frialdad, ya que le costaba expresar sus sentimientos. Solamente desprendía su cariño con un abrazo y un beso cuando estaba borracho, pero de ahí en fuera mantuvo una rectitud. ¿Tuve heridas de la infancia? Claro, como todos, y cuando lo perdí no comprendía por qué se había comportado de esa manera. Sin embargo, de adulto, aún con su ausencia, lo fui comprendiendo cada día más y entendiendo sus acciones.

Mi padre fue el penúltimo de 12 hermanos y mi abuelo un hombre muy rígido con cada uno de sus vástagos. Pancho, el papá de mi papá, tuvo dos familias y fue muy duro con mi abuela. A mis tíos, según me cuentan, los mandó a vender desde muy pequeños para sostener a la familia, conforme iba creciendo cada quien se hacía responsable de sí mismo. Francisco era un hombre alto, fornido y muy moreno que no dejaba que su esposa se maquillara, mientras que, a sus hijos, nunca les faltó la mano dura.

A pesar de ello, mi padre siempre nos contó gratos recuerdos de su papá, lo quería mucho. También nos relató que perdió a su figura paterna muy joven, cuando estaba estudiando la carrera, mientras que a su madre cuando iba en la preparatoria. Él fue el único de sus hermanos que no se dedicó al comercio, decidió salir del barrio bravo y estudiar una carrera universitaria. Cuando yo era adolescente, fui incapaz de ver la historia y contexto de mi papá, él también tuvo un padre ausente, pero trató de dar la mejor versión de sí.

Este texto se lo dedicó a él porque, aunque no lo supo, me ayudó a ser más comprensivo y empático, así como a entender la misión que tenemos sobre todo los hombres: construir mejores masculinidades. Seguro mi padre tenía muchas características machistas clásicas de su contexto, pero trató de eliminar algunas y disminuyó la carga a su siguiente generación, a su manera.

A cada hijo de un padre ausente ya le tocará trabajar su proceso en individualidad, porque cada caso es distinto. Pero lo que si puedo compartir desde mi particularidad al colectivo es que no habrá alguien más para llenar esos vacíos que nosotros mismos, cada quien es encargado de lavar las propias heridas y tratar de convertirse en una mejor versión de sí mismos. Estoy aprendiendo a cada vez juzgar menos y comprender más, lo cual espero me lleve a convertirme en un hombre más responsable.

Gracias papá por seguirme enseñando desde tu ausencia. Es momento de que los hombres hagamos cada vez padres más presentes.

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