Bebés que balbucean podrían estar preparándose para hablar, según científicos
Se observaron tandas de chillidos y gruñidos en los seis grupos de edad, desde el nacimiento hasta los 13 meses. Foto: David Sacks/Getty Images

Puede parecer una sarta de tonterías, pero los peculiares sonidos que producen los bebés en sus balbuceos podrían ser un intento por practicar el control vocal necesario para el habla, según sugieren unos investigadores.

Un estudio que analiza los sonidos que emiten los bebés durante su primer año de vida ha descubierto que los balbuceos como los chillidos y gruñidos tienden a producirse en tandas.

El Dr. Hyunjoo Yoo, primer autor de la investigación de balbuceos en bebés, de la Universidad de Alabama, afirma que el trabajo podría tener importantes implicaciones. “Una de las principales razones por las que nos centramos en la cuestión de estas tandas es que podría resultar un marcador útil para detectar trastornos de la comunicación”, afirmó.

El Dr. Ed Donnellan, de la Universidad de Warwick, que no participó en la investigación, dijo que el estudio confirmaba que los bebés juegan deliberadamente con los ruidos vocales que pueden hacer, produciendo ciertos tipos de vocalizaciones en tandas a voluntad.

“Aunque los ruidos estudiados, chillidos y gruñidos, no son necesariamente los que utilizamos en el lenguaje, este juego podría permitir a los bebés desarrollar su control sobre los sonidos que emiten, lo cual es crucial para el lenguaje hablado posterior”, añadió.

Yoo y sus colegas explican en la revista Plos One que estudiaron a 130 bebés a través de grabaciones realizadas en casa por sus cuidadores cada mes desde su nacimiento.

El equipo seleccionó al azar 21 segmentos de cinco minutos de cada grabación y los analizó para detectar la presencia de chillidos, gruñidos y sonidos vocálicos.

Tras excluir los casos en los que, por ejemplo, el bebé estaba dormido, el equipo se quedó con 15 mil 774 segmentos de mil 104 grabaciones, y más del 60% de las grabaciones mostraban una tanda de chillidos o gruñidos en relación con las vocales.

“No hubo ni un solo bebé que, al evaluar todas las grabaciones disponibles, no mostrara ni un caso significativo de agrupación de chillidos ni de agrupación de gruñidos”, añade el equipo.

Las tandas de balbuceos se observaron en los seis grupos de edad, desde el nacimiento hasta los 13 meses, lo que indica que algún mecanismo de exploración vocal está presente desde el principio de la vida. Sin embargo, entre los 3 y los 4 meses de edad se registraron los valores promedio más bajos en las tandas de chillidos y gruñidos, un hallazgo inesperado dado que tradicionalmente se cree que este periodo está asociado al inicio del juego vocal.

El equipo afirma que también fue sorprendente que, a diferencia de las tandas de gruñidos, las proporciones más altas de tandas de chillidos y balbuceos en bebés se encontraran después de los cinco meses de edad, algo que los investigadores sugieren que podría deberse al desarrollo del control sobre las cuerdas vocales.

Yoo añadió que informes anteriores sugerían que, al imitar esos sonidos, los cuidadores podían ayudar a ampliar los repertorios vocales y la protoconversación de los bebés.

“Así pues, parece lógico que sea beneficioso para los bebés que los cuidadores intenten responder de forma improvisada e interactuar más con sus bebés imitando balbuceos, chillidos, vocalizaciones y gruñidos”, afirma.

Traducción: Ligia M. Oliver

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