Oh, no. ¿Acaso Jeff Bezos se está preparando para postularse a un cargo público?
'El impacto a gran escala sería añadir un enorme peso en la parte neoliberal de la balanza del partido'. Foto: Reuters

Jeff Bezos se está poniendo nervioso. Lo puedes notar porque cada vez usa más Twitter, la actividad universal de quienes canalizan su inquietud de forma poco saludable. Esto también debería ponernos nerviosos al resto. Se trata de una señal de advertencia grande y luminosa de que el destructor de sindicatos más rico de Estados Unidos está a punto de lanzarse más enérgicamente a la política, una inevitabilidad que podría tener muchos resultados malos, pero solo uno bueno.

Durante la última semana, el centibillonario fundador de Amazon ha estado lanzando tuits no sobre sus típicos y banales intereses –diseño mejorado de cohetes con forma de pene, cera de lujo para la cabeza– sino más bien sobre sus opiniones políticas. Aunque Bezos (o cualquier gato de relaciones públicas que redacte sus tuits) escribe con la falta de rigor de un hombre que ha asistido a demasiadas reuniones de consultoría de gestión, resulta fácil imaginar la furia que debió estar presente para impulsarlo a producirlos en primer lugar. El 13 de mayo, criticó uno de los pronunciamientos económicos del presidente estadounidense, Joe Biden, escribiendo en Twitter: “Está bien discutir el aumento de los impuestos a las empresas. Es fundamental discutir el control de la inflación. Juntarlos solo es una distracción”.

Continuó ese tuit con otro, diciendo que “el gobierno se esforzó mucho en inyectar aún más estímulos en una economía ya sobrecalentada e inflacionaria y solo Manchin los salvó de sí mismos. La inflación es un impuesto regresivo que perjudica más a los menos pudientes”. El lunes, nuevamente arremetió contra los fallidos proyectos de ley de estímulo del Partido Demócrata, diciendo que habrían aumentado la inflación.

Sería demasiado sencillo señalar en este caso que, en realidad, la eliminación de los sindicatos es un impuesto que perjudica más a los menos pudientes, o señalar que Bezos podría mitigar el daño de la inflación dándoles un aumento a sus propios empleados. Lo más destacable aquí no es que el asombrosamente acaudalado presidente ejecutivo de una de las empresas más poderosas del mundo se resienta cuando se habla de aumentar los impuestos a las empresas, o que se queje de los paquetes de estímulo de la era pandémica que salvaron a millones de estadounidenses del desastre económico total.

Para Amazon, empresa que depende de la existencia de una fuerza activa a nivel nacional de personas desesperadas que están dispuestas a aceptar trabajos inestables y mal pagados en almacenes y de entregas, las ganancias de ventas de todo ese dinero proveniente de estímulos se han visto mitigadas por lo que le ha hecho al mercado laboral. Conforme ha aumentado la demanda de empleados, se ha vuelto más difícil contratar a personas; y, lo que resulta más importante, ha contribuido a alentar a los trabajadores hasta el grado necesario para votar por un sindicato, como lo hicieron los trabajadores de los almacenes de Amazon en Staten Island el mes pasado. Al igual que Walmart y cualquier otra megacorporación minorista con bajos rendimientos cuyas ganancias dependen del control total de una mano de obra infinita y obediente, Amazon cree que los sindicatos son una amenaza existencial. Las condiciones económicas creadas parcialmente por los programas de estímulo del gobierno han hecho que la situación sea momentáneamente más propicia para el trabajo organizado y, por lo tanto, deben ser aplastadas, revocadas y juzgadas como errores históricos, con el fin de que los legisladores no vuelvan a pensar en hacer algo así.

Desde luego Bezos cree todo esto. Obvio. Sabíamos desde hace muchos años que era un despreciable ultra-rico destructor de sindicatos. El hecho de que ondee su tonta bandera de Twitter como un Elon Musk barato no es algo por lo que realmente valga la pena preocuparse. Lo que sí es inquietante es lo que esto indica sobre los futuros planes de Bezos. Porque cuando un rico empresario que no rinde cuentas comienza de repente a presentarse al mundo como pensador de políticas públicas, puedes estar seguro de que está a punto de comenzar a adentrarse seriamente en el mundo de la influencia política. Y eso significa que ahora estamos amenazados por la muy real posibilidad de que Bezos está a punto de convertirse en el próximo Mike Bloomberg, incluso más rico, algo que podría tener efectos devastadores en los funcionarios de débil voluntad del ya patético Partido Demócrata.

Aunque Bezos ciertamente es un republicano en materia económica, cuesta imaginarlo haciendo sus apuestas políticas como miembro del Partido Republicano, aunque solo fuera por lo que significaría para su vida social. No, si decide que realmente debe entrar a la política –para proteger sus propios intereses, y debido a la clásica creencia del tipo rico de que nadie más pobre que él debe estar a cargo– está obligado a usar el Partido Demócrata como su herramienta. Podría, si se molestara lo suficiente, inundar el partido con tanto dinero entrante que toda el ala “centrista” se arrastraría hasta su puerta de rodillas, suplicando escribir cualquier proyecto de ley que él quisiera. El impacto a gran escala sería añadir un enorme peso a la parte neoliberal de la balanza del partido, una poderosa fuerza que intentaría alejar al partido de sus recientes tendencias hacia el progresismo, y acercarlo a la visión de los demócratas como el nuevo y sobrio contrapeso favorable para las empresas frente a la captura psico-mágica de los republicanos.

El mes pasado, Bernie Sanders le envió una carta a Joe Biden pidiéndole que dejara de otorgar contratos federales a las empresas que infringen la legislación laboral federal, sobre todo mediante la destrucción ilegal de sindicatos. Esa simple medida le podría quitar miles de millones de dólares a Amazon, que –a juicio de una NLRB (Junta Nacional de Relaciones Laborales) afín a los trabajadores– es culpable de muchas prácticas ilegales de destrucción de sindicatos (Amazon lo niega). También es un gran ejemplo de cuál podría ser la nueva visión de los demócratas: no los operadores astutos que intentan arbitrar las donaciones corporativas para las campañas, sino el partido del trabajo, el partido dispuesto a tomar en serio su propia retórica sobre los peligros de la creciente desigualdad económica. La respuesta demócrata al ascenso de los locos de la derecha no tiene por qué consistir simplemente en intentar alejar a los donadores republicanos; en cambio, los demócratas se pueden convertir en los verdaderos populistas, los que se ponen del lado de los trabajadores en contra del poder del capital. (La versión republicana del populismo, que en su mayoría significa “estar preparado para usar una gorra de béisbol de John Deere mientras dices cosas racistas”, palidece en comparación).

Miren, me encanta ver cómo uno de los hombres más ricos del mundo dedica su precioso tiempo a quejarse en Twitter. Es tiempo que no dedica a destruir sindicatos o a idear nuevos y agresivos algoritmos para monetizar nuestras vidas y, además, sé que el tiempo que pasa en Twitter lo hará sentir miserable, algo que apoyo. Pero estoy aquí para advertirles que esto es un pésimo presagio. Lo último que necesitamos es que Jeff Bezos se convierta en la persona con más poder e influencia del Partido Demócrata. Solo sigue jugando con tus cohetes, Jeff. Cuanto más lejos estés de la Tierra, mejor para todos.

Hamilton Nolan es un reportero laboral del medio In These Times.

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