“Él nadó, enganchando mi brazo con su pene”: dentro del escándalo sexual con delfines que indignó a una nación
El nuevo podcast de Wondery, Enganchado con Freddie sigue el escándalo de los delfines de 1990 que ocurrió cuando un cetáceo se instaló en Northumberland. Foto: vdorse/Getty Images

El nuevo y salvaje podcast Enganchado con Freddie sigue el frenesí de los tabloides de 1990 sobre un activista por los derechos de los animales que formó un vínculo especial con un delfín, solo para ser juzgado por ello. Cuando alguien menciona el año 1990, uno podría pensar en los últimos días de Margaret Thatcher, Los versos satánicos, el impuesto de capitación, la recesión y el IRA (Ejército Republicano Irlandés). O bien, podría pensar en un hombre en el noreste de Inglaterra arrestado por masturbar a un delfín.

El hombre en cuestión era el activista por los derechos de los animales Alan Cooper; uno de los testigos del presunto incidente fue el propietario del delfinario Flamingo Land, Peter Bloom; el lugar fue el Mar del Norte. Toda la intrigante historia ha sido convertida en una serie de podcasts de la periodista Becky Milligan, quien resulta que en realidad nadó con el mismo delfín nariz de botella salvaje, llamado Freddie, allá por 1990.

“Yo estudiaba audio en la City University de Londres”, me cuenta Milligan a través de Zoom. “Se suponía que íbamos a hacer nuestro primer documental y había una historia sobre personas con problemas de salud mental muy graves que se curaban nadando con delfines salvajes”. No en California o Florida, como se podría suponer, sino en Amble, un pequeño puerto pesquero a 24 kilómetros al norte de Morpeth, en Northumberland. “Así que me subí al tren con mi grabadora y fui hasta Amble”, dice. Conoció a Gordon, un amigable mecánico de botes salvavidas, quien la llevó mar adentro con uno de sus amigos. “Me cubrieron completamente con talco y me pusieron un traje seco enorme, que se infló. Literalmente era como un gran globo: tuvieron que ponerme peso para evitar que saliera volando”.

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“Mientras Freddie nadaba hacia el puerto, era como si trajera un arcoíris” … un buceador nada con Freddie cerca de Amble en 1991. Foto: Dave Gray

Luego vino la parte que, para cualquiera que haya visto Tiburón (que era casi todo el mundo en 1990), hacía sonar las alarmas. “Para ser honesta, realmente no quería meterme en el agua. Solo tenía 22 años y no había medidas de seguridad; era literalmente solo un barco con una escalera en medio del Mar del Norte. Pero me sujetaron y me echaron al mar. Y de repente apareció esta aleta negra nadando hacia mí”. Ella empezó a gritar, por supuesto. “Pensé que iba a morir. O que iba a explotar con este traje seco”, dice Milligan. “Ponía un condón sobre el micrófono para grabar bajo el agua porque así lo hacíamos en aquellos días. Realmente no funcionaba, pero puedes escuchar mi voz mientras este enorme animal me empuja a través del agua muy rápido. Solo tenía que confiar en que no me iba a hacer daño”.

Freddie el delfín era totalmente salvaje, y no es exagerado decir que su llegada a Amble transformó temporalmente al pueblo. De repente, junto a mineros desempleados y pescadores en apuros, el puerto se vio invadido por mujeres en bikini, hippies buena onda con tatuajes de delfines y cristales, sureños que no entendían el acento de nadie y, en un momento dado, un hombre con un caftán sentado en el muro del puerto tocando un didyeridú por horas. “Cuando Freddie entró nadando en el puerto, fue como si trajera un arcoíris”, dice Milligan. “Pero también fue una afluencia de gente con una cultura muy diferente”.

Quizás la persona que nadaba con mayor frecuencia con Freddie era Cooper, un defensor de los derechos de los animales nacido en Manchester. Cooper, que se había hecho vegano en 1982 y era un miembro comprometido de la Liga de Liberación Animal del Norte, parecía tener un vínculo especial con el delfín nariz de botella, y los dos pasaban horas juntos en el agua.

Cuando estuvo en tierra firme, Cooper dedicó gran parte de su energía a protestar contra los delfinarios, comparando los espectáculos ofrecidos en lugares como Flamingo Land con la trata de esclavos. (Al parecer, también intentó convertir a los mineros desempleados de Amble al veganismo y conseguir su apoyo en el movimiento por los derechos de los animales, con poco éxito). En una era anterior a Internet, Cooper y sus colegas utilizaron folletos y cabinas telefónicas, reuniones y marchas para intentar promover la oposición a estas atracciones de ocio, sin duda para consternación de sus propietarios, como Bloom.

