Diálogo con un antropólogo social hechizo: de política y migración
Columnista invitado

Sociólogo por la Universidad Autónoma de Tamaulipas, antropólogo social egresado de El Colegio de Michoacán y actualmente investigador titular en El Colegio de la Frontera Norte, Departamento de Estudios Sociales. Analiza las dinámicas de migración, violencia y crimen organizado en la frontera México-Estados Unidos.

Diálogo con un antropólogo social hechizo: de política y migración
Mapa: Wikimedia Commons

Hace unos días mi familia y yo estuvimos en la Comarca Lagunera, específicamente en Torreón. El propósito fue ser copartícipes de la celebración familiar de unos amigos y, simultáneamente, visitar a los tíos de mi pareja que viven en esa ciudad.

El calor era insoportable, tanto que me hizo recordar cuando Rango, el camaleón animado que protagoniza la película dirigida en el 2011 por Gore Verbinsky, cayó de su terrario y sintió en escama propia el calor del desierto. Llegamos a la ciudad y nos hospedamos en un hotel.

Por la noche fuimos a la celebración familiar y el ambiente estuvo muy bueno, tanto que mi hija se divirtió como si nunca hubiera ido a una fiesta.

  • Nos tocó compartir mesa con una lagunera de pura cepa, quien después de saber que veníamos desde a frontera de Tamaulipas, nos dijo que unos amigos de ella precisamente andaban en Reynosa, en una escaramuza charra. Resultó que ella también conocía nuestra frontera, pues tenía dos hijas adolescentes que practicaban la charrería. Su esposo nos preguntó cómo nos trataba el calor en Torreón y le dije que sentía que me achicharraba. Enseguida su esposa me dijo: de qué se queja, ¿a poco en su tierra no hace calor? Poco después de la media noche nos retiramos de la celebración y volvimos al hotel.
  • Al día siguiente llegamos a la casa de los tíos. Nos recibió la tía Mime, una duranguense radicada en Torreón por poco más de dos décadas. Le preguntamos por su esposo el tío Toño, un hombre septuagenario. Nos dijo que no estaba porque se había ido a ver al presidente y a la presidenta electa. Resultó que ese día AMLO y Claudia Sheinbaum andaban en Torreón visitando un nuevo hospital del ISSSTE. No me extrañó, pues hasta donde sé, el tío Toño además de ser un lagunero de pura cepa, también es un moreno ferviente. Objetos de publicidad política como una gorra firmada por la presidenta electa y una bolsa del partido en su casa, no dejaban lugar a duda de su posicionamiento.
  • Supe que cuando nosotros llegábamos a Torreón, la presidenta electa de México, iba para Monclova a algún evento y parte de su caravana estuvo relacionada con un accidente, en el que falleció una persona y otras dos salieron heridas. A decir de algunas notas periodísticas, una de las camionetas de su equipo de seguridad aparentemente no respetó el alto en un entronque. No obstante, me llamó la atención que los titulares de varios medios afirmaban que la caravana o avanzada de la presidenta electa había “sufrido un accidente” pero no que lo había causado.
  • De cierta forma esto sirvió de pretexto para hablar de la presidenta electa. Para la tía Mime, fue la mejor opción entre los candidatos. Yo le rebatí que no. ¿Entonces apoyaste a la otra? Me reviró. Enseguida mi pareja intervino y comentó que no había ni a quien irle, que casi-casi la idea era votar por él o la menos peor. Le respondí a la tía que para mí el candidato que estaba mejor preparado era el varón, pero que de ahí a que tuviera posibilidades en las elecciones, era evidente que nomás no. ¿Entonces tú piensas que con Claudia seguirá gobernando AMLO? Volvió a preguntarme la tía Mime. Le dije que yo confiaba en que no fuera así, pero estaba dudoso.
