15 minutos

Activista, luchadora social y promotora de los derechos humanos de las mujeres, niñas, niños, personas con discapacidad, comunidades indígenas y personas LGBTQ+. Presidenta de la Asociación Civil Rosa Mexicano. @catymonreal_

15 minutos
Foto: Tirachard Kumtanom/Pexels

Todos tenemos ese momento que nos cambia la vida. “Caer el 20” le dicen algunos. Yo recuerdo perfectamente el día en que mi doctora me dijo que estaba en el límite entre vivir una vejez sana y una enferma.

Creo que todos hemos tenido ese momento en que te confrontas con tu cuerpo.  Y sí, los cuerpos pasan factura. Hace poco en este espacio hablé de la gordofobia, y ahora quiero hablar de la otra cara de la moneda: la salud integral.

Considero que vivimos en una sociedad en que la salud no es un estado consciente. El tema de la gordofobia refleja que la salud la queremos ver cómo un tema de apariencias, tallas y kilos. Que la pensamos en palabras como pandemias y vacunas.  Existe poca cultura de salud preventiva, de pensar en la calidad de vida en la vejez. Lo entiendo, para muchos en México se vive al día, literalmente.

No quiero desestimar los obstáculos estructurales para una salud integral, como lo son cosas cómo la pobreza de tiempo, algo que sufrimos, en especial, las mujeres ya que dedicamos hasta 50 horas a la semana al trabajo del hogar y cuidado, independientemente de si trabajamos o no.

O que se estima que el acceso a los servicios de la salud en nuestro país es de solo 82%, cifra menor al promedio de los Estados que integran la OCDE, que es del 97.9%.

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Sé que hacerse chequeos preventivos puede ser costoso, y eso es por solo hablar de temas físicos, ya que si hablamos de los temas mentales estamos ante otro obstáculo: aún existen fuertes tabús para buscar ayuda mental y emocional.

De acuerdo con datos del INEGI de 2017, el 11% de las personas de 12 años o más en nuestro país tienen sentimientos de depresión con frecuencia. No es sorpresa entonces que el gobierno mexicano reporte que el suicidio sea la segunda causa de muerte en jóvenes de 15 a 29 años de edad.

Existen obstáculos estructurales, sí, pero creo también tenemos que crear culturas de salud preventiva. Para mí una de las más importante ha sido la de reconstruir el papel que el ejercicio tiene en la vida de las personas.

Para mi generación el ejercicio era una clase obligatoria que se daba, bien o mal, en las escuelas, y que rara vez logró inculcar una cultura de ejercicio como una clave para la salud emocional y física.

Porque lo confieso: los primeros años de mi vida veía al ejercicio y a la alimentación saludable y consciente como sacrificios, como cosas que se hacían a fuerza más que como parte de mi vida. Seamos honestas: yo odiaba el ejercicio. Y mi primer paso para cambiar esta relación fue darle un espacio en mi vida. Empecé con 2-3 días yendo al gimnasio, y ahí iba poco a poco, hasta que llegó la pandemia.

Sí, fue la pandemia la que me cambió la relación. Tuve la fortuna de poder quedarme en casa, con mis hijos, y esta re-estructura de horarios y hábitos me permitió re-estructurar mi relación con el ejercicio.

Empecé con videos de 15 minutos en YouTube, y luego empecé a subir la intensidad. De hecho, la recomendación del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) estadounidense dice que se necesitan 150 minutos de actividad física moderada a la semana. Esto equivale a 30 minutos, 5 días a la semana.

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No, no todos tenemos que gastar en gimnasios, o clases particulares, podemos hacerle como yo, empezando con videos en YouTube.

Doy este testimonio, porque creo que hay que replantear el tema, darle la vuelta a la gordofobia, o incluso a pensar que el ejercicio y dieta es solo para ciertos tipos de personas. Mi hijo por ejemplo tiene parálisis cerebral moderada, y ha integrado también al ejercicio como un elemento terapéutico.

Además de esos beneficios el deporte está probado también, es una fuente de resiliencia social. Las sociedades que tienen espacio para el ejercicio y el deporte son sociedades que logran bajar sus incidencias de violencia comunal.

Es por esto que el ejercicio ha sido también una de las causas que buscamos promover desde mi asociación Rosa Mexicano, y hemos hecho ya múltiples jornadas de competencias deportivas, o jornadas de ejercicio.

De nuevo, creo que hay que cambiar los discursos. El ejercicio no es algo que tengamos que relacionar con el peso, es algo que se debe ver cómo una herramienta terapéutica.

15 minutos fueron suficientes para cambiar mi vida, y creo que 15 minutos puede ser suficientes para empezar a cambiar la vida de muchas personas más.

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