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“Ser acusado de eso fue lo más perjudicial” … Alan Cooper en 1991. Foto: PA Images/Alamy

El podcast, Enganchado con Freddie, gira en torno a un incidente en particular, durante el cual un barco lleno de gente vio a Cooper nadando con Freddie en el puerto y reportó un incidente a la policía. El equipo legal de Cooper afirmaría más tarde ante el tribunal que Bloom los animó a presentar esta denuncia.

Cooper describe el evento en su sitio web de la siguiente manera: “Freddie era el mismo de siempre, a veces me enganchaba su pene en la pierna o el brazo; todo era perfectamente normal, al menos para mí. Solo más tarde, cuando me entregaron las declaraciones policiales, me di cuenta de lo contrario. Bloom, el “experto”, había estado hablando con la gente en [el] barco. Parte de la declaración policial de Bloom decía: “No se acerquen, se está masturbando con el delfín”.

Hay un momento en el podcast en el que se escucha a Cooper contar cómo los agentes de policía que luego lo entrevistaron no pudieron mantener la cara seria al repetir la acusación de que se había estado “masajeando con un delfín”. ¿A Milligan le preocupaba lo que los oyentes pensarían de todo esto? “Hay que utilizar un poco el lenguaje del momento”, argumenta. “Esas palabras están en el caso judicial; no estamos siendo obscenos”.

Quizás inevitablemente, la historia fue recogida por el Sun y de repente los rumores sobre un aficionado a los cetáceos del norte se extendieron por todo el país en una orgía de atención sensacionalista. Era una historia excitante de supuesta perversión en un momento de depresión económica e incertidumbre política.

Para Cooper, sin embargo, a pesar de que finalmente sería declarado inocente en un juicio ante el tribunal de la Corona, los efectos fueron espantosos. Como dice Milligan: “Toda su razón de ser es ayudar a las personas y cuidar a los animales. Él es de una zona de casas pequeñas, dejó la escuela a los 16 años, no había muchas oportunidades. Pero Alan tenía una reputación en el movimiento por los derechos de los animales del norte y ser acusado de eso fue lo más perjudicial. Es difícil expresar lo que eso le hizo, ser acusado de abusar de lo que estás tratando de proteger”.

Cuando se trata de socavar la reputación de alguien, acusarlo de tener un fetiche indecente o siniestro, particularmente relacionado con un animal, es casi la jugada más clásica que existe; pregúntenle a Catalina la Grande. Como oyente, es difícil no preguntarse cuál es la motivación detrás de la supuesta participación de Bloom y las acusaciones de sus compañeros de barco. ¿Surgió de venganza o de preocupación genuina? ¿Era Bloom un espectador o un agresor?

¿Fue difícil para Milligan convencer a Bloom de que hablara en cinta? “Con Peter, dije que quería hablar sobre Freddie y quería hablar sobre el caso judicial”, dice Milligan. “No quería hablar sobre el caso judicial en particular. Pero él dijo: “Está bien, ven mañana”. Y así lo hice. Hablamos de perros y le hice algunas preguntas. Sabía que tenía que ser equilibrado. Esto no es una polémica. Solo estoy contando la historia y hay personajes que necesitan estar en ella. Sin embargo, lo que dice es bastante sorprendente”.

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“Puse un condón sobre el micrófono para grabar bajo el agua” … Becky Milligan, presentadora del podcast Enganchado con Freddie, producido por Blanchard House. Foto: PR

Milligan había llevado esas cintas, en una bolsa con cientos de otros casetes sin marcar, durante 30 años antes de acercarse a la productora Rosie Pye con la idea. Entonces, ¿qué lo hace relevante para los oyentes modernos, décadas después del cierre del último delfinario del Reino Unido y cuando el número de tatuajes de delfines en los tobillos británicos parece estar disminuyendo?

“Era el final de la era Margaret Thatcher. Era muy deprimente y había mucha gente marchando y protestando, ese tipo de época”, dice Milligan. “Hacer este podcast me hizo retroceder a esa época y es relevante hoy en día. Lo estamos pasando muy mal. El costo de la vida, la gente que no gana lo suficiente, la pérdida de empleos. Creo que todos nos sentimos un poco desconectados en este momento y fue lo mismo entonces. Se sintió como una época cambiante”.

Los oyentes, me dice Milligan, tendrán que tomar sus propias decisiones sobre lo que sucedió en el mar ese día. Es una historia salvaje sobre un animal salvaje durante una época salvaje. Pero sigue siendo relevante hoy en día. Después de todo, si bien los paseos con delfines y los didyeridús pueden haber desaparecido de Amble, nuestro interés por el sexo, el escándalo y una pelea muy pública ciertamente no lo ha hecho.

Traducción: Ligia M. Oliver

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