  • Dejamos pasar el tema y llegó la hora de comida. El calor aún era insoportable, así que ni pensar salir a pasear para recorrer algo de la ciudad. Así que lo único que ideamos fue que cuando el ocaso estuviera más cerca, o que al menos el Cerro de las Noas tapara el sol un poquito, saldríamos a tomar aire “fresco” en el jardín del frente. Llegó el momento y lo hicimos. El tío Toño sacó unas cervezas y comenzamos a platicar. Como desde hace tiempo sabe que analizo temas migratorios, me preguntó si pensaba que algún día terminarían los flujos de migrantes. Le respondí que lo dudaba mucho. Enseguida me cuestionó sobre por qué la gente salía de sus países y quería llegar a Estados Unidos. Le dije que por la violencia y precariedad económica que vivían.
  • El tío Toño se quedó pensativo un momento y luego externó: “Yo pienso que la migración es inducida por una crisis del capital”. Su respuesta me dejó perplejo, pero en gran parte tenía razón, pues no en balde hay teorías neoclásicas-económicas de la migración. Sin embargo, me parece que para él la lógica de la crisis del capital era un tanto distinta: no se trataba en sí de una devaluación del capital en general, sino de una crisis del capitalismo en tanto sistema que, para subsistir, mina las economías regionales y al mismo tiempo induce la migración porque significa mano de obra barata.
  • Parecía como si el tío Toño, sin proponérselo, predicara la famosa expresión de Adam Smith, “la mano invisible del mercado”, para explicar por qué la gente migra y cómo contribuyen a la prosperidad de países desarrollados, en especial en Estados Unidos. Le respondí que además de razones económicas, había razones políticas. Me miró fijamente y me preguntó: ¿como cuáles? Le platiqué que, en el 2019, en el marco de las caravanas de migrantes centroamericanos, conocí a varias personas de Nicaragua que salieron del país por persecución política. Y que, a mediados del 2023, también conocí gente de Venezuela que salió por la misma razón o porque renegaban del gobierno.
  • Para el tío Toño se trataba de gente que no entendía que para que el país mejorara, se tenía que terminar con el viejo régimen y establecer uno nuevo, aunque ello significara terminar con los “contras”. Su argumento me sonó familiar, pero enseguida me dio un ejemplo histórico que se volvió un cliché internacional: “Fíjate en Cuba, si no fuera por el bloqueo de Estados Unidos, sería un país desarrollado”. Enseguida empezó a ensalzar a Fidel Castro. Le comenté que, por un lado, yo ponía entrecomillas eso del bloqueo, pues la única vez que fui a Cuba vi varias mercancías y empresas transnacionales, el asunto era que la gente no podía pagar ese tipo de bienes o servicios porque el gobierno cubano los tenía muy controlados y en la miseria.
  • El tío Toño no estuvo de acuerdo conmigo. Incluso, me pareció notar que hasta frunció el ceño. Me dijo que lo que pasaba es que yo tenía una mirada sesgada de las cosas. Sonreí y le respondí que no lo creía así. “Mira, más bien hay lo que yo llamo fisiología de la migración”, Enseguida me explicó que, si bien la gente migraba debido a carencias económicas o motivos políticos, de fondo se trataba de necesidades como comer, beber, entre otras, que debían satisfacer y para lograrlo migraban. Enseguida me advirtió: “No te vayas a robar mi idea, se me acaba de ocurrir y la voy a patentar”. Si el tío Toño hubiera nacido a inicios del siglo XIX, quizás le habría ganado la idea al filósofo y economista Henri de Saint-Simon, el precursor del socialismo, quien fue el primero que planteó que las relaciones sociales eran fenómenos fisiológicos.
  • La tía Mime, quien nos había escuchado todo el tiempo, le preguntó al tío Toño quien ganaba el debate. Le respondió que obviamente él, pero que me daría chance de ganar una para que no me agüitara. Por la noche, mientras cenábamos, el tío Toño me dijo que él era un tipo de “antropólogo social hechizo” y por eso pensaba lo que pensaba. La tía Mime comento que más bien era empírico. El tío Toño reafirmó que era totalmente hechizo. Les pregunté si tenían algún pan para comer con el café y expresaron: “No, aquí nada de pan, pura azúcar morena”. El chiste se constaba solo. Continuamos cenando en familia y por un momento dejamos la política y la migración, para hablar del viaje que al otro día haríamos a Monterreycillo, Durango.

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