La traición de las flores 
Decidencias

Escritora y periodista independiente. Feminista. Ha publicado en medios como Chilango, Animal Político, Emeequis, Quién, Cambio, Esquire, entre otros. Coautora de Amar a madrazos, Los Nadie, A mí no me va a pasar y Siempre estuve en riesgo. Twitter: @baronesarampant

La traición de las flores 
Foto: Twitter @Jualicra

Hace ya una semana de la marcha del 8M y no ha terminado la conversación: tenemos muchas cosas por hablar todavía.

Salí emocionada a marchar después de dos años. Algunas de mis amigas se quedaron por razones como la polarización, la transfobia, por la desilusión de algunos discursos y porque, en algún momento, todas sentimos el miedo que vaticinaba una marcha violenta. Pero ellas, aunque no fueon, estaban generando diálogo y posicionamiento.

Me sorprendió con alegría que éramos muchas.

Las que siguieron la marcha por redes pudieron contemplar la escena de la entrega de flores al cuerpo policial y quiero decir que la mirada con la que presenciaron esos momentos fue auténtica, la perversión estuvo en la planeación.

No era una acción fortuita, las mujeres que desarrollaron ese performance son cercanas a la Cuarta Transformación y lo compartieron agradeciendo a personajes como Marcela Figueroa, Claudia Sheinbaum o Martí Batres.

En una entrevista, Julia Álvarez Icaza dijo: “estábamos ya cansadas de decir ‘fuimos todas-fuimos todas’, arropando con este dicho todas las acciones directas y violentas de algunas de las compañeras que se manifestaban”.

Muchas de nosotras marchamos en digna paz porque así lo hacemos siempre. Yo lo hago, pero no dejo de pensar en la rabia, en que no puedo evitar comprender desde dónde nace esta rabia, entonces enumero en mi cabeza los feminicidios, los ataques sexuales, los diferentes tipos de violencia que vivimos las mujeres, los techos de cristal, la impunidad, el pacto patriarcal, la indiferencia de los hombres para renunciar a sus privilegios y la poca voluntad que tienen en nuestros círculos más cercanos. La sumatoria de todas estas razones claro que me hacen sentir rabia.

Pienso en los discursos que se han emitido y la pregunta es: ¿entonces cómo?, ¿calladitas?, ¿sumisas?, ¿tenemos que marchar como los demás quieren?, ¿tenemos que cumplirles sus expectativas de lo que son las mujeres a grito de lucha?

Y entonces viene el problema de la apropiación. Estas mujeres quisieron apropiar de la marcha con un discurso que era tendencioso, porque replicaron cuando personajes como Claudio X o Cristian Von Roehrich retomaron la fotografía, pero no cuando Morena la hizo un cartel.

No me reconozco en ninguna de sus voces. No me reconozco tampoco en la traición de generar un montaje frente a tantas mujeres para salir luego campante a reconocer que tu lucha no está con las mujeres, sino con la Cuarta Transformación.

Su flowerwhasing les salió muy bien, pero nos rompieron el corazón.

¿Podemos decir que ellas también iban infiltradas como un grupo que persigue diferentes intereses particulares?

Debatan en grupos de tres.

Si me preguntan al lado de quién quiero marchar, la respuesta será siempre al lado de las víctimas, de las mujeres que luchan todos los días y en su labor lo hacen también para abrir camino a otras mujeres, también me gustaría marchar al lado de las más jóvenes porque ya se toman el papel de lucha como una condición que cambia su presente y no están esperando a que las generaciones más grandes les entreguen los frutos de la lucha.

La lucha es nuestra, no nos la van a quitar. Saldremos de nuevo y lo haremos por todas las causas que demandamos.

Pero una conversación mucho más importante nos espera.

Tenemos que saber qué queremos y cómo lo vamos a lograr.